Visitas Inesperadas.

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Nadie, jamás podría creer tener la peor suerte del mundo, no conociendo la vida de Medley. La pobre sale de una para meterse en otra, cada semana. 

Y allí se encontraba ella, sentada en el borde de su ventana mojada, las gotas caían y caían en formas azarosas, era hasta divertido mirarlas. La taza de café entre sus manos las calentaban de una manera satisfactoria. 

Medley adoraba esas sensaciones, tan hermosas, tan pulcras y tan...humanas. 

Esa mañana no había ido a trabajar, aunque ella lo había implorado, no quería quedarse en su casa, pero por obra de Dan y Sira, fue casi obligada a hacer reposo. 

'Qué exagerados' Pensó ella. 

Entre sus miles de pensamientos que le inundaban la cabeza como olas revoltosas, uno era su incomodidad. 

¿Su incomodidad con quién?

No lo sabía, era como estar viviendo en una casa ajena permanentemente, y esa sensación no la abandonaba jamás.

Sabía, para sus adentros, bien profundo, tocando el alma, que algo andaba mal, que algo estaba errado, que por mucho que quisiera, el caos se desataría..otra vez.

Una garganta carraspeando la sacó de sus pensamientos y la hizo voltear. 

—¿Estás bien?—Sira preguntó mientras observaba la venda de su cuello. 

—Oh, sí.— Ella siguió su mirada. —Ya no la necesito.—Y sin más la arrancó.— 

Sintió el aire fresco en su herida algo abierta, pero cicatrizando. 

—Déjala Medley, se te infectará.—Se sentó a su lado, en frente de ella.

—Estará bien.—Sonrió de costado y volvió a mirar por esa ventana lluviosa.

—¿En qué piensas?— Sira insistió.

—Tengo muchas preguntas, pero ninguna respuesta.— Dejó la taza de café a un costado.

—¿Otra vez con eso?—Le tomó las manos.—Ya hablamos que lo averiguaríamos.—

—Sí, Sira.— Esquivó el roce de sus manos.—¿Por qué no es igual de importante para tí que para mí? ¿Qué tanto sabes que yo no?— Se enderezó.

—Sé.. sé lo mismo que sabes tú.— Titubeó.

—Oh Sira.— Medley se paró de su asiento y lo miró indignada.— Te conozco y te leo como la palma de mi mano.— Ladeó su cabeza. —Sé que sabes mucho más de lo que aparentas, es sólo que no te gusta esa verdad, sé que tampoco me gustará a mí.— Fue interrumpida.

—¿Cómo deduces todo eso?— Preguntó algo asombrado.

—¡No lo sé!— Se exasperó.—Es decir, simplemente lo sé.— Elevó sus manos y ahogó un suspiro.—Es todo tan confuso en mi mente Sira.— Lo miró con una tristeza que Sira nunca había visto en sus ojos, lo cuál pareció incomodarlo. 

—¿Qué quieres saber?— Sira observó el suelo.

—¿De dónde conoces a Dan?— Medley esperó ansiosa la respuesta.

Sólo recibió silencio.

—¿No responderás?— Arremetió otra vez, pero él solo negó suave con su cabeza. —Bien.— Dijo Medley y tomó su campera, para encaminarse hacia la puerta.

—Es un ángel caído.— Su voz sonó suave y desanimada. 

—¿Qué?—Preguntó Medley. Pero no era porque no haya escuchado, si no porque no creía aquello que le estaba diciendo. 

𝕯 𝖊 𝖒 𝖔 𝖓' 𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora