La hora de la verdad.

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Mi cuerpo se volvió más pesado de lo normal, casi como si fuera un bloque de cemento y de no ser porque estaba sentada en el regazo de Sira, hubiera caído al suelo. 

Creo que había perdido la consciencia por unos minutos. 

-Medley!- Oí el leve grito de Sira, mientras movía mi cara con una rudeza necesaria para que despertara. 

-Mmm-musité sin siquiera poder abrir los ojos y aún algo colgada de Sira.

-Estás temblando, ven.- Sentí cómo me cargaba en sus brazos, como un bebé. 

Mi cabeza, al igual que mis brazos, colgaban en su agarre, como si no pudiera responder a las demandas de mi cuerpo. 

De repente estaba reposada en lo que creía la cama. La sensación era similar a cuando estaba ebria, sólo que ésta vez no había bebido nada de alcohol. No sé cuanto tiempo había tardado Sira en volver a la que suponía era la habitación, pero suponía que unos 10 minutos. 

De repente, sentí como mis botas eran desprendidas de mis pies, al igual que mis pantalones, y luego, absolutamente todo lo que llevaba puesto. 

Estaba completamente desnuda,en cuerpo y alma.

Mi piel estaba totalmente erizada debido al frío que sentía en éstos momentos. Hasta que luego sentí que era cargada nuevamente. 

Balbucee algunas palabras que ni yo logré entender.

-Estás bien, tranquila.- Sentí sus labios calientes en mi frente. 

De repente, todo mi cuerpo agradeció el contacto con el agua, caliente, perfecta, sentí que me revivió en el instante, pero aún me sentía algo dormida. 

En éste momento me encontraba sentada con las rodillas flexionadas en la bañera, pude abrir un poco los ojos y recobrar conciencia para encontrarme con un Sira preocupado, con una mirada enternecida y cálida. 

Él cuidaba de mi como si fuera una pieza de diamante, como si de mí dependiera su fortaleza y su vida. 

Sentí el tacto de la esponja en mi espalda, suave, con amor, con delicadeza, como quien cuida de una flor marchita. 

En ese momento lo sentí, ese amor incondicional, el que excede de egoísmo, ese que te hace ponerte a ti mismo en segundo plano, ese por el cual cambiarías todo lo que eres, todo lo que posees, todo lo que fuiste y serás por ver bien a esa persona. 
Jamás me había sentido tan cuidada, tan amada, tan todo. Sentí que no lo merecía. 

-Sira.- Susurré.

-¿Qué amor?- Se acercó a mí para oírme mejor. 

-Te amo.- pronuncié con sutileza.

-Te amo Med.- Nuestros labios se unieron y por ese maldito instante el mundo se detuvo, fue como si el pudiera entender todo lo que estaba pensando, era como si se lo estuviera transmitiendo. 

Se separó para tomar una toalla. 

-¿Me ayudas?- le pregunté mientras extendía mi mano.

-Claro.- Contestó y automáticamente tomó mi mano. 

Sin dudarlo dos veces tiré de ella de modo que cayó dentro del agua conmigo.

Mis carcajadas inundaron el ambiente y un rato después las de Sira.

-¿Con que ya te sientes mejor, no?- Me miró pícaro.

-Claro que sí, sólo para tirarte aquí conmigo.- Le saqué la lengua mientras reía.

-Sería una pena que alguien decidiera hacerte cosquillas.- Sonrió de costado.

-Sira, ni siquiera lo inten..- Fue tarde ya que sus manos se movían frenéticas en mi vientre.- Ya basta.- Casi logré decir, pero no fue suficiente.

Y así nos quedamos un rato, ambos sumergidos en el agua, abrazados, hasta que la misma comenzó a enfriarse.

-Ten.- Le alcancé a Sira un tazón de sopa de zapallo

Ya no estábamos en la bañera, si no en el sofá, acurrucados en una manta mientras hablábamos de muchas cosas.

-¿Sabes que tendremos que hablar de eso algún día, no?- Me sinceré con él.

-Lo sé Med.-

-¿Qué soy?- Solté sin más. 

-No lo sé.- Pronunció seco.

-¿Es por eso que me querían?- Asintió con la cabeza y continué.- ¿Es porque no saben lo que soy o porque me necesitan allí?- Suspiró y me miró.

-Medley, sólo se que nadie, ni siquiera ellos, saben cual es tu naturaleza, ni siquiera lo que creíamos que eras, no eras un demonio, no eras una caída, no eres un ángel, pero sin embargo, tienes las capacidades de todos ellos, eres casi una mezcla de ellos.- Hizo una pausa.- No hay una definición para ello. Eres algo desconocido, y es por ello que te condenan, es por eso, por lo cual te consideran un peligro. Te quieren muerta.-

La sangre se me heló. Si bien no era algo que no sabía, oírlo así, tan duro, me shockeó. 

-¿Nunca has pensado que..-Me pausé.- Que quizás, soy un peligro para tí?-

-¿De qué hablas?- Frunció sus dos cejas, provocando que se arrugue la piel de su entrecejo. 

-De que, estás protegiendo a la que ellos quieren matar, lo cual, te convierte potencialmente en cómplice.- Me miró casi entendiendo.

-¿Y?-Bajé la mirada.-No dejaré que te hagan daño. Tú jamás lastimarías a nadie, eso sólo lo sé yo, ellos ni siquiera se molestan por comprender nada.- 

-¿Ellos..quiénes?- Pregunté.

-Absolutamente todos, no sólo implicas peligro para los del inframundo, allí no es así Medley.- Continuó.- En éstos casos, no hay distinciones entre bandos, tanto seres del inframundo como los del paraíso, quieren tu desaparición.- Su voz se volvió fría.- No es como lo has leído siempre en los libros, los ángeles no son tan buenos como parecen y los demonios no son tan malos como te describen. Es lo que a todos hicieron creer, pero no es así, la realidad es que, hay ambas cosas en ambos lugares, y a veces.. no sé cual es peor.- 

Tragué saliva.

-¿Y por qué no me están buscando ahora?- 

-¿Quién dijo que no lo están haciendo?- Evitando que conteste continuó. -Que no te encuentren, no quiere decir que no estén buscándote Medley.- 








𝕯 𝖊 𝖒 𝖔 𝖓' 𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora