Horus.

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Pasó aproximadamente unas 2 horas desde que Sira partió hacia la ciudad para comprar algunos alimentos.
Aproveché ese tiempo para bañarme y colocarme uno de sus buzos que me quedaban demasiado grandes,inevitablemente sentía mi bailar adentro de él,pero era tan reconfortante que sentía su abrazo.

Con mi pelo aún mojado decidí volver a sentarme a un costado de la ventana a observar la naturaleza,la noche estaba cayendo, y con ella,más cantidades de nieve.

Sumida en mis pensamientos,algo moviéndose entre los árboles que desbordaban nieve se movió,casi como una sombra.
No me tomó mucho tiempo descubrirlo a él. 
Un lobo de pelaje negro,majestuoso,imponente,era más grande de lo que cualquier lobo promedio sería y aún más tenebroso con sus ojos amarillos que resaltaban entre la vegetación.
Salí inmediatamente de mi casa al encuentro,mi pelo mojado chilló ante el contacto con el frío,pero no me importó en absoluto.

El lobo al verme encogió sus orejas hacia atrás, y acto seguido,corrió hacia mi a una velocidad indescriptible.
Para que,segundos más tarde,se me tirara encima, apoyando sus patas enormes en mis hombros,provocando que cayera hacia la gélida nieve del suelo.

-¡Horus!- grité mientras reía a carcajadas e intentaba sacármelo de encima. -¿Cómo has estado?- lo miré a los ojos mientras enterraba mis dedos en el pelaje de su cuello.

Él sólo me veía y pasaba su cabeza (que tenía un tamaño similar al de una sandía promedio) por la mía.
Su emoción era notoria.

-Yo también te extrañé.- dije depositando un beso arriba de su nariz.

Horus es un lobo que conocimos apenas llegamos,él sólo vino a nosotros. Al principio solía ser distante y para ser sincera tenía cierto temor,pero luego,tanto él como yo casi que nos volvimos uno sólo,amaba a ese ser tanto que daría mi vida y todo lo que tengo por él. Sé,muy dentro mío,que él sentía la misma conexión para conmigo. 
A veces desaparecía por días,pero siempre,siempre,tenía la certeza de que volvería a mí. Además de que muchas veces me presentó otros integrantes de su manada.

-Ven.- dije levantándome y sacudiéndome la nieve que ya había mojado un poco mis pantalones.-¿Quieres pasar?- Lo miré ya desde el umbral de mi puerta abierta. 

Me miró un segundo y sin dudarlo se adentró a la propiedad,procedí a cerrar mi puerta y para cuando quise verlo ya estaba muy cómodo acostado en la esquina de la casa.

Cualquiera pensaría que si no fuera por ese cuerpo enorme que tiene,sería un perro.

Al cabo de una media hora más tarde y ya completamente de noche,Sira llegó y con él,muchas bolsas colgándole de los brazos.

-¡Hola!- le dije mientras me acercaba hacia su persona y le sacaba algunas bolsas de los brazos a modo de ayuda.

-Hola Med.- Continuó mientras depositaba las bolsas restantes en la mesa. 

Horus despertó inmediatamente y le saltó encima al igual que a mí.

-Hola perro- le dijo Sira mientras palmeaba su costado. Horus sólo lo correspondía.

-Se enojará si le dices perro- Reí mientras sacaba los alimentos de las bolsas.

-Mejor no hacer enojar al can- Y casi como si entendiera,Horus se paró en sus dos patas y se abalanzó encima de Sira. Lamento decir que no lo movió ni medio centímetro,pero a un humano normal lo hubiera derribado como una pluma.-Sal de aquí caniche.- Continuó mientras jugueteaba con Horus.

La imagen me transmitía mucha felicidad. 

Sira se puso a mi lado para continuar desembolsando cosas y cosas.

-¿Golosinas? ¿En serio?- pregunté tomando la pequeña bolsa llena de caramelos mientras reía al notar que Sira sólo era un niño en el cuerpo de un hombre.

-Nunca vienen mal,no me juzgues.- Me miró y golpeó mi hombro a modo de burla.

Quise responder pero de repente algo pasó con Horus. 
Comenzó a gruñir,como jamás lo había escuchado y de repente temí,temí mucho. Pero su vista no era dirigida a nosotros,si no hacia la ventana que señalaba oscuridad. 
Horus mostraba sus colmillos puntiagudos y gigantes al mismo instante en el que su nariz se tensaba hacia atrás y sus patas se preparaban para un ataque. 

-Horus ¿Qué pasa?- le pregunté casi acercándome.

-No te acerques Med.- Sentí la mano de Sira enroscarse en mi brazo. 

De repente un aullido casi catastrófico y muy estruendoso salió de la garganta de mi amigo peludo. 
Y se repetía,una y otra vez,tensaba su cuello hacia atrás y aullaba. 
Con Sira sólo podíamos mirarnos. Un poco bastante atemorizados.

¿Qué estaba ocurriendo?

 

𝕯 𝖊 𝖒 𝖔 𝖓' 𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora