Gota.

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El día transcurrió tan rápido que Medley ni siquiera notó su paso, la ansiedad que le generaba el saber que mañana podría ayudar a Lucy era más importante que atender a los clientes, por lo
cual, su jornada laboral había pasado como un avión. 

Miles de cosas sobrepasaban por su cabeza en esos momentos. Por un lado, Sira, que invadía la mayor parte de sus pensamientos, preguntándose mil veces si realmente lo había visto o estaba alucinando como cuando se había desmayado, esa duda la inquietaba, pero también la inquietaba el hecho de que Lucy estaba en el lugar equivocado, estaba en una especie de coma, y eso no debía ser así, debía encontrar la paz. 

—¿Vas para otro lado Med?—Preguntó Aisha que se encontraba al lado de Dan mientras caminaban hacia el departamento. 

—Sí, iré a hacer compras.—Respondió Medley cuando se disponía a avanzar en sentido contrario, tenía que caminar unas 3 cuadras hasta el supermercado. 

—Bien, nos vemos mañana.— Sonrió y movió la mano hacia Medley en señal de saludo, por lo cuál ella la imitó.

Medley bien sabía que los muertos no padecían de algo tan mortal como hambre, pero aún así, dentro de su carrito de las compras había comida y alimentos como para dos personas, es decir, también para Lucy. 

No podía simplemente hacer como si nada y comer sola cuando la niña la estaba observando, además, era un gesto que necesitaba. 

Tomó lo necesario y algunos gustos, leche, mermelada, mantequilla, tostadas, galletas, muuchos dulces, y sí, eso era muuy necesario. También cosas más aburridas como harina, legumbres, entre otras cosas, sólo compró para abastecerse un tiempo. Luego volvería. 

Había una larga fila delante y detrás de ella, el supermercado era grande y con gran cantidad de gente, como si todos salieran a comprar a esta hora de repente. 

Pero Medley se sintió extraña, o más bien, observada. Ella siempre tuvo esa intuición y percepción de saber cuando la estaban mirando. 

Se sintió mal, como cuando un montón de energía oscura se cuela por tus poros, un leve mareo la invadió pero supo evadirlo en un instante y buscó frenética de dónde provenía aquella mirada. 

Hacia atrás, los costados, adelante, e incluso arriba. Nada. 

La fila avanzaba al igual que su ansiedad y desesperación, sentía la mirada firme observándola, pero no era capaz de divisar de dónde provenía. 

Al momento de pagar, y cuando ya estaba abriendo su billetera luego de colocar todos los alimentos en la mesada de la cajera, se topó con la tan esperada mirada, de esas miradas oscuras y penetrantes, que te dejan helada, un hombre, blanco como el papel, e incluso con algo de ojeras rojas, albino, el pelo color nieve y cejas del mismo color. 

Miedo es lo que sintió Medley en ese momento.

—Señorita.— De repente la voz de la cajera la sacó de su trance. 

—Sí, lo siento.—Contestó de repente y dirigió la mirada hacia el dinero que tenía en sus manos y se lo entregó. 

—Aquí tiene su vuelto.— La cajera le entregó un par de billetes y monedas.

—Gracias, buenas noches.—Sonrió Medley mientras buscaba otra vez aquella mirada, pero cuando quiso encontrarla otra vez, ya no estaba. 

Sintió el sudor que comenzaba a brotar por cada poro de su piel, mientras que su respiración aumentaba a medida que su corazón bombeaba cada vez más rápido. La boca se le secaba con cada bocanada de aire que tomaba. 

𝕯 𝖊 𝖒 𝖔 𝖓' 𝖘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora