Capítulo 27: Al otro lado de la frontera.

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     Las hojas del calendario comenzaron a caer, los días pasaban a un ritmo descompasado; los pocos días que pudieron pasar juntos, solo un fin de semana más lograron arañar al eterno y pesado enero, se fueron a paso acelerado, por el contrario, el resto de los días no tuvieron la más mínima prisa por irse.

     Aquel mes de enero, día sí y día también les traía noticias del otro lado del planeta, así el 23 de enero, justo un día antes de Mike aterrizar en Madrid, Wuhan se convirtió en una ciudad fantasma. De película de fin de semana les parecieron las imágenes de las vacías calles mientras veían las noticias acurrucados en el sofá. Ninguno de los dos, ni occidente en general, se planteó la posibilidad que aquella realidad, que parecía haber saltado de alguna novela de ciencia ficción, terminaría por convertirse en su propia realidad.

     Pronto, la realidad se convirtió en otra, esporádicos casos comenzaron a aparecer por la vieja Europa, en España el último día de enero un turista alemán sería aislado en la isla de la Gomera. Poco a poco el que les había parecido un mundo ficticio fue llenando las portadas de todos los tabloides, acaparando las carteleras de todos los informativos.

     Sus propios mensajes y llamadas se vieron teñidos por lo que en febrero ya era el tema de todo el mundo. Asombrados asistieron al confinamiento de Milán, a los cantos en los balcones de los italianos, pero seguían tranquilos en su propia burbuja. Para ellos la única realidad era el otro, el poder sentirse más cerca a pesar de los odiosos mil doscientos kilómetros que los separaba, aunque más odioso les pareció febrero, que no les dejó encontrarse sin necesidad de tener una pantalla por medio.

     Atroces les pareció aquellos veintinueve días que pesaron como una loza sobre de ellos. Sin embargo, lo que a otros les hubiese separado, a ellos les unió más, simplemente porque contaban con una larga experiencia a sus espaldas de estar distanciados, aunque ahora la lejanía se les hacía cuesta arriba porque a su lado ya no había nadie con quién olvidar o, intentar olvidar lo que sentían por el otro.

13 de marzo, 2020

 
     El silencio se hizo por completo en la enorme sala donde la mayoría de los trabajadores de la empresa se volcaban en los respectivos proyectos en los que se encontraban trabajando. Ni atisbo de sonrisa había en el rostro de Natalia, una hora atrás ella y los otros dos directores de proyectos se habían reunido con su jefe y eran conocedores de lo que pasaba, aunque aquel ya era un secreto a gritos.

—¿Cómo lo haremos? —preguntó Daniel.

—En principio pararemos durante los próximos quince días, los responsables de cada equipo de trabajo y yo estaremos en contacto directo.―respondió Fernando.

—¿Qué hago con tus reservas de vuelo para París y Londres de la próxima semana? —Adela preguntó a Natalia.

—Anúlalas—respondió seria sin poder evitar un fuerte pinchazo en el estómago—. Por el momento, nada de viajar.

     Marga le dedicó una disimulada mirada y un atisbo de sonrisa, sabía que más allá de la pandemia, de la grave situación médica a nivel estatal y mundial, en la inexistente sonrisa de su jefa y amiga había una motivación diferente.

    Larga se hizo la hora de conversación, de dudas sin respuesta sobre la nueva realidad que se les avecinaba.

―¿Puedo pasar?―Marga llamó a la puerta del despacho de Natalia, que andaba enfrascada frente al ordenador.

    Natalia no respondió, solo le dedicó una mirada a su amiga que, sin más entró y tomó asiento frente a ella.

―¿Cómo estás?

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