Capítulo 2: De Crucero Por El Egeo.

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     Maravilladas entraron en el enorme crucero, ninguna de las seis había estado antes a bordo de un barco igual, sin contar el ferry de Denia a Ibiza, siempre habían rechazado los cruceros, por resultarles aburridos y agobiantes. Sin embargo, todas aplaudieron la idea de Natalia cuando tras la propuesta de cinco días en Ibiza de Miriam, ella dijo: ―¿Y si nos vamos de crucero por las islas griegas?

     El barco parecía una ciudad en miniatura, dándoles pie a intuir cómo de enorme serían los trasatlánticos que van de punta a punta del mundo. Atentas escucharon las explicaciones del atractivo guía y siguiendo sus indicaciones se adentraron por los interminables pasillos del barco en busca de sus camarotes.

―¿Habéis visto cómo está el guía?

―Marga, de verdad, tú estás aceleradita últimamente. ―rio su hermana.

―¿Últimamente? ―Con clara ironía preguntó Natalia, consiguiendo la mirada de reprobación de su amiga. ―No me mires así, ¿acaso miento?

     Las risas de las seis no tardaron en dejarse oír, las caras de Marga y Natalia las superaba, a eso se le sumaba estar de vacaciones todas juntas, más la emoción que las embargaba por estar dentro de un impresionante barco que estaba a nada de zarpar rumbo a la más conocida de las islas cicladas, Mykonos, a donde llegarían a eso de las seis de la tarde para pasar un par de horas.

     De dos en dos se adentraron por los concurridos pasillos del crucero, parecía Madrid en hora punta, pues, todo el mundo andaba maleta en mano buscando su camarote para tomar posesión del mismo. Un par de veces Natalia se separó del grupo para hablar con alguno de los menores a los que había hecho de intérprete horas atrás.

―Natalia, deja ya de hacer de intérprete y haznos caso a nosotras ―gruñó Marga desde la puerta de su camarote al que no podía entrar, pues, Natalia llevaba la tarjeta.

―Voy…Voy…No podía dejarlos de ayudar.

―Sí…Sí…Ya te veo rodeada de ellos los cinco días, que sus padres les paguen unas clases.

―No seas gruñona ―Se detuvo ante la puerta de enfrente a la suya y tendió la tarjeta a Marga―. ¿Las chicas?

―En los dos camarotes contiguos.

     Marga se calló al pasar junto a ellas Mike y sus amigos, que ocupaban los camarotes de enfrente a los de ella.

Sorry ―dijo Natalia clavando su mirada en la penetrante mirada azul de Mike y quitándose de delante de la puerta de su camarote.

Don’t worry! ―respondió él sin dejar de mirarla ante la atenta mirada de sus amigos, que se callaron un instante.

     El silencio se apoderó no solo de los presentes sino del pasillo, solo se escuchaba el suave hilo musical donde sonaba el legendario Sirtaki de Zorba el griego. Silencio solo roto con el sonido de las puertas al cerrarse.

―Lo dicho el de los ojos azules está como le da la gana y le gustas a rabiar ―Marga se dejó caer en la amplia cama que compartirían las siguientes cuatro noches y clamó con una sonrisa suspicaz―. Si en algún momento necesitas el camarote para ti sola ni lo dudes, yo me quedo con las chicas sin problema. Tú pones el cartelito de «no molestar» en la puerta y santas pascuas.

―No digas tonterías, no me voy a liar con el inglés.

―Tonta si no lo haces, está muy bien y mira que nunca me han gustado los rubios, casi pelirrojo, pero joder está muy bueno y alto como él solo. Del metro noventa no baja seguro, por Dios, si con tacones parezco una liliputiense a su lado.

Cinco días WATTYS 2021 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora