Capítulo 21: Confesiones.

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     Martín y ella no coincidieron en el vuelo, ni tan siquiera en el aeropuerto. Él salió por la mañana vía Londres, ella voló vía directa a Madrid por la tarde. Una vez más la despedida fue dura en el aeropuerto, ambos se conformaron con un fuerte, sincero y largo abrazo ante la entrada del control de seguridad del aeropuerto. Mike permaneció impávido ante ella hasta perderla de vista al otro lado, ella se mantuvo firme hasta sentirse protegida y oculta para romper en un silencioso llanto.

    Pasó al aseo, necesitaba refrescarse la cara antes de subirse al avión, tenía que calmarse, ni de broma podía llegar a Madrid con aquella cara, no quería provocar el interrogatorio de su madre.

    Con cara de pocos amigos Mike entró en el McCannan’s, no le apetecía volver a casa de sus padres. En realidad, tenía ganas de empaquetar sus cosas y marcharse de regreso a Londres. Ahora Inverness olía a Natalia y, necesitaba con  urgencia desconectar de todo lo que se la traía a la mente.

―Muy buenas―lo saludó Eileen desde detrás de la barra―, ¿lo de siempre?

―Sí, gracias.

―No te preguntó por Natalia, imagino que ya se ha ido.

―Sí…

―Al igual que intuyo que esa cara es por ella.

―Eileen no…

―No, Mike, no me vengas con Eileen no―lo interrumpió seria―, ¿puedes explicarme qué es esa estupidez de ser amigos?

―Eileen…

―Michael Taylor, déjate de tonterías y respóndeme con sinceridad. Entre tú y yo jamás han existido los secretos, tú has estado a mi lado cada vez que me han roto el corazón, recuerdo aquella vez que te viniste de Londres solo porque acababa de romper con el imbécil de James.

―Perdona, me habías llamado llorando y era imposible consolarte por teléfono.

―Y yo te lo agradezco―Se colgó de su brazo y lo besó en las mejillas―. Mike no te dije nada cuando empezaste a salir de nuevo con Susan, te aseguro que me pilló por sorpresa, pensé que se trataría de un polvo de una noche y ya…

―Yo también lo creí…―Dio un sorbo a su cerveza.

―Durante todo este tiempo no me he metido con tu relación de amistad con Natalia, algo me decía que había algo más y, joder, Mike, lo he visto con mis propios ojos. Lo quieras o no, estás enamorado de ella y, ni si te ocurra desmentirlo―se apresuró a decir al ver sus intenciones―y, estoy totalmente segura que ella lo está de ti. Es más, lo de ayer fue una declaración de intenciones, te pidió a gritos que la besaras y, estoy segura que no lo has hecho. ¿A qué no?―Lo miró a los ojos― ¿Por qué? ¿Puedes explicarme por qué?

―¿Te parece poco los kilómetros que nos separa o el puto brexit? ¿Cómo quieres que mantenga una relación con alguien que está a mil doscientos kilómetros de mi casa? Joder, Eileen, claro que estoy enamorado de ella, te juro que jamás en la vida he sentido lo que siento por ella, pero ella tiene su vida en Madrid. Yo no puedo pedirle que lo deje todo por mí, porque seamos sinceros, yo no tengo las mismas oportunidades de encontrar trabajo en Madrid que ella aquí. Ya la has oído, su inglés es perfecto, su acento es delicioso―Eileen no pudo disimular una sonrisa al escucharlo―. Y sí, es verdad, nos llevamos increíblemente bien desde el minuto uno de conocernos, conectamos desde el primer instante, pero nadie dice que todo fuera a ser así de vivir juntos.

―A eso nos arriesgamos siempre, viva ella fuera o en la esquina de tu casa.

―No, Eileen, no compares. Jamás sería lo mismo, los dos estaríamos en la misma ciudad. Ninguno tendría que sacrificar toda su vida para ir junto al otro.

Cinco días WATTYS 2021 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora