Capítulo 16: Tal vez en otra vida...

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      Al contrario de la sensación de rapidez de los cinco días vividos en la conocida como la Venecia del norte, el resto de los días de agosto se les hizo largos y tediosos. A Natalia le parecían insufribles las altas temperaturas madrileñas, pasando la mayor parte de los días metida en casa bajo el aire acondicionado. Mike los terminó de pasar en Inverness, dando las gracias porque su madre y hermanas no volvieran al ataque con el tema Natalia. No tenía ganas de discutir sobre sus sentimientos hacia su amiga, especialmente, porque no se veía con fuerzas de negar lo innegable; lo tenía claro, jamás en la vida había sentido algo tan fuerte por alguien.

      Los mensajes volvieron a formar una parte importante de su día a día, ya no solo encadenaban mensajes al final del día, sino que su contacto comenzaba nada más abrir los ojos. También se convirtió en costumbre que Mike empezara la mañana enviándole una fotografía de cómo su barba iba creciendo día a día. La fotografía diaria se convirtió en una fotografía semanal publicada en Instagram nada más regresar al trabajo, a la que de manera inmediata Natalia contestaba con caritas sonrientes y un «Llegará el día que limpiarás tus zapatos con ella». Al que seguía su «En tus manos está ponerle solución» y el «Yo no tengo problema, ya te afeitarás cuando te lo pida la chica de turno» de ella.

      Paul y el resto de los amigos de Mike, así como sus hermanas, su madre y sus primas no entendían los motivos para que cada viernes Mike subiera una foto y entre él y Natalia se desencadenaran los mismos mensajes sin cambiar una sola palabra, una sola coma semana tras semana.  

Octubre 2016  

     Dos meses hacía que no veía a sus amigos, el trabajo se había multiplicado a su regreso de Inverness, como también lo hicieron sus viajes, especialmente a la capital francesa que tanto le traía a Natalia a la mente. Tanto era así que en más de una ocasión le pareció reconocerla, reparando en su error solo al llegar junto a la chica en cuestión.

     Paul se levantó nada más verlo entrar en el bar, dándole un fuerte abrazo antes de que Mike continuara con la ronda de abrazos con el resto de sus amigos.

―¿No tienes para cuchillas? Joder, con las horas que pasas en el curro creí que te estabas haciendo de oro. ―comentó Rick.

―Igual se nos está haciendo hípster. ―Sean estiró los dedos y acarició la barba de su amigo.

―¿Acaso le molan las barbas a la muchacha? ―Suspicaz preguntó Charly.

―No sé cómo puedes pensar eso, Charly, no sabes que solo son amigos ―intervino Paul clavando la mirada en la de Mike, que le dedicó una irónica sonrisa―. Además, no os habéis dado cuenta que han de haber hecho algún tipo de apuesta, sus comentarios los delata.

―¿Me espías?

―Perdona, escribís públicamente, así que no es espionaje, más bien cotilleo. ―Sin disimular la risa comentó Paul.

―Voy a por una pinta, ¿alguien quiere algo?

―No, todos estamos servidos ―respondió Sean―. Tú eres el tardón, no preguntaré qué hacías, es viernes así que andarías subiendo foto de tu barba.

     La risa fue unánime, resoplando Mike se acercó a la barra y regresó al par de minutos.

―¿Qué nos cuentas? Mira que te haces de rogar para verte. ―comentó Sean.

―Joder, es que el trabajo me trae de cabeza, ha sido una locura desde el regreso de las vacaciones. De hecho, juro que ya necesito vacaciones.

―¿Solo o en compañía? ―Apuntó Paul retándolo con la mirada.

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