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Fred no sabía que esperar cuando ambos hermanos le dijeron que irían a casa de su padre, pero la imagen que tenía enfrente se acercaba bastante a lo que él se había llegado a imaginar. Era una mansión, no una casa, tenía varios pisos y sus terrenos se extendían cada vez que miraba, había ventanales de pisos enteros, la puerta principal era dos veces su tamaño y en toda ventana y puerta estaba aquel símbolo que Sade y Leash tenían tatuado en sus cuellos, el mismo que Leash llevaba en anillo que solía llevar, mismo que le había dejado a Ron en su testamento el año pasado.

La casa podía ser magnifica, una arquitectura fascinante y los detalles eran bellos, de colores oscuros y sombríos, pero tenía una sensación de terror, como si estuviera repleta de fantasmas y secretos, que por lo que él había escuchado del hombre, no lo dudaba.

-¿Por qué no hay nadie aquí?- preguntó Sade en cuanto cruzaron la cerca de la entrada.

Y tenía razón, era extraño, por el tamaño y aspecto de la casa, por lo menos deberían vivir ahí como 30 personas, pero, no se veía nadie, incluso aún, no se escuchaba a nadie, todo estaba en silencio.

Leash no se había atrevido a decir nada desde que localizo la casa con la mirada, su agarre en su varita era tan fuerte que sus nudillos se estaban poniendo blancos. Camino hasta la gran puerta de madera gruesa y se quedo observándola, recordando que la última vez que la toco, fue en brazos de su madre, en una noche de tormenta, cuando ambas huyeron de ahí.

La toco con delicadeza y la puerta se abrió sola, al fin y al cabo estaba diseñada para que solo Slytherins pudieran abrirla. Leash inhaló fuertemente, casi con temor, pero no, ya no era la niña pequeña que había huido aquella noche, su padre siempre había querido que fuera fuerte, pues estaba a punto de demostrarle lo fuerte que se había convertido.

Entro a la casa con determinación y ambos chicos le siguieron, los tres con varita en mano, observando constantemente sus alrededores por si alguien los atacaba. Pero en cuanto entraron a la casa, comprobaron que efectivamente, no había nadie, la casa parecía intacta, los muebles estaban ahí, los cuadros, los libros, todo, pero era como si la casa fuera nueva, como si nadie hubiera vivido en aquellas paredes.

-Tal vez ya no vive aquí- sugirió Fred notando lo mismo que ellos

-No hay forma- dijo Sade- Lo conocemos, jamás se iría de aquí, todo su legado se forjo en esta casa, jamás la dejaría- insistió, caminando entre la casa, era tan surreal regresar después de tanto tiempo.

Sade había regresado varias veces por supuesto, pero jamás eran visitas amigables; entraba, sacaba a sus hermanos de ahí, peleaba con algunos tíos o amigos de su padre y salía, no se había tomado el tiempo de analizar los pasillos por los que él se crio, pero aún así, tenía años desde la última vez que había entrado.

-¿Entonces vamos a jugar a las escondidas con su papá o que procede?- preguntó Fred observando los cuadros del pasillo principal, había varios rostros que él jamás había visto, supuso que eran hermanos de la familia de su padre, tíos, sobrinos, etc, pero entonces, su mirada se enfocó en un cuadro individual de un retrato que él creo conocer.

-Wow- dijo Fred al ver la imagen-¿Eres tú?- le preguntó a Sade, señalando el cuadro y él camino para ver a lo que se refería.

-No- dijo Sade- Es mi padre, de joven- dijo con asco

Cuando Sade le había dicho a Fred que era parecido a su padre, no creyó que fuera tan parecido. Sade era una copia exacta, mismos ojos, mismo cabello, misma nariz, si bien era cierto que todos los hermanos de Sade se parecían por tener el mismo color de cabello y ojos, todos tenían una madre diferente, así que si había diferencia entre ellos. Pero Sade era completamente idéntico a su padre, de eso no había duda.

Fred continuó examinando la línea de retratos que cargaba el pasillo, pero de todos los cuadros, jamás vio a ninguno de los hermanos Salazar que él llegó a conocer, ni a Lidia, ni Sade, a ninguno de ellos, lo que sí, es que su mirada fue inmediatamente capturada por el único cabello diferente al resto.

-¿Leash?- preguntó Fred viendo el cuadro

Ella estaba revisando otra cosa así que ni si quiera lo escucho, por lo que Sade se acercó de nuevo.

-Estas equivocado de nuevo- le dijo Sade- Esa es Margaret, la madre de Leash- explicó

Y de nuevo, Fred ya había escuchado que Leash y su madre eran parecidas, pero pudieron haber sido gemelas, cabello lago abundante, rojo como la sangre, unos ojos azules brillantes y pecas por el rostro, por su puesto que Margaret si se diferenciaba en varias cosas a Leash, en primera, su amiga ahora tenía un ojo blanco y una gran cicatriz marcada en el lado derecho de su rostro, Fred jamás llegó a ver a Leash sin sus marcas y cicatrices, pero estaba seguro que antes de eso, las hubiera confundido si las veía pasar juntas.

-¿La conociste?- le preguntó Fred al chico 

-¿A Margaret?- Sade asintió- Por supuesto, a donde Leash fuera, ella estaba, no era nuestra madre, pero nos cuido como una- dijo con melancolía

-¿Y tu madre?- le preguntó y Sade lo miró sin entender- Dijiste que tú mamá fue una de las amantes de su padre ¿Donde está ella?- le pregunto 

-Murió en parto- dijo Sade cortante- Jamás la conocí- 

Fred quiso agregar algo más pero Leash los llamó y los dos voltearon alerta.

-Ya cheque los perímetros y sólo detecte a una persona aparte de nosotros, tiene que estar aquí- aseguró Leash, hablando por primera vez desde que llegaron, posó su mirada en el cuadro que los chicos tenían en frente y por unos segundos su mano tembló, pero inmediatamente aparto la mirada- Creo que debemos separarnos y buscar en todos los cuartos- sugirió Leash 

-Oh claro- se burló Fred- ¿Y que se supone que haga si me lo encuentro, le digo: Hola suegrito, deje voy por sus hijos?- preguntó en burla pero Sade lo volteó a ver.

-¿Suegro de parte de quien?- le pregunto 

-Tú dime- le sonrió Fred y Sade abrió la boca para responder pero Leash los detuvo.

-Por más que me encantaría que ustedes dos ya se dijeran las cosas, en verdad no es el momento- dijo seria- La casa es muy grande y nos tardaremos mucho si no nos dividimos- explico Leash, Sade y Fred sabían que tenía razón, por lo cual, después de asignarse las diferentes áreas, se separaron a buscar respectivamente.

A Fred le toco el primer piso, todo lo que era la cocina, las salas, vestíbulos, comedores, etc. A Sade le tocaron los pisos superiores, los cuales solían ser estudios, cuartos de práctica, cuartos extra, etc, y finalmente, Leash termino con los pisos de en medio, los cuales eran todos los dormitorios.

A diferencia de Sade, Leash no había entrado a aquella casa desde que su madre la sacó, aquel día vivía constantemente en ella, Leash no entendía en ese momento por que era que tenía que irse, por que no se pudo despedir, por que huyeron en la noche y por que su madre estaba llorando, pero ahora, le hubiera gustado agradecerle más a su madre por haber sido tan valiente por las dos. Le causaba tristeza que ella vivió en esa casa sin poder entender el daño que le estaban haciendo, era una niña y no conocía algo diferente, pero ahora, caminando por aquellas mismas cuartos, sentía como si sus heridas se volvían a abrir.

Todas las puertas en su casa eran negras, todo combinaba con la casa, todo menos esa puerta, la puerta que era de su cuarto; su madre y ella la habían pintado de color azul, el color favorito de ella, por lo cual la puerta estaba mal pintada, con líneas hacía todos lados, dispareja, pero a Leash le encantaba y nunca quiso cambiarlo.

Tocó la manecilla del cuarto, como si le diera miedo abrir los recuerdos, por que una vez que regresará a ellos, no sabría si podría irse, así que abrió la puerta y entro a su pasado, uno en donde era inocente, uno en donde el mundo aun no pedía nada de ella, uno en el cual fue querida, abusada y destrozada.

No Lo Hagas-4 (Draco Malfoy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora