1. El niño tímido

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1. El niño tímido


(UNA VERSIÓN DE OCEAN DE ONCE AÑOS APROXIMADAMENTE)

Yo estaba normal, tranquila, imagínense una persona que está plácidamente dormida en su cama. Hasta que alguien, alguien sin remordimientos por el sueño de sus pares, interrumpe su descanso.

—¡¡Ocean Mary Fklarens!!

Se imaginan el susto del que fui víctima al despertarme con un grito como aquel.

— ¡Mamá!— rodé en mi cama — Eso definitivamente no hacía falta.

— Ajá, bueno, levántate. En 10 minutos te quiero lista—. Sí bueno, mi madre tampoco apoyaba la causa.

— ¡Mamáaa!—. Me quejé con mi voz algo distorsionada por un bostezo que interrumpió mis palabras.

—No, mamá nada ¡Arriba!—. ¿Qué podía hacer? Las madres tienen la última palabra.

Hice mi rutina de aseo diario, busqué algo adecuado para ir al colegio, me vestí y luego me peiné. En ese momento estaba en sexto de primaria y yo era de las "populares", nos encantaba, nos tenían envidia, todas intentaban ser como nosotras, éramos las típicas chicas que arrasan con todo a su paso y hacen lo que quieren cuando quieren porque nadie las cuestiona.

Qué tiempos aquellos.

Vivir en un mundo donde lo más importante es siempre estar bien peinada, no dar una mala impresión a nadie, no estar, hablar, ni siquiera mirar a las personas incorrectas, asegurarse de no subir ninguna foto a Instagram en la que no saliera estrictamente perfecta y andar por los pasillos tirándole besos a todos; era mi día a día. Esa era mi vida, mi universo, esas eran las preocupaciones de mi yo de once años.

Repito, de mi yo de once años, ¿Cuándo se ha visto eso? No sé qué nos creíamos la verdad, pero en mi defensa Disney no aporta mucho.

En fin, el punto es que yo era su 'líder' y con líder me refiero a qué yo era la que estaba en medio de mis otras dos amigas cuando entrábamos a la escuela, la que organizaba las salidas y reuniones fuera de la escuela y a la que siempre le preguntaban cómo y cuándo hacer las cosas.

No sé por qué no tenía un Oscar a la niña de once años con más vida social del mundo.

Siempre me voy a cuestionar esa superficialidad en la que vivía, no es que ahora sea muy diferente, pero por lo menos no ando con dos secuaces por todos lados como si fuera Ámbar de Soy Luna.

Repito, Disney no me aportaba mucho.

Al bajar por las escaleras comencé a caminar como modelo de pasarela, al final cuando llegue a la cocina donde mi mama me veía sonriendo di una vuelta y eche mi cabello hacia atrás en plan "soy la diva aquí, compermiso" un gesto muy mío.

— ¿Estoy fabulosa no es así?—. Bueno, creo que en ese sentido no he cambiado mucho.

—Claro que si hija, como siempre—. Se secó una lagrima y me vino a abrazar, me sorprendí un poco pero aun así le respondí el abrazo, poco después entendería el porqué de tanta efusividad— Hija te amo mucho, lo sabes ¿no? —, me tomó por los hombros y me obligó a mirarla a los ojos— Y todo lo que haga, siempre, escúchame bien, siempre va a ser por y para tu seguridad y bienestar ¿Sí?

—Claro que si mama, no voy a morir, tranquila. También te amo— esas palabras parecieron entristecerla aún más así que me volvió a rodear con sus brazos en un abrazo que duró unos cuantos minutos.

Tal vez no todo acabe mal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora