13. A lo mucho le da con la silla

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13. A lo mucho le da con la silla

Maikel.

Qué.

Carajos.

Me quedo congelado en mi lugar, perplejo ante el giro tan drástico que había dado la conversación. No pensé que esto terminaría así, la verdad.

Pensé que Ocean seguiría gritándonos por los siglos de los siglos, hasta que se hartaría tanto que terminaría asesinando a alguien. Pero no esto.

Alzo la cabeza para observar a todos los demás a mi alrededor, que se encuentran igual o más perplejos que yo. Pero sobre todo Alex. Que ni siquiera ha podido apartar la mirada de las escaleras, con los labios entreabiertos y la misma posición que cuando la castaña había abandonado el salón.

Tuve ganas de decirle "¿todo bien en casa?" pero me contuve porque era un momento serio.

—Pero —articuló Jhon, rompiendo el tenso silencio.

—¿Qué? —le siguió Sabrina, pasmada.

Nadie dijo nada más por un buen rato. Como si cada uno estuviera sacando sus propias conclusiones, como si cada uno estuviera analizando la situación por su lado, repasando qué pudo haber hecho que desembocara en Ocean yéndose con lágrimas en los ojos por las escaleras.

—¿Quién va a ir? —De repente preguntó Sabrina, viéndose algo preocupada.

Todos la volteamos a ver. Pero nadie respondió.

—Porque alguien tiene que ir, ¿cierto? —Nos miró fijamente a todos con los ojos muy abiertos. Sin dar lugar a una respuesta negativa.

—Voy a ir yo.

Justamente él tenía que hablar.

Pero qué pendejo iluso.

Lo miré como si estuviera loco. Es decir, lo estaba, al parecer.

—¿Tú no aprecias tu vida, o qué? —le espeto, en tono de regañina.

—¿A qué se debe la pregunta? —Despega, por fin, la mirada de las escaleras.

—Pobre —comenta el moreno, dedicándole una mirada de compasión.

—¡Alex, reacciona! ¡Eres la última persona que Ocean quiere ver! ¿No ves cómo se puso? —Hago un gesto con ambos brazos hacia dónde vimos a la castaña retirarse hace unos minutos, para probar mi punto—. ¿Eres tonto o te pagan?

—Yo digo que vaya Sabrina. Son cosas de chicas —Jhon se encoge de hombros.

Sabrina lo mira, indignada.

—¿"Cosas de chicas"? Eso es sexista, ¿no has oído hablar sobre que no hay cosas de chicas ni de chicos? ¿Que todas las cosas son para quién las quiera?

—Era un decir —Alza las manos, rendido—. Ya. No te alteres.

—Puta —la rubia le saca la lengua—. Yo voto por que vaya Alex.

Jhon se cruza de brazos, ofendido, pero no dice nada más.

—¡Pero Sabrina! ¿Quieres que hoy tengamos que ocultar un cadáver? ¿Es eso? —Agito los brazos, malhumorado.

—No creo que llegue a tanto. A lo mucho le da con la silla o algo.

Apoyo los brazos en la mesa y dejo caer mi cabeza entre ellos dramáticamente, para dejar en claro que todos me caen mal y que todo esto va a terminar mal.

Tampoco es que eso fuera a cambiar algo.

Sabrina resopla y le dice algo en voz baja a Jhon, y sospecho que es un insulto. Jhon le responde susurrando también y ambos ríen en voz baja, empujándose juguetonamente. Hago un espacio entre mis brazos y ladeo la cabeza para observarlos por una pequeña rendija sin que se den cuenta. Entrecierro los ojos. ¿De qué me perdí? ¿Qué tanto se ríen?

Tal vez no todo acabe mal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora