19. Almas demoníacas

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19. Almas demoníacas

Luego de que Javier se fue a la mierda, me quedé viendo una serie de esas de 2015 en Disney, me comí dos paquetes más de papas y cuando me di cuenta, ya iba a ser la hora de la novela.

Estaba justo en su clímax, en el capítulo anterior todos los personajes, buenos o malos, se habían puesto en contra de La Diabla y estaban re enojados, hasta el narco que la protagonista odiaba se había puesto del lado de los buenos para intentar atraparla por segunda vez, ya que el primer intento de captura había salido mal y Jessica había logrado escaparse del Titi.

Pero porque él es un estúpido y la dejó ir, ¿por qué todo tenía que ser tan frustrante? Si le hubiera disparado en la pierna rápido no se hubiera salido con la suya, pero claro, tenía que ir con sus estupideces.

De repente deseé que Alex estuviera aquí para discutir con él, siempre tenía algo que rebatir y sus argumentos eran interesantes.

—¿Dónde te metiste, italiano pendejo? —le hablé al aire.

No habían pasado ni dos segundos y ya se estaba abriendo la puerta de entrada.

¿Quién...? No podía ser él... ¿o sí?

Me incorporé.

Y Jhon asomó su cabeza, con una sonrisa algo tímida en el rostro.

Fruncí el ceño, preguntándome en primer lugar cómo había podido pensar que con solo nombrarlo sería él y en segundo qué estaba haciendo el moreno aquí.

—¿Llegué muy tarde para ver la masacre? Traje gomitas, no quería ver la novela solo en mi solitaria casa.

—Tú no tienes cable en tu casa, Jhon —le recordé, riendo.

—También. —Hizo un gesto con la mano para restarle importancia—. ¿Y toda la banda? —preguntó al verme a mí sola con mi cobija.

—Eso quisiera saber yo —murmuré mientras me movía para hacerle lugar en el sofá.

Él se lanzó a mi lado e hizo el amague para arroparse, pero lo manoteé y le señalé las escaleras para que se fuera a buscar su propio abrigo si quería, me sacó la lengua y empezó a subir.

Y se llevó las gomitas, el desgraciado.

Agradecía que hubiera venido, aunque él no fuera Alex había demostrado ser un buen amigo, Maikel estaba haciendo quién sabe qué (cuando volviera le esperaba un interrogatorio), a Javier mejor ni lo nombremos, Sabri estaba con su madre y Alex... suspiré, ya me había rendido.

Me puse a pensar en cómo las circunstancias nos unieron y solo en situaciones circunstanciales nos relacionábamos: él era el único con el que no había creado un lazo aparte de lo estrictamente social.

Me propuse conocerlo hoy un poco más.

Bajó del piso de arriba justo cuando estaban dando las escenas del capítulo anterior, apuró el paso y se sentó en posición de indio con la manta cubriendo sus piernas, abrió la bolsa de gomitas y la puso en medio de ambos.

—¿Qué gomitas son? —pregunté.

Las miró, como si no se lo hubiera planteado antes.

—No sé, gomitas de tienda, supongo.

—¿Cómo que gomitas de tienda? —Las miré con desconfianza.

—Que no sé. Estaban en mi estante, cómetelas y listo.

—Esas no son la marca que yo como.

—¿Y? —Se metió un par en la boca.

—¿Cómo sé que no me voy a morir por comerlas?

Tal vez no todo acabe mal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora