9. Cuatro tiros en la espalda

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9. Cuatro tiros en la espalda

Este capítulo va dedicado a @_empanada_de_humus por siempre estar pendiente de las actualizaciones y porque me pidió específicamente que cierto moreno apareciera en el capítulo de hoy, disfrútalo beibi <3 

Odio la física.

Odio la química.

Odio las matemáticas.

Odio la vida.

Suspiro y hago otro intento.

— ¿Entonces los grupos son los horizontales y los períodos los verticales?

—No, Ocean. Al revés.

— ¿Y de este lado están los gases nobles, no? —señalo un sitio de la tabla periódica.

—Al otro extremo. —aclara Melody, con una sonrisita divertida en los labios y un tono suave.

—Renuncio. Me retiro. Esto es imposible. —impulso mi silla con las manos y las rueditas de esta la desplazan hacia atrás.

—Hey, no estés así. Al menos ya pudiste comprender la diferencia entre un número atómico y el número másico. —Me dice, dándome un par de palmaditas en el hombro a modo de consuelo, para luego empezar a guardar los materiales en su mochila—. Eso fue suficiente por hoy, recuerda hacer los ejercicios que te dejé. —me señala con una mirada de advertencia.

—Sí, sí. Lo sé. Los haré. ¿Qué? ¿No confías en mí? —llevo una mano a mi corazón.

— ¿Nos vemos mañana? —ignora mi pregunta.

— ¿Acaso tengo opción?

—Claro que no. Hasta mañana, linda. —me da un beso en la mejilla y se va.

Melody era una veinteañera que los funcionarios de del Centro de cuidados de Hirom lograron contratar para que pudiera tener mi título de secundaria cuando abandoné la escuela (eso es otra historia). De alguna forma, y con un montón de papeleo pesado, ella logró adquirir un título (¿o era un certificado?) para educar a pendejas caprichosas como yo que no quisieran asistir a la escuela, por el motivo que sea.

Era extremadamente paciente conmigo y no me reprendía al no entender algo, es más, me animaba a tomarme un descanso para luego retomar las clases unos minutos después. Le había tomado cariño al poco tiempo de conocernos y, aunque me diera toda la pereza del mundo diferenciar las características de un metal de transición y de un metaloide, Melody ya me había explicado que eran temas que estaban en los contenidos académicos de todas las escuelas, y no podía dar por sentado que yo había pasado de año si no "sabía" todas esas cosas.

Y bueno, ¿qué se le iba a hacer?

Venía a darme clases de lunes a viernes, desde las nueve y media de la mañana hasta las dos de la tarde, era casi como ir a la escuela normal, sólo que empezábamos y terminábamos un poco más tarde. Y los fines de semana iba a trabajar a Friday's y eso no interfería en mis estudios.

Hasta que... bueno, cierto príncipe verde entró a mi vida a revolverlo todo.

Escuché el chirrido de las bisagras de la puerta, como esta se desplazó lentamente hasta dejar ver cierta cabellera rubia que, para mi suerte o desgracia, ya estaba empezando a ser familiar.

Hablando del rey de Roma...

—Y él que se asoma. —Volteo mi silla hacia él—. ¿Tú no te habías ido?

—Por lo que se ve, no. Todavía no. —responde, empujándome desde espaldar de la silla para ayudar. Yo suelto una risita.

Por lo que se ve —imito su voz grave—. Cómo ser anormales con Alex parte mil quinientos noventa y dos.

Tal vez no todo acabe mal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora