14. Este libro aún no está terminado

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14. Este libro aún no está terminado

Bueno, han pasado un par de cosas en las últimas semanas.

Luego de mi pequeño... emm, desliz de emociones, Alex me ayudó a ordenar el desastre de ropa y cosas tiradas por todos lados, sin comentar absolutamente nada... Okay, miento, sí que estuvo murmurando cosas en italiano para sí mismo y negando con la cabeza en desaprobación, pero a mí me sonó a que estaba invocando un demonio o algo así.

Cuando vi que sostenía un cuaderno en el que no había más que rayones y garabatos sin sentido, entendí su actitud.

Por otro lado, resulta que en realidad mi tratamiento no eran dos meses de reposo absoluto completos (que tampoco estaba cumpliendo, de todas maneras) sino que eran dos meses y medio de reposo y resguardo de los agentes externos en general. Pero el reposo absoluto, absoluto, lo que se dice absoluto, era durante dos semanas nada más.

Y nadie me dijo nada hasta que se cumplieron esas dos semanas.

Con amigos así...

Como sea, lo siguiente a proceder era dejar de cubrirme la pierna con vendas, ya que, desde ahora, la quemada tendría que respirar.

También tenía que ponerme una crema que olía a desgracia, penas, gente incapacitada y geriátrico, como tres veces al día, y nada más me acordaba porque Alex era un pesado y se había puesto cuarenta alarmas, sin exagerar, y andaba persiguiéndome por toda la casa para que hiciera los ejercicios de flexibilidad que el doctor Mister Señor Cara de Culo me había indicado, los cuales, ya que estamos, eran jodidamente estúpidos, dolorosos y varios adjetivos más que no diré porque no quiero ser censurada.

Javier no se había vuelto a aparecer por aquí y tampoco había sabido nada más de él luego de nuestra discusión y casi lo prefería. Sabía que Maikel y Sabrina seguían viéndose con él fuera de la casa y no me decían nada. En las caras se les notaba el debate interior sobre si comentar o no algo al respecto cuando volvían luego de haber estado afuera, pero nunca decían nada.

Ahora, el momento que todos estábamos esperando.

Sí, sí, muy interesante todo Ocean, pero... ¿Qué pasó con la condenada peluquería?

No me van a creer.

Pero siempre la hicieron.

O sea, no la han hecho, pero la van a hacer.

Fue un momento bastante extraño, porque luego de sentirme capaz de enfrentar a todos en el comedor y bajar con Alex, nadie dijo nada, esperando a que yo hablara. Cuando lo hice fue para soltar una disculpa por mi actitud con un par de palabrotas de por medio que hicieron que el rubio me entrecerrara los ojos, les expliqué por qué me había sentido así de mal y les dije que no me jodía en absoluto que hicieran cualquier cosa en una de las habitaciones desocupadas de la casa, siempre y cuando me preguntaran primero.

Luego todos me abrazaron, incluso Jhon, aunque no tuviéramos tanta confianza, diciendo que no quería sentirse apartado del momento familiar.

Alex, por supuesto, se limitó a meterse las manos en los bolsillos del pantalón y a observarnos como si fuéramos sus nietos que se graduaban de la universidad y estuviera orgulloso de nosotros.

Después los golpeé con una cuchara de madera que estaba en la mesa porque me lastimaron la quemada entre tanto jaleo, pero fue lindo mientras duró.

En un momento de la semana, mientras Maikel estaba en la cocina haciendo un postre y bailando al ritmo que marcaba la canción que se reproducía desde allí y los demás pretendíamos prestarle atención a una serie animada que daban en la tele, rompí el silencio.

Tal vez no todo acabe mal [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora