CAPÍTULO 2

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- ¡Kagome, la comida esta lista! -

- ¡Enseguida voy Nee-san! -

Makomo negó levemente con la cabeza con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios, para después entrar a su casa a esperar a la menor.

Ha transcurrido un año desde la tragedia de sus padres, año en las que ellas tuvieron que apañárselas por sí mismas ya que no tenían familiares con los cuales tener apoyo, contando actualmente con diez años.

Por mutuo acuerdo decidieron que la mejor opción era quedarse en el templo y subsistir con lo que ellas cultivaban del pequeño invernadero que tenían detrás de su hogar; Toga las había instruido en eso por si algo les llegaba a suceder y no estuvieran con ellas.

Después del mes que se autoimpusieron de luto, Kagome por iniciativa propia continuo con su entrenamiento de su reiki; tal parecía que Midoriko tenía los mismos ideales de su esposo, ya que había dejado escritos de todo su linaje familiar al igual que algunos de su propia auditoria; entre ellos se encontraba desde métodos de meditación, conjuros de varios tipos y niveles, además de contar la existencia de demonios; pero no solo la ojidorada entrenaba sus habilidades espirituales sino también el manejo de la katana.

No solo ella se dedicó a entrenar, a pesar de no contar con las habilidades que su hermanita poseía, Makomo entrenaba el arte del esgrima.

Antes de que su hermana mayor la llamara, la ojidorada se encontraba entrenando con el arco que su padre y Makomo le obsequiaron después de su logro con el brote de flor de cerezo.

- Creo que dejare el entrenamiento hasta aquí o de lo contrario Nee-san me vendrá a traer de las orejas como la última vez - Soltó una pequeña risa tras pensar eso y sin más emprendió marcha al interior de su casa no sin antes mirar el despejado cielo de ese día.

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- Hola Okaa-san, Otou-san, Nee-san y yo hemos venido a visitarlos como cada mes - La voz de la azabache de ojos dorados era suave al hablarle a la tumba de sus padres.

- Okaa-san, déjame decirte que Kagome ha mejorado muchísimo con sus habilidades espirituales y tú también Otou-san, ella ya es capaz de levantar la katana sin que le tiemblen las piernas -

- ¡Nee-san! No tenías que decir eso - Exclamo algo avergonzada la menor haciendo reír a la ojician.

Tan sumidas estaban "platicando" con sus padres que desafortunadamente la noche las había tomado por sorpresa, por lo que el regreso a su casa sería algo peligroso. Ambas empezaron a caminar con sus sentidos alerta por si algún demonio llegaba a tomarlas por sorpresa.

- Pero que tenemos aquí, dos pequeñas humanas - Esa voz hizo que las mellizas se tensaran - Debo de estar de suerte al encontrar carne fresca - Rio de manera macabra después de esas palabras.

Makomo y Kagome se pudieron espalda con espalda para cubrir y poder ver con más facilidad a su enemigo.

De manera repentina, dicha criatura salió de las ramas de un árbol abalanzándose hacia las menores, imaginándose que ellas correrían presas del miedo, grave error para él, sin que se lo imaginara, Makomo blandió la pequeña katana que llevaba siempre consigo cuando sale de casa, terminando hiriéndolo de manera diagonal en el pecho, pero eso no quedo ahí, ya que Kagome le lanzo una flecha espiritual que para suerte de la criatura pudo esquivar.

Perplejo, el demonio se alejó de ellas por instinto, pero su sorpresa cambio a enojo por la acción de las pequeñas.

- Quise se benevolente y matarlas de manera rápida antes de comérmelas, pero cambié de opinión, malditas escuintlas -

HACIA UN NUEVO MAÑANA (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora