CAPÍTULO 41

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En un amplio campo se podían apreciar una docena de blancos dispersas en diversas posiciones y en distintas direcciones; a varios metros de ellos se encontraba una persona preparando un arco con su flecha, concentrándose en su objetivo.

Al ya tener en claro su propósito disparó la flecha, la cual se dirigía a su blanco a una increíble velocidad; a un par de metros de impactarse con el objetivo dicha flecha sufrió diversas divisiones, las cuales se impactaron en ocho de sus doce dianas.

- Maldita sea, otra vez falle - Pensaba la persona con frustración - Necesito entrenar más, de lo contrario no creo ser de mucha ayuda - Apretó demasiado fuerte su arco debido al enojo - Soy una completa inu...-

El insulto hacia sí misma se frenó al sentir una suave mano en su hombro, por lo que se giró para mirar con sorpresa de quien se trataba.

- No deberías frustrarte, cariño - Expresó una suave voz - Ya verás que las cosas te saldrán mejor si estas tranquila -

- Okaa-san ¿Qué haces aquí? - Preguntó con voz preocupada - Aun no te recuperas del todo -

- Vamos Sumiko, no exageres - Respondió cierta azabache de forma risueña - Me estaba aburriendo en mi cuarto -

- ¿Yushiro-san sabe que estas aquí? -

- Por supuesto que no ¿Por qué crees que vine a verte? - Expresó con una risa - El sol está en su máximo punto, no es como si él viniera a buscarme -

La menor no pudo más que soltar un suspiro, su madre a veces parecía no preocuparse por ella misma. Eso era con lo que el peliverde y ella lidiaban del diario.

Ellas junto con el demonio habían llegado hace ya ocho meses, tiempo en el cual la peliburdea aprovechó para mejorar sus habilidades espirituales, bueno, eso más bien lo sugirió la ojidorada, ya que esta intuía que dichas habilidades serían las principales protagonistas para su pelea final con Muzan.

- Que tal si te ayudo, cielo - Esa voz trajo a Sumiko a la realidad - Así también aprovecho para no perder la práctica -

- ¿Realmente te sientes en condiciones de hacer eso, Okaa-san? -

- Enserio ya me encuentro bien cariño, no tienes de que preocuparte -

La ojirubí no estaba muy convencida que digamos, y no era para menos, hace apenas un mes que su madre acababa de salir de la delicada situación en la que se vio envuelta, pero conociéndola bien sabía que no tomaría un no por respuesta.

- Mira, podemos hacer esto cielo - La voz de la mayor llamó su atención - Te indicó la postura correcta para lograr darle a todos los blancos sin tanto esfuerzo y en cuanto este lo mayormente recuperada realizare los ejercicios ¿Te parece bien? -

- Si es solo eso, entonces si Okaa-san -

- Entonces pongamos en marcha -

Antes de que continuaran con el entrenamiento, Sumiko fue por una roca para que la azabache tomara asiento, de ninguna manera la dejaría de pie.

Estuvieron así hasta que el sol comenzaba a ocultarse, para dicha de la menor ya podía hacer el disparo sin tanto desgaste, tal cual lo había dicho su mamá, se estaba preparando para realizar su último disparo cuando percibió a alguien ir hacia donde ellas se encontraban, por lo que ante la confundida expresión de la ojidorada bajo el arco.

- Tres, dos, uno...-

- ¡¿SE PUEDE SABER QUE HACES LEVANTADA?! -

Ese grito asustó a las pocas aves que apenas estaban por irse a descansar, provocando que tuvieran que salir volando de ahí.

HACIA UN NUEVO MAÑANA (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora