CAPÍTULO 4

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- Vaya, eso sí son casualidades de la vida - Expreso de forma serena Urokodaki mientras guardaba una hoja de papel - Casualidad que le brindo una excelente oportunidad en la Organización - Miro el despejado cielo tras decir esas palabras mientras que una sonrisa se dibujara en su boca, siendo oculta por su acostumbrada máscara.

Hace media hora, el de la máscara tengu había recibido una carta de la ojidorada, en ella le relato todo lo que había sucedido desde la última vez que se habían escrito hasta el día anterior. En ella le mencionaba que por azares del destino se había topado con la asesina de sus padres y que por fortuna pudo eliminarla, pero lo que más le sorprendió de eso es que se trató de nada menos que uno de los subordinados más cercanos de Kibutsuji.

Se preocupó mucho cuando leyó la parte en la que ella termino con el brazo izquierdo fracturado, pero se tranquilizó casi enseguida al enterarse que mientras se recuperaba estaría viviendo en la Finca del Pilar de la Llama.

- No cabe duda que está convirtiéndose en alguien fuerte a pasos agigantados - Fue su ultimo pensamiento mientras se dirigía al lugar en donde estaban entrenando sus más recientes alumnos.

En cuanto llego a su destino, una pequeña venita se le marcó en la sien al ver al par de chicos recostados en la sombra de un frondoso árbol.

- ¡Sabito, Giyuu! - Ante tal grito, los menores pegaron tremendo brinco del susto al escucharlo - Así los quería encontrar par de flojos -

- Pero Urokodaki-san, Giyuu y yo ya terminamos la rutina que nos había asignado - Trato de defenderse un niño de cabello durazno y ojos lavanda - Y no creíamos mala idea esperarlo bajo un árbol para que nos diera nuevas indicaciones -

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- Pero Urokodaki-san, Giyuu y yo ya terminamos la rutina que nos había asignado - Trato de defenderse un niño de cabello durazno y ojos lavanda - Y no creíamos mala idea esperarlo bajo un árbol para que nos diera nuevas indicaciones -

- Sabito tiene razón Urokodaki-san, estuvimos esperándolo por aproximadamente quince minutos - Lo segundo el niño de cabellera negra y ojos azules - Discúlpenos por favor -

Urokodaki soltó un suspiro algo resignado, a la vez que se preguntaba cómo puede ser posible que dos niñas tuvieron mayor compromiso con el entrenamiento que los que tenía enfrente.

- Bien, entonces quiero que me den cien estocadas más - Se molestó un poco más al ver que estos se quejaban por lo bajo - Y por sus quejas que sean doscientas y en cuanto terminen con eso también quiero que le den dos vueltas a la montaña -

Con miedo de que su maestro empeore su castigo, ambos chicos se taparon la boca para comenzar a realizar lo pedido por el mayor. Al ver que los menores volvían a hacer su rutina, saco la hoja para leer nuevamente la última parte de la carta

"Espero pronto ir a visitarlo, cuídese mucho, y por favor no sea muy estricto con los chicos, no vaya a ser que terminen muriendo de agotamiento"

- Es bueno saber que aún hay bondad en tu corazón Kagome, bondad como para preocuparse por el bienestar de unos chicos que ni siquiera conoces - Soltó una pequeña risita a modo de que Giyuu y Sabito no lo escucharan, pero no se percató que los menores si lo habían notado, dejándolos levemente sorprendidos.

HACIA UN NUEVO MAÑANA (FINALIZADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora