Capítulo 33

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Di unos golpecitos en la puerta del baño.

—Alex, te traje algo de ropa —Dije, con un tono compasivo, mientras lo oía toser del otro lado de la puerta—, ya llamé a los médicos, vienen en camino para hacerte un test.

—Gracias, sólo... déjalas ahí y retrocede —Dijo paniqueado. Suspiré, estaba muy preocupado por él.

—Alex, no puedes estar ahí encerrado todo el tiempo, tienes que comer algo.

—Luego lo haré, pero no quiero contagiarte.

—Si estuvieses contagiado de algo, yo también debería estarlo, Alex —Intenté hacerlo entrar en razón—. Ten fe, seguro que no es nada grave.

—Aun así, Frank... aún no te contagias y, si estoy contagiado de algo grave, no quiero pegártelo.

—Es que es extraño, porque los virus que conocemos no funcionan así, son mucho más contagiosos, tiene que ser otra cosa.

—Por favor, Frank —Dijo con la voz temblorosa, iba a llorar.

Suspiré, sin saber qué más hacer. Dejé su ropa en el piso, frente a la puerta del baño, y sobre ésta, su móvil.

—Dejaré tu ropa aquí, si necesitas algo, lo más mínimo que sea, avísame —Dije angustiado, no quería dejarlo ahí, solo. Pero sabía que, si me quedaba, Alex se sentiría peor.

Él no respondió, sólo pude oírlo sollozar.

Me alejé del baño con un dolor en mi pecho y, a los minutos después, oí la puerta abrirse, sólo para volver a cerrarse rápidamente. Estaba todo en silencio, lo único que se oía eran los sollozos de Alex. Yo solté algunas lágrimas también, me dolía mucho oírlo así, pero realmente no sabía qué hacer para que se sintiera mejor, sólo esperar a que le hiciesen un test de contagio, y luego los resultados.

A las horas después llegaron dos médicos, vestidos con lo que, a mi parecer, era como un traje de astronauta nuclear. Tuve una pequeña plática con ellos, y luego los dirigí al baño donde estaba encerrado Alex. Nuevamente di suaves golpecitos.

—Alex, ya han llegado los médicos a tomarte un test —Avisé con una voz suave.

—No saldré a menos que estés lejos —Dijo, con miedo.

—Alex, por favor —Supliqué.

—Hablo en serio Frank.

Guardé silencio.

—Señor, será mejor que retroceda —Dijo uno de los médicos.

Yo sólo suspiré y me alejé. Pasé todo ese tiempo caminando de un lado al otro, con los brazos cruzados, frustrado por no poder hacer nada.

Algunos minutos después, escuché la puerta del baño cerrarse y vi a los médicos acercarse de vuelta.

—¿Todo en orden? —Pregunté, con el ceño fruncido.

—Le tomamos las muestras, recibirán sus resultados mañana por correo.

—¿Quiere hacerse un examen usted también? —Preguntó amablemente el otro— Para descartar posibilidades.

Me sentí un poco indignado, pues yo estaba completamente seguro de que lo que Alex tenía, no lo tenía yo. Estaba seguro de que no era algo grave, pero pensándolo fríamente, sabía que los tests nunca estaban de más.

—Seguro —Dije sin más.

El examen no tardó mucho. Cuando los médicos estaban guardando las muestras y sus implementos, uno de ellos volteó hacia mí, antes de irse.

—Si el test del chico es negativo —Comenzó—, no hay de qué preocuparse.

—¿Cómo lo sabe? —Pregunté esperanzado.

—Porque son los síntomas de un resfriado común.

Solté un suspiro, sonriendo, mientras ellos se largaban. No perdí un solo segundo desde que se fueron, fui corriendo al baño. Estaba seguro de que era un resfriado, después de todo quién sabe cuánto tiempo pasó jugando bajo la lluvia antes de que yo llegara a buscarlo.

—Alex —Dije después de calmarme un poco—, sal de ahí.

—Frank... —Respondió con monotonía

—No te voy a dejar solo allí adentro, lo que tienes no es más que un resfriado.

—¿Cómo estás tan seguro? ¿Cómo sabes que no son los síntomas de algún virus?

—Porque yo tengo un buen sistema inmunológico —Respondí—, casi nunca me resfrío, si lo que tú tienes fuese un virus, yo ya estaría contagiado y con los mismos síntomas que tú.

—... —Guardó silencio un momento. Luego dijo con voz dudosa— ¿Pero y si te equivocas?

—Lo enfrentaremos juntos... —Silencio— abre la puerta, Alex.

Pareció dudarlo un momento, temí que se negara, pero me permití suspirar aliviado cuando oí el seguro de la puerta ser quitado. La puerta se abrió lentamente, dejando ver a un Alex totalmente dubitativo, con miedo. Yo lo miré con compasión y tomé sus dos manos con delicadeza para luego tirar suavemente de ellas, sacándolo, por fin, del baño.

—¿Lo ves? —Le sonreí, acariciando su mano derecha con mi pulgar— Todo está bien.

Alex me observó un momento en silencio, con esa indescriptible mirada. Y luego, de un momento a otro, se encontraba refugiado en mi pecho, abrazándome con fuerza. Sonreí, y lo abracé fuertemente también, acariciando su cabello, y así nos mantuvimos un buen rato.

—¿Tienes hambre? —Pregunté, preocupado de que no había comido nada en todo el día.

—Mucha —Dijo risueño, aunque aún un poco intranquilo.

Reí.

—Ven, vamos a la cocina, te haré algo de comer —Dije acariciando su cabello.

Tras la mascarilla (Staxxby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora