Capítulo 38

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Los días eran grises, me sentía desanimado todo el tiempo. Intentaba seguir teniendo esperanzas de que Rashid se recuperase y volviese con nosotros.

Recuerdo que hicimos una videollamada; Alex, Abigail, Ozan y yo. Los cuatro estábamos mal, nos hacía falta nuestro amigo y, a pesar que no haberlo visto durante la cuarentena, se notaba su ausencia.

Abigail lloraba todo el tiempo, necesitaba a su novio, y es que yo la comprendía totalmente, no sabía qué sería de mí si Alex estuviese en la misma situación, hoy él es mi pilar. No podía entender del todo a Abigail, porque no estaba viviendo lo mismo que ella, pero comprendía su sufrimiento.

Alex pasaba el día en silencio, con miedo, con el temor de que aquello pudo haberle pasado a cualquiera. Esos días, Alex estaba muy temeroso de que yo saliese a la calle por cualquier cosa, o incluso que abriera la puerta. No quería pasar por lo que Abigail estaba pasando.

Ozan estaba muy angustiado, no le había podido decir a Rashid su buena noticia. Sólo esperaba que se mejorara, él quería contarle, que Rashid se emocionara y que le deseara toda la suerte del mundo. Y que, en un futuro, lo viera crecer como futbolista, quería que estuviese presente cuando surgiera, y poder invitarlo a verlo jugar en las grandes ligas. Quería que él viera lo que habíamos logrado al convencer a su padre.

Yo intentaba ser fuerte, mis amigos necesitaban que alguien tuviera una pizca de esperanza para compartirles, pero era difícil. Simplemente, no había un lado positivo que ver en esto, no existía. En el fondo de mi corazón, sabía lo que vendría.

Rashid no estaba mejorando, había días en los que estaba despierto, decían que abría levemente los párpados y movía los ojos, observaba todo como si estuviese en otro planeta, y claro, para él había estado en su casa y, en un parpadeo, estaba en un hospital. No tenía idea de las tortuosas dos semanas que habían pasado.

Nos llegó una notificación a todos, era de Abigail. Era una nota de voz donde nos decía que no podía escribir, tenía los ojos nublados por el llanto. Decía que la habían llamado del hospital, porque había exigido fervientemente que le notificaran de absolutamente todo lo que pase, lo que no pase, y lo que pueda pasar con Rashid, y así fue. La llamaron para decirle que Rashid estaba despierto, muy débil como siempre, pero los médicos presentían lo que se venía, sus palabras fueron muy claras.

—"Venga y dígale que lo quiere mucho."

Con el dolor de su corazón, ella fue.

No supimos nada de ella durante algunas horas, puesto que se quedó en el hospital. Pero luego nos contó lo que pasó.

Nos dijo que había llegado y que Rashid estaba despierto, mirando todo el lugar. Estaba cerca del ventanal, y podía oír lo que le decía, lo sabía porque le había sonreído levemente cuando la vio.

Abigail le contó todo, le contó que Ozan había sido llamado de un equipo turco llamado Galatasaray, y que lograría ser futbolista profesional gracias a lo que habíamos hecho. Le habló de mí, le dijo de mi relación con Alex, esa que no existiría si no fuese porque él y Ozan me hicieron darme cuenta de lo que sentía, le dijo que todo iba viento en popa en nuestra relación.

Dijo que Rashid sonrió todo el tiempo, estaba contento por nosotros.

Y le dijo lo que tenía que decirle, le dijo que lo amaba y le dijo cosas que no quiso compartir con nosotros, pero que habían hecho a Rashid muy feliz.

Nos dijo que, juntando el poquito de energía que le quedaba, levantó su mano y se quitó la máscara de oxígeno de la cara, para hablarle. Su voz era muy baja y más se complicaba oírlo por el vidrio, pero ella entendió lo que decía.

—Estoy muy orgulloso de todos ustedes —Dijo con un tono de voz tenue, pero sonriendo—, diles a los chicos que no se detengan, que sigan sus sueños hasta alcanzarlos... y nunca tengan miedo...

También se despidió de Abigail, con una lágrima cayendo por su cien, pero sonriendo con sinceridad. Le dijo, esforzándose, que le amaba y algunas cosas más con respecto a lo que ella le había dicho. Y le dijo que la amaba.

El tiempo que Abigail tenía para estar ahí pronto se acabó, pero ella tomó la valiente decisión de aguardar esa noticia en la sala de espera del hospital. Y, tal como todos sabíamos, no tardó en llegar.

Rashid falleció esa tarde, con una sonrisa en su rostro.

Tras la mascarilla (Staxxby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora