Capítulo 35

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La sensación había sido tan increíble que había quedado extasiado, intentando tranquilizar mi respiración mientras Alex se levantaba, sonriendo, y se recostaba a mi lado, limpiándose la boca.

Los últimos meses habían sido fantásticos de un modo inexplicable. Definitivamente, el haberle pedido a Alex que se quedara conmigo durante la cuarentena había sido probablemente la mejor idea que había tenido en mi vida. Nos apoyábamos mutuamente, Alex había aprendido a cocinar algunos platillos básicos y yo había conseguido un teletrabajo temporal en el área de ventas de una empresa pequeña. Y sí, habíamos tenido mucho sexo, lo cual nunca estaba de más.

Nos habíamos mantenido en contacto por videollamadas con Rashid y Ozan, y también con Rubén. Además, del mismo modo, conocimos a Abigail, la novia de Rashid —porque sí, ya eran novios—, ella era una chica española muy adorable. Yo decía que ella y Rashid eran el uno para el otro.

Me volteé, ya más calmado, hacia Alex. Él sonreía victorioso, acostado boca abajo, con el pecho levantado, apoyándose en sus codos.

—¿De verdad nadie te había hecho eso? —Preguntó, acariciando mi cabello.

—De verdad... —Dije en un suspiro, sonriendo.

—¿Y cómo estuvo? —Sonrió coqueto.

—Pues ¿cómo crees? —Reí, apartando de sus ojos su cabello, el cual ya estaba bastante largo— Estuvo increíble... aún tienes la boca manchada.

Pasé mi pulgar por la comisura de sus labios y quité la gota blanca que aún yacía ahí. Estuve a punto de limpiarme en las sábanas, pero Alex tomó mi muñeca con fuerza y chupó mi dedo de un modo muy obsceno. Sonreí pícaro.

—No juegues con fuego, pequeño —Advertí con una voz grave.

Él se quitó mi dedo de la boca y sonrió, con seducción. Pero de pronto se levantó de la cama y caminó al armario.

—Me encantaría seguir, pero tengo que trabajar —Dijo, fingiendo inocencia—, además, es muy temprano.

Reí, pasando mi mano por mi cabello, en un intento de calmarme, pues aquello sí me había prendido un poco.

—De acuerdo, pequeño —Me levanté de la cama, poniéndome a su espalda, pegando mi miembro endurecido a sus nalgas desnudas. No iba a dejar eso así. Alex dio un respingo, soltando un jadeo—, yo tengo que salir a la tienda, volveré en unos minutos.

—Sí... —Dijo, en un suspiro, apoyando su cabeza en mi hombro, con los ojos cerrados.

—¿Me has oído? —Sonreí. No creía que haya puesto atención a lo que le había dicho.

—¿Ah? —Dijo, volviendo a la realidad, separándose de mí y volteándose— ¿Qué has dicho?

Sonreí divertido. Había logrado vengarme.

—Que iré a la tienda del señor Leiva, tengo que ir a buscar nuestra caja.

—Ah sí, claro —Dijo, aún algo descolocado. Suspiró— Iré a darme una ducha —Anunció.

Tomó una toalla y se fue al baño. Tuve unas tremendas ganas de ir con él y tomarlo en la ducha, pero se me haría tarde, y yo también tenía que trabajar. Juntando mi fuerza de voluntad, quité esa idea de mi cabeza y me vestí para salir.

Tras la mascarilla (Staxxby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora