Capítulo 9

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Era un partido amistoso, como siempre. Sólo jugábamos, es más, la mayoría de los chicos que jugaban el fin de semana, lo hacían para liberar la tensión acumulada durante la semana, y esta vez me incluía.

El equipo contrario era bueno. Generalmente jugábamos con y contra amigos y conocidos de Ozan, que lo invitan a él y él nos invita a nosotros, por eso era normal que no conociese a nadie.

Ya casi terminábamos el partido, íbamos ganando 3 a 2. Rashid me dio un pase que paré de pecho y controlé con los pies luego. Intenté subir, y los jugadores del equipo contrario se alertaron. Uno se me puso enfrente, yo me detuve, parando la pelota con el pie y levanté mi mirada, en un principio fue para buscar a alguien de mi equipo a quién darle un pase, pero mi atención se la quedó el jugador que tenía en frente.

Era él, estaba seguro. Ni con todo lo que intenté pude olvidarme de sus ojos, estaba totalmente seguro de que era él. Además, era la misma mascarilla negra de tela.

Pero mi pensamiento se esfumó en el momento en el que otro jugador se acercó corriendo por mi lateral, intentando quitarme el balón y chocó con mi cuerpo. Yo no estaba atento y me derribó. Mi cabeza impactó contra el piso con fuerza.

Me sentí aturdido, me quedé quieto en el suelo un momento. Pude oír cómo mis compañeros comenzaron a reclamarle al jugador que me derribó, pero lo que más me llamó la atención fue volver a oír la voz de El chico.

—¡Oye! ¿¡Qué crees que haces!? —Le reclamó a su compañero, dándole un empujón.

—Frank —Oí la voz de Rashid. Que puso su mano en mi hombro y me volteó. Mi mirada inmediatamente se dirigió a El chico de ojos extraños— Estás sangrando... Ozan! Ambulans çağır!

—¡No! —Exclamé, intentando sentarme. No sabía nada de turco, pero entendí lo que había dicho— No hace falta una ambulancia, estoy bien.

—¿Estás seguro? —El chico se arrodilló a mi lado, mirándome.

Yo lo miré también, fijamente.

—Sí... estoy bien.

Llevé mi mano a mi ceja izquierda. Sólo ahí me di cuenta de que el golpe había sido más fuerte de lo que sentí, pues mis dedos quedaron manchados de sangre, y no poca.

—Será mejor que dejemos el juego hasta aquí —Propuso El chico, mirando a Rashid.

—Sí, será lo mejor.

Rashid y Ozan me ayudaron a ponerme de pie y comenzamos a caminar hacia una pequeña galería de asientos que había a un costado de la cancha, me senté en ella.

—Esperen aquí, iré por algo para limpiar esa herida, no se muevan —Dijo Ozan, mientras se iba.

—Su getir! —Le gritó Rashid.

—¿Qué le dijiste? —Pregunté a Rashid, mientras buscaba con la mirada a El chico, no tardé en encontrarlo, se dirigía a una mochila que había al otro extremo de la gradería.

—Sólo que trajera algo de agua.

—Creo que no te oyó —Dije sin dejar de mirar a El chico. En realidad, no sabía si lo había oído o no, todo lo que quería era que los chicos me dejaran a solas con él.

—Demonios —Murmuró.

—¿Crees que puedas ir tú a por agua? —Pregunté.

—Está bien —Se puso de pie—, quédate aquí.

—Sí señor —Dije, sabiendo que no lo iba a hacer.

Esperé pacientemente a que se alejara. Me puse de pie y me dirigí hacia El chico. Él no me notó llegar, estaba cerrando el cierre de su mochila y poniéndosela al hombro.

—¿Necesitas ayuda con eso? —Dije sonriendo, él se volteó sorprendido— Se ve pesado.

—Sabía que eras tú —Dijo, bajando la mochila—, el chico que me ayudó con la caja ¿no?

—Hola —Dije, dándole la razón.

—Lamento que Gabriel te tirara ¿Estás bien?

—Sí, no fue más que un rasguño —Le quité importancia.

—Eso no fue un rasguño, fue un golpe en la cabeza —Dijo, noté un poco de humor en sus palabras. Abrió su mochila nuevamente y sacó una toalla muy pequeña— ¿Te importa si...?

—No, claro que no, adelante.

—Ven, siéntate aquí —Ordenó y, sin dudarlo, yo obedecí.

Dobló un par de veces la toalla y sacó de su mochila una botella con agua, vertió un poco en la toalla y se acercó a mí. Me sentí muy nervioso cuando apoyó su mano libre en mi mejilla. Con la toalla mojada, comenzó a limpiar la herida delicadamente, su mirada parecía tan concentrada, tan profunda.

—¿Te duele? —Preguntó en un tono bajo— ¿Te sientes mareado o algo así?

—No —Respondí, sin poder dejar de mirarlo.

—Te abriste la ceja —Informó, volviendo a rebuscar en su mochila y sacando un rollo pequeño de esparadrapo—, voy a ponerte esto para que la herida cierre, cierra los ojos.

Lo miré un momento más y luego los cerré. Sentí como volvía a pasar la toalla y luego comenzaba a pegar una tira de esparadrapo debajo la ceja y otra sobre ésta.

—¿Por qué llevas todo esto en tu mochila? —Pregunté, abriendo mi ojo derecho, el que no estaba tratando.

—Justamente para casos como este —Respondió con simpleza—, juego a menudo y este tipo de cosas suelen pasar, es bueno estar preparado.

—¿Y cómo sabes qué hacer?

—Un amigo mío estudió enfermería, él me enseñó —Continuó tratando la herida un momento más—. Ya está, puedes quitarte eso mañana con cuidado.

—Gracias —Le sonreí, abriendo los ojos y mirándolo a los suyos.

—De nada —Bajó la mirada.

—¡Frank! —Oí a Ozan llamarme desde donde me habían dejado.

—Ah... —Titubeé un momento, pero sabía que tenía que volver— bueno, me tengo que ir, gracias de nuevo.

Iba a dar un paso de regreso, pero me volteé hacia él una vez más. Noté que seguía mirando el suelo, y su cabello cubría un poco sus ojos. Quería verlo una vez más, así que, con cautela, acerqué mi mano a su rostro y aparté un poco el cabello para verlo mejor. Él volvió a levantar la mirada y le sonreí. Luego solté su cabello y volví con los chicos, aun sonriendo.


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Traducciones:

1. —¡Ozan! ¡Llama a una ambulancia!


2. —¡Trae agua!

Tras la mascarilla (Staxxby)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora