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Mentiroso. La ruta de los perdidos VI
Indiferente. Solo esa palabra podría describirlo.
A donde quiera que mira, la luna, los arboles, los pequeños insectos que aplasta con sus pisadas, solo es indiferente al daño que pueda causar en ellos.
Indiferente ante el calor abrumador que se forma por la repentina humedad, el sudor que le bajaba por las mejillas y hasta la manera en la cual sentía que su garganta estaba por desgarrarse.
Siempre se considero un cretino con los demás, antipático, que no le importaba nada que no fuera su preciado hermano o Fushiguro, o trabajar para ganar una miseria y no depender únicamente del dinero que brindaban sus padres adoptivos por sus emancipaciones. Siempre pensó que le faltaba algo, como una parte importante en su vida, lo sabía cuando veía a las madres cuidando de sus hijos o a los padres sermoneándoles en las calles, pero nunca le hizo caso, porque consideraba que no necesitaba de familia sanguínea para sentir que tenía una. Nunca pensó que fuera su memoria, que lo que a veces las personas veían tan confiable, podía ser lo menos seguro para depender de sus decisiones.
Si antes le hubieran preguntado; si prefería matar a mil personas o a Kaneki, habría matado a mil personas y seguiría apegado a esa idea, lo mismo habría aplicado para Guro, pero ahora, la respuesta era como si preguntaras a un empleado por un objeto en especifico, te abofeteara y humillara después como respuesta.
