Un duplo.

Segundo trimestre; Parte 7.

Lan Wangji vació todo el contenido del elegante recipiente en sus manos y las frotó una contra otra hasta que el viscoso contenido se calentó.

Cuando se sintió satisfecho, esparció el aromático aceite sobre el ya abultado abdomen de su marido. Ya era mucho más fácil distinguir la pancita, aunque aún le quedaba un largo camino para llegar a su máxima distención.

Con cariño, pero de manera sistemática cubrió toda la pancita con el aceite. Su masaje se extendió por toda la superficie y cuando toda la piel suave del abdomen fue abarcada, las manos aún muy resbaladizas subieron por los costados hasta del pecho igualmente descubierto.

En una posición casi a horcajadas, Lan Zhan sintió como se estremeció su esposo cuando aceitó con movimientos circulares y paralelos las areolas.

Su masaje fue amable y consentidor, se encargo de los pezones y de toda la extensión de los pectorales.

Delineo las clavículas e ignoro cualquier petición o súplica que soltó Wei Ying.

Por la posición supina, solo pudo masajear de manera incompleta los hombros, hasta que ambas manos que brillaban llegaron a la base del cuello.

—¿Me estas regalando un nuevo collar, marido?— Con los ojos llenos de travesura Wei Wuxian cuestionó.

El Gemelo de Jade, no se molestó en contestar antes de proseguir en su tarea. Una de sus manos se retiró, pero la otra subió aun más suave por la línea media del cuello, hasta llegar justo en el punto donde comienza la barbilla, siguió la línea de la mandíbula hasta que acuno la cara de su esposo.

—Wei Ying— Cuando Lan Wangji se movió para besar a su esposo, paso algo que nunca antes había ocurrido.

Al estar sobre Wei Ying e inclinarse para el beso, sus pancitas se tocaron.

Ambos fueron llamados por la sensación y dirigieron su vista al toque. Una pancita brillando por el aceite a la luz de las veles se frotaba delicadamente con la pancita blanca como la leche.

Wei Wuxian soltó una risita y procedió a jalar a su marido al beso que le quedo debiendo. El beso se intensificó, pero Lan Wangji se encargó te tomar todo el peso de su cuerpo y no presionar de más.

El Jade rompió el beso y sin prisa se sentó entre las piernas de su amor.

—¡Lan Zhan!— Se quejó Wei Wuxian cuando su marido con movimientos circulares volvió a masajear su abdomen.

Dejo de quejarse, cuando notó como aceite empezaba a gotear hacía su pubis.

Con las manos nuevamente llenas del aceite que recoleto, LanWangji redirigió su masaje a las extremidades inferiores.

Sin ninguna prenda interfiriendo, ambas manos tomaron la semirección que reposaba en el muslo de We Wuxian.

Después de unos movimientos dejo la ahora erección brillante y orgullosa.

La mano derecha de HuaGuang Jun descendió acariciando el escroto de su marido, pero siguió bajando.

Como reflejo, Wei Wuxian abrió aún más su piernas, afianzando sus plantas en la cama y levantado su pubis en dirección a la mano experimentada.

Lan Wangji con sus dedos aún bastante aceitados, acarició en círculos sobre el esfínter inferior.

Fue fácil para el dedo medio entrar en el relajado cuerpo del esposo de HuaGuang Jun.

—Lan Er-GeGe, por favor.

En respuesta, el dedo se enterró más profundamente a la vez que presionaba al techo de la cavidad.

Lan Zhan quería cuidar su esposo, así que coordino los movimientos de su mano izquierda al ritmo de las embestidas de su dedo.

El siempre vocal Wei Ying lo alentó a continuar y prontamente hubo en su interior tres dedos en movimiento.

—Lan Zhan, Lan Wangji, HuaGuang Jun, entra, entra—Suplicó el cultivador demoniaco. Queriendo apresurar las cosas, Wei Wuxian puso sus manos en su pecho y casi con desesperación las frotó hasta llegar a su pancita.

Después ofreció sus manos con todo el aceite que había recolectado a su esposo.

La vista de su esposo y la ofrenda le robaron la respiración a Lan Wangji, quien detuvo sus actividades y se arrodillo entre las piernas, y empujo su pubis hacía adelante.

Las dos manos de Wei Ying recibieron el falo erecto que con facilidad se resbalo entre ellas. Lan Zhan no pudo evitar gemir. Se retiró levemente y dio otra escotada a las manos que estaban dispuestas a recibirlo.

Con su propia maestría Wei Ying esparció el aceite.

Un par de estocadas tentativas, HuaGuang Jun se retiró lo suficiente para jalar a su esposo a sus brazos ahora ambos arrodillados. Aprovechando la posición, se unieron en un beso. Sus labio y su embarazos tocándose.

Para continuar con su Todos los días, Wei Ying tomo la iniciativa en sus manos y rodillas, con una sonrisa sobre su hombro invitó al otro hombre a entrar.

Ni corto ni perezoso, Lan Zhan se alineó y fue cuidadoso al entrar.

—¡Lan Zhan!— Lloriqueo su esposo impaciente.

Fingiendo autocontrol, Lan Wangji tomó las caderas de su marido evitando que se moviera.

Era el momento menos indicado para querer recordar las indicaciones del médico, pero tenían que ser cuidadosos.

Sus estocadas, fueron lentas y profundas. HuaGuan Jun usó sus manos para acariciar todo lo que quería besar, pero no querer forzar su propia pancita le impedía.

Lento pero pleno, se movieron hasta que ambos lograron su liberación.

Sin limpiar, se recostaron su cama llena de líquidos.

Wei Wuxian se recostó en el brazo de marido, para tomar el aún brillante aceite de su abdomen y empezar a frotarlo con devoción en la pancita blanca.

Lan Zhan, disfrutaba de los movimientos circulares con los ojos cerrados.

—Wei Yi— Lo que le iba a decir a su esposo, murió en los labios de HuaGuang Jun a la vez que abría los ojos con impresión y se incorporaba en la cama.

—¡Lan Zhan! — Lo siguió le Patriarca de Yilling. —¿Qué pasa?

—Se movió— La incredulidad fue fácilmente legible, en el rostro de Lan Zhan, a la vez que se llevaba sus manos a su pancita.  

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¿Es esto lo más pervertido que he escrito? Tal vez... Yo solo sé que quería escribir algo anatomicamente correcto, pero sucio, pero anatomicamente correcto y luego WangXian estaban haciendo lo que querían.

¿El aceite fue regalo de Jiang Chens? Efectivamente, claro que él no pensó en estos usos. 

Les voy a decir un secreto, Lan Zhan tiene aproximadamente cuatro meses y medio, en este punto de la historia.