Capítulo XXXI-Un pedazo de verdad.

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No sé qué tenía, pero estaba segura de que todo lo producía los medicamentos que me habían obligado a tomar. Estaba en el limbo, y un ejemplo claro era ese simple momento en el que hablaba con Michael Jackson y el verdadero Carter Lowell.

-Bueno… Veo que esto es extraño-comenté mientras la habitación se volvía de nuevo borrosa.

-¿Kim?, ¿Estás bien, cariño?-escuché una voz grave cerca de mi oído.

-¿Quién eres?

-Oh, claro, alguien… pero… ¿Qué te mejores?, me puedes llamar Blake.

-El apellido Blake no me gusta.

-Es tú apellido.

-Mi apellido es Dunne, los Blake sólo representan problemas, como Victor… o como mi verdadero padre que parecía tener una fuerza de voluntad nula.

-Tu madre fue la mala aquí. Ese hombre tenía su familia perfecta y de pronto apareció ella, lanzándose en sus brazos. 

-Pero Kayle no tenía que ceder, si en verdad quisiera a Firgana y a Carlo no le importaría que una mujer lo persiguiera.

-Él los quería, sólo que tú madre estaba dispuesta a arruinar a la familia.

-Pero arruinó su vida.

-No sabes la historia completa, pero no vine a eso. Kim… sé que has pasado por muchas cosas últimamente, pero todo va a mejorar, lo prometo, me encargaré de que tengas la vida perfecta que siempre has querido. Todo tiene una explicación y perdonarás a Victor.

-No tengo por qué perdonar a ese desgraciado.

-Y a mí.

-Ni siquiera sé quién eres, no puedo odiar a alguien que no puedo ver ni sé qué ha hecho.

-Tú siempre tan analítica. Prono sabrás quién soy, por el momento, estarás en observación estos días y luego volveremos a casa.

Una chispa de esperanza se encendió dentro de mí. ¿Casa?, ¿Con Ariane, mamá, Firgana y Carlo?

-¿Mi verdadera casa?-pregunté casi al instante.

-No, tú nueva casa.

-Blake, vamos-escuché una voz femenina llamar al señor raro que me hablaba.

-Adiós, Kim.

-Aloha.

Mi día transcurrió lleno de más medicinas. ¿Para qué tanto?, sólo había tenido un pre-infarto, eso no justifica que me droguen.

-¿Doc?, ¿Para qué tanta medicina?-le pregunté al señor de bata blanca que me inyectaba algo. No contestó.

La habitación del hospital era totalmente blanca pero no podía distinguir detalles. Todo se veía desenfocado y pensé en comprar unas gafas cuando saliera de allí.

Cuando ya estaba cansada de que mi cerebro trabajara tan lento, mis párpados empezaron a pesar casa vez más, y sentía que las extremidades de mi cuerpo ya no funcionaban.

Odio que me induzcan al sueño.

Era bastante extraño. Por un lado, era un poco consciente, pero lo demás era oscuridad. Sentía a mi cuerpo vagar por una fina capa de humo. Varias personas pasaban a mi lado y me ofrecían una sonrisa cálida. Pero una nueva cara fue la que más me llamó la atención.

Unos ojos azules me miraban con atención. Parecía un hombre mayor y un poco alto. Su barba acababa de ser rasurada y podía notar su mandíbula cuadrada tensarse al ver algo detrás de mí.

Ask (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora