XXVII- Cambio.

209 20 2
                                    

-Vamos, vamos, despierta, Kimberly.

Me revolví intentando alejar las voces llenas de preocupación. Quería dormir, por alguna razón que no recordaba, mi cuerpo se ahogaba en agotamiento.

-Kimberly.

Suspiré con exasperación y abrí mis ojos lentamente. Esperaba estar en mi cuarto, en la casa de Firgana o en el caso más probable: en un hospital.

Pero como la vida me odia, soy la persona más pesimista, dramática y complicada del mundo… Victor me taladraba con esos ojos azules tan característicos de los Blake.

-Buenos días, dormilona.

Mis instintos me alentaban a gritar, golpear, correr, morder, patear, huir, pero sabía que mis probabilidades de salir eran totalmente nulas.

Y más al ver que varios chicos musculosos tapaban las paredes.

-¿Ahora qué quieres?

-Bueno, te aferras tanto a la vida que sorprende. Tres intentos, y nada, sigues más que viva, así que te voy a encerrar para que todos finjamos que nunca exististe, Ariane pueda volver con su madre y Carter deje su jodida melancolía.

Ay, Dios, ¡¿Por qué no pude tener una vida normal?!

-Victor, estás loco, así que, si quieres así sea un poco a mamá, me dejarás ir, prometo no volver a joderte la vida… las últimas semanas lo estaba haciendo muy bien, ¿Recuerdas?, ni siquiera entiendo por qué estoy aquí, yo iba feliz junto con Carlo y luego…

Carro. Fuego. Lágrimas. Hospital. Gritos. Ojos verdes.

-Espera-continué- Estaba en un hospital por el accidente, Carter y tú entraron y… son unos hijos de…

-Nada de malas palabras, señorita. Te vas a quedar aquí, tranquila, hemos diseñado un cuarto a tu gusto, vas a tener comidas y todo eso, es como tu vida normal, pero no vas a poder salir. Vas a estudiar y si quieres chicos, aquí hay demasiados.

-¿Voy a ser Rapunzel?, Victor, no me puedes hacer esto, por favor.

Él se fue alejando mientras reía suavemente.

-Hasta nunca… Kimberly.

Le susurró algo a un chico cerca de la puerta y luego salió.

Esto no me daba buena espina.

No lo hagas, Kim.

Es peligroso, Kim.

No se ve de fiar, Kim.

Kim.

Kim.

Eres una idiota, Kim.

Todas las advertencias de Natasha atacaron mi mente. ¿Por qué no la escuché?, si no hubiera conocido a Carter… ¿Estaría pasando por todo esto?, ¿Para qué pensar en lo que hice mal?, ahora me debía concentrar en cómo huir.

-Kimberly, acompáñame-me dijo un joven rubio que se acercaba con paso lento.

Asentí y bajé lentamente de la cama en la que estaba. Las paredes de la habitación eran totalmente grises. Me recordaban a Outlast, de alguna manera.

El piso estaba helado. Caminé detrás del chico. No sabía dónde estaba, pero cada vez que cruzábamos algún pasillo o esquina, nos topábamos con millones de puertas.

Sí, no iba a ser fácil.

-Aquí-se detuvo de golpe frente a una puerta de madera. La abrió lentamente y me sorprendí al ver el gigantesco cuarto que me esperaba.

Las paredes estaban pintadas de un tono muy suave de amarillo. Varias bombillas que emitían luz dorada se esparcían por el techo. Una cama gigante ocupaba la parte más alejada de la puerta. Pude ver un televisor y una consola con varios juegos encima. No había ventanas, por supuesto. Las alfombras hacían que la habitación tuviera con toque cálido y el piso de madera se mantenía extrañamente tibio.

-Tus comidas llegarán en diferentes horas, tienes acceso a Internet, pero no podrás enviar mensajes de ayuda, ya entenderás por qué, si tienes ganas de hablar, nos tienes a nosotros o te dejaremos llamar  una vez por semana. Tu profesor va a venir todas las tardes pero no tendrás deberes. Hay un baño allí, la ducha tiene agua caliente, puedes salir de tu habitación pero sólo puedes moverte por éste piso. ¿Bien?

Asentí intentando captar toda la información. El chico me ofreció una cálida sonrisa antes de cerrar la puerta con suavidad.

Suspiré e intenté planear cada cosa con cuidado.

Victor no era idiota así que no podría enviarle un mensaje codificado a Natasha, así tuviera Internet, habría bloqueado las redes sociales. Si salía… bueno, seguramente me perdería.

Necesitaba tiempo. Mucho tiempo para hacer el plan perfecto. Me acerqué a la cama y pude notar el armario blanco. Saqué algunas prendas y me metí a la ducha rápidamente.

Cuando estuve de vuelta, me encontré con un chico en mitad del cuarto mirándome.

Sentí una rabia instantánea al  ver esos ojos verdes.

Me abalancé sobre Carter y le rasguñé la cara. Vi su expresión de dolor pero no se intentó alejar. Sabía que merecía estar muerto.

Así quisiera matarlo, quitarle la cabeza, insultarlo y escupirle… no podía, era muy difícil hacerle algo.

Me separé y lo miré fijamente.

-Kim…

-¿Qué?, ¿Qué me vas a decir ahora?, ¿Qué no debo huir?, ¿Qué me quieres?, sé que te gusta Amanda, sé que sólo me has engañado para que termine aquí. Pues mira, lo has logrado, soy una prisionera, no tengo vida, no me han podido matar, pero voy a desaparecer de sus vidas. No tienes que seguir rompiendo mi corazón.

-No me gusta Amanda…

Bufé mientras me tiraba en la cama.

-Kim, perdóname.

-Vete, Carter, vete antes de que te odie aún más.

Escuché que la puerta se cerraba y empecé a llorar. Tenía que afrontar esto como una persona fuerte, pero quería llorar en mi cama una noche.

Sólo una noche.

Ask (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora