Capítulo 9(parte 2)

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—James, acércala un poco más a ti —dijo el fotógrafo, y éste le hizo caso atrayendo a Emma hasta que sus rostros estuvieron a apenas unos centímetros y sus cuerpos se rozaban desde el pecho a la cintura.

El fotógrafo estaba tan cerca que podían oír perfectamente el sonido que hacía el obturador al cerrarse de manera incesante. Los ojos de Emma lo miraron por el rabillo del ojo.

—Eh, ignóralo. Mírame a mí —atrajo su atención James. Sus manos habían cambiado de posición y en lugar de sujetarla por la cintura le rodeaba la espalda.

Emma sentía que no podía respirar con normalidad, teniéndolo tan cerca y sintiendo sus fuertes brazos en torno a ella. Era tan masculino con aquella barba incipiente y aquel mentón cuadrado. Sus labios gruesos le resultaban tan tentadores… Y aquellos ojos, que no dejaban de mirarla con una intensidad que la derretía. ¡Por Dios! Si hasta estaba temblando.

Muchos chicos guapos habían intentado ligar con ella cuando aparecía en un lugar público con la apariencia de Sue, pero Emma nunca les había seguido el juego más de lo necesario, pues sabía que a quienes miraban ellos era a Sue, no a ella, y no podía soportar la idea de liarse con alguien fingiendo ser quien no era. Pero James… oh, Dios, James la veía a ella y no a Sue Johnson.

—Chicos, acercaos como si fuerais a besaros.

Los labios de Emma se descolgaron al oír aquello. ¿Qué? ¿Cómo? «Acercaos como si fuerais a besaros» resonaba la voz del fotógrafo en su cabeza. No se movió ni un centímetro, sus brazos todavía rodeando el cuello de James, pero éste sí que obedeció al fotógrafo y acercó su rostro al de ella, entreabriendo también los labios e inclinándose ligeramente hacia un lado para que sus narices no chocaran.

Emma estaba completamente paralizada, mirándolo acercarse sin saber qué hacer.

—Cierra los ojos, Sue, cariño —le pidió el fotógrafo.

Ella obedeció, sintiendo el corazón latir a mil por hora. Al dejar de ver, el resto de sus sentidos se agudizaron y sintió el cálido aliento de James contra sus labios. ¡Estaba tan cerca! El corazón le bombeaba alocado en el pecho. Sintió que los labios de él rozaban ligerísimamente los suyos.

—Parad ahí —les ordenó el fotógrafo, y después, hablándole a alguien más, añadió—: Acercadme aquel foco más. Quiero más luz.

Emma aprovechó para parpadear un par de veces y mirar a James.

Estaba tan cerca que no podía verle bien la cara, pero le pareció que tenía los ojos cerrados. Durante varios segundos, mientras el fotógrafo les echaba fotos con la nueva luz del foco, estuvieron así, estáticos en aquella posición donde sus labios se rozaban como si fueran ligeras alas de mariposa.

—Sue, deja el brazo derecho donde lo tienes y el izquierdo pásaselo por debajo del brazo hasta posar tu mano en su omoplato. James, sujétala por la espalda con un brazo y pon tu otra mano en su cintura, atrayéndola hacia ti.Durante unos segundos separaron sus caras para coger la postura que el

fotógrafo les decía y Emma, que aprovechaba para tragar dificultosamente saliva, vio que el rostro de James estaba serio y su mirada tranquilizadora había desaparecido

—Bien, así, volved a juntad vuestras bocas —les animó el cámara cuando estuvieron en la postura que él quería.

James acercó sus labios a los de ella durante unos segundos. En esta ocasión, puesto que ella no se había quedado boquiabierta por la sorpresa como en la ocasión anterior, no pudo simular el casi beso encajando sus labios donde ella había dejado espacio y en su lugar tuvo que posar sus labios contra los de ella. La tenía tan pegada contra él que pudo sentir cómo el corazón de Emma galopaba.

Aguantó uno, dos, tres, cuatro segundos, y después, sin poder resistirse, separó sus labios y atrapó los de ella con los suyos. No supo si fue por la sorpresa o por un acto voluntario, pero los labios de Emma se abrieron para él y aquello lo animó a besarla con más intensidad a la vez que sus brazos la atraían para pegarla más a sí.

¡Díos! Emma olía y sabía muy bien. Nada que ver con Sue. Su fragancia era embriagadora, su calor de lo más atrayente. Dejándose llevar por el instinto, usó su lengua para acariciar los labios de Emma.

—¡Chicos, chicos, chicos! —los interrumpió de pronto la voz de Sean—. Que esto es una película para todos los públicos, como sigáis así nos ponen tres rombos.

James se separó de la boca de Emma rápidamente, recordando de golpe dónde estaban. La miró a los ojos y vio una mezcla de confusión, sorpresa y deseo. Intentó controlar su respiración para que no viera lo agitado que estaba y la soltó, dando un paso hacia atrás.

—Tómense un descanso de cinco minutos mientras revisamos las fotos —dijo el fotógrafo, y se alejó de ambos hacia unos ordenadores que tenían preparados muy cerca de allí.

Emma no sabía dónde meterse. Se cruzó de brazos, sintiendo todavía los rápidos latidos de su corazón. Algunas personas en la sala los miraban con una sonrisa en la boca y aquello la incomodó todavía más.

—Vamos, ¿quieres beber algo? —le dijo James, y al mirarlo, se dio cuenta de que él estaba tan tranquilo, como si no acabara de ocurrir nada, y aquello la hizo sentir todavía peor, aunque le agradeció que intentara distraerla, pues no sabía qué podía hacer durante aquellos cinco minutos de parón.

—Sí, estaría bien.

Juntos fueron hasta unas mesas donde había varias hileras de botellas de agua. Cada uno se cogió una botella y bebieron en silencio.

—¿Y esa mesa con fruta pelada? —interrogó Emma, viendo unos metros más allá una mesa con varias bandejas de fruta pelada y perfectamente alineada.

—Cosas de Sue —le explicó James, lo suficientemente bajo como para que nadie les oyera—. Allá donde va tiene que tener una bandeja de fruta pelada esperándola.

—¿En serio?

—Sí, aunque la mitad de las veces no come más que un trozo. Cosas de famosa. ¿Quieres venir a ver qué tal han salido las fotos? —interrogó, señalando con su botellín a Sean y al fotógrafo, que con las cabezas muy juntas, miraban un monitor.

—No —negó Emma. Definitivamente no quería revivir el beso viendo las fotografías—. Voy a ver si como un poco de fruta ya que está ahí para mi falsa yo.

—De acuerdo, ahora nos vemos.

James se dirigió hacia los monitores y vio desde arriba algunas de las instantáneas. Tragó saliva, sintiendo de nuevo con intensidad el agradable sabor de Emma en su boca y una punzada de deseo. Se cubrió los labios con una de sus manos y contempló las instantáneas sin decir palabra.

—¿Qué? —le comentó Sean al oído cuando terminaron de ver la tanda de fotos—. Con esta si te hubiera gustado rodar la escena del beso en la cama, ¿eh?

Luces, camara ¡corazon!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora