Capítulo 12 ( Parte 3)

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—¡Venga, mujer! Sé más específica.

—¿Para que puedas vender mi opinión a la prensa? Sí, hombre
—puesto que él jugaba a sacarle burla, ella también repitió, palabra por palabra, lo que él le había dicho antes.

Aquello consiguió arrancarle a James una sonrisa torcida que encantó a Emma. Hacía casi un año que no se veían y era como si no hubieran pasado más que unos días. Aunque lo más raro, sin duda, era el nivel de confianza que tenían para el poco tiempo que habían estado juntos. Si sumaba todas las horas que habían compartido despiertos lo más probable es que no sumaran ni 24.

Aun así, Emma se sentía con él como si fueran amigos de toda la vida, con el aliciente del deseo que sentía por él.
James de pronto se puso serio y la miró con gran formalidad.

—Te necesitamos, Emma.

—¿Me necesitan? ¿Para qué?

—Sé que te llamaron de la productora y que no quisiste hablar con ellos. Emma se cruzó de brazos, en actitud defensiva.

—Hablé con ellos y les dije que se equivocaban.

—No se equivocaban y lo sabes.

—Tengo un trabajo, James —dijo Emma, y en lugar de señalar hacia la sede de la farmacéutica, señaló al bar de donde habían dejado a Martin y que quedaba a varios centenares de metros ya.

—¿Quién era ese, por cierto? —se interesó James—. ¿Tu novio?

—No, mi jefe.

—¿Tu jefe? —se sorprendió el actor—. Pues menudos modos de mirar a las empleadas que tienen los jefes ahora.
Emma prefirió cortar aquel tema cuanto antes.

—No voy a hacer de Sue nunca más, James. Nunca. Ser ella no era fácil para mí, ¿sabes? Exigía sacrificios por mi parte, sacrificios que no estoy dispuesta a volver a hacer. Nunca. No volveré a ser Sue. Yo no…

El discurso de Emma había cogido tanta fuerza, tanta vehemencia, que James le cogió la cara entre las manos y acercó su cara a la de ella para mirarla directamente a los ojos.

—Emma —la cortó—. No queremos que hagas de Sue. Queremos que seas Emily.

—¿Y qué diferencia hay?

Sabiendo que tenía toda su atención, el actor se echó un poco hacia atrás, soltándole la cara.

—La crítica se ha cebado con Sue. Dicen que su actuación ha sido pésima, que debería plantearse dejar de ser actriz porque no da la talla, que… bueno, cosas terribles a las que no les falta razón. Tanto se han metido con ella que no lo ha soportado y la han ingresado en un centro por depresión. O eso dicen algunos. Otros dicen, y yo creo más a esas fuentes, que conducía borracha y drogada y atropelló a unos niños.

—Dios mío, eso es horrible.

—Sí, pero sea como sea, va a estar en rehabilitación durante bastante tiempo. Ella ya no puede hacer de Emily. De hecho, los productores ya no la quieren. La película ha conseguido recaudar lo suficiente desde que se estrenó para que nos permitan hacer una segunda parte, pero ha sido por los pelos y no se van a arriesgar a contratar a Sue otra vez. Te quieren a ti.

—Pero yo no soy actriz, James.

—¿No? ¿En serio? Porque todavía recuerdo cómo me tragué que eras Sue en esa conferencia que dimos ante la prensa.

—Hasta tu amigo se dio cuenta de que no actuaba como Sue.

—Porque, como me dijiste, tú haces de una mejor versión de Sue Johnson. Yo y John conocimos a Sue en un momento bastante feo de su vida. Si no iba con algo metido en el cuerpo a las sesiones de grabación, poco le faltaba. Por eso John supo que algo raro pasaba con ella en la conferencia, no porque tú no hicieras bien tu trabajo.
Emma, que seguía parapetada tras tus brazos, negó con la cabeza.

—No, James. No voy a volver a hacer de Sue.

—¿No lo entiendes, Emma? No queremos que hagas de Sue —dijo aquellas palabras lentamente, para que el cerebro de la chica tuviera tiempo de procesarlas—.

Queremos que tú, Emma Miller, seas la nueva protagonista de la película. No serás tú haciendo de Sue, serás tú haciendo de Emily.

—¿Pero… públicamente? ¿Todo el mundo sabrá que yo…?

—Sí, claro que sí. Nadie en la productora quiere ver a Sue ni en pintura. La nueva Emily serás tú. En los créditos de la película saldrá tu nombre, en las entrevistas saldrás tú, con tus gafitas, tu pelazo y tu cejita levantada.
Para acompañar sus palabras, James posó su dedo índice en la ceja de Emma y se la levantó. Ella le apartó la mano.

—Es una locura, James. Las fans de Sue se me echarían encima, boicotearían la película. ¿¡Y qué diría la prensa!? Además, yo no soy nadie. Sue estaba en la película por todas las chicas a las que podía mover, yo no…

—No necesitamos un nombre conocido para llenar el cine. Necesitamos una historia bien contada, unas actuaciones creíbles.
—¿Pero por qué no contratáis a cualquier otra actriz?

—No podemos cambiar por completo el aspecto de Emily. Necesitamos cierta continuidad de una película a la otra y nadie puede hacer eso mejor que tú.

—Entonces lo que necesitáis de mí es que sea Sue.

—No te encabezones, Emma. No necesitamos que seas Sue, queremos que seas tú caracterizada como Emily. Los actores se caracterizan para todas sus películas. Ganan o pierden peso, se tiñen el pelo, se les maquillan cicatrices, se ponen lentillas de colores… Harás de Emily, no de Sue. Te lo prometo.
Ella apretó los labios y negó con la cabeza. Antes de que pudiera decir nada, él continuó:

—Mira, no te voy a presionar más, ¿de acuerdo? Pero tú piénsatelo. — Buscó en uno de los bolsillos de su gabardina y sacó una tarjeta—.

Este es el número de Sean. Y por detrás te voy a escribir mi número personal de móvil. —Con un bolígrafo pequeñito que sacó del bolsillo anotó algo en la parte de atrás de la tarjeta de visita—.
Llámame a mí o a él si tienes cualquier pregunta. El martes a las once de la mañana te estaremos esperando en la dirección que pone en la tarjeta. Si vas no te comprometes a nada, ¿de acuerdo? Simplemente te hablaremos sobre tu trabajo, el contrato, el calendario… Piénsatelo, Emma. Por favor. Piénsatelo de verdad. Te necesitamos para hacer algo bueno con los libros que tanto te gustan.
Te prometo que cobrarás por unos meses de trabajo más de lo que ganarás en todo un año trabajando donde estás ahora. Y te ayudaremos a lidiar con las fans de Sue y con todo lo que venga, ¿de acuerdo? —y después acercando sus caras hasta que a ella no le quedó más remedio que sumergirse en su mirada de chocolate, le dijo con voz suave—. Te ayudaré en todo, Emma, te lo prometo.

Se despidió de ella dándole un beso en la mejilla y después se alejó calle arriba tranquilamente, mezclándose con la gente.

Emma lo siguió con la mirada y después posó sus ojos en la tarjeta que aún tenía en la mano. ¿De verdad podía estar pasándole aquello?

Que tal?? Como les pareció este capítulo.... por hoy !!
tratare de actualizar cada día y si no esperen más seguro cada 2 dias

Luces, camara ¡corazon!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora