Capitulo 5 (parte 2)

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—Hazte la enferma —le sugirió este.

Ella no lo escuchó bien y le hizo una mueca rara. James se llevó dos dedos a la boca, simulando el gesto de «vomitivo» para que entendiera que su única vía de escape era hacerse la enferma.

Pero la falsa Sue se tomó el gesto al pie de la letra y, ni corta ni perezosa, se llevó los dedos a la boca y se los metió hasta provocarse una arcada. Y después otra, hasta que su cena trepó hasta la boca de su estómago y salió disparada de entre sus labios, con tan mala suerte que cayó directamente sobre los zapatos de Sean, que al oír la primera arcada se había girado a ver qué ocurría.

—¡Oh, lo siento mucho! —se disculpó la doble al ver el estropicio y oír maldecir a Sean.

Sintió unos brazos entorno a ella, enderezándola, y una voz le dijo al oído:

—No te disculpes.

Cierto, Sue Johnson no se habría disculpado por vomitarle a alguien encima. ¡Que Sue Johnson vomitara a alguien era un honor!

—¿Te encuentras bien? —interrogó Sean, entre preocupado y asqueado.

—No, la verdad es que no —negó ella sin necesidad de mentir. Siempre que vomitaba su cuerpo se cubría de una capa de sudor y su cara perdía todo el color.

—La llevaré al baño —se ofreció James.

—Tú entretén a los periodistas.

—De acuerdo, pero no tardéis mucho.

Guiada por James, la falsa Sue llegó hasta el cuarto de baño, donde seguía sin haber nadie. Se apoyó en uno de los lavabos y se echó agua sobre la frente y la nuca a pequeños golpes.

—Eres una bruta —se le escapó a James al verla tan desmejorada, aunque por suerte iba ganando color rápidamente.

—¿Qué?

—¿Cómo se te ocurre ponerte a vomitar en medio de la discoteca?

—¡Me lo has dicho tú!

—Que te hicieras la enferma, no que vomitaras.

—Hiciste esto —se llevó dos dedos a la boca, imitando el gesto de él.

—Eso para mí es vomitar.

—Reina de la mímica, ¿y cómo habrías dicho tú «hazte la enferma»?

—Pues obviamente… —y se llevó una mano a la frente, fingiendo un desmayo al estilo de las mujeres más teatreras.

James tuvo que admitir que el gesto era bastante adecuado, aunque dijo:

—Si te llego a hacer ese gesto, finges un desmayo y me toca sacarte en brazos del local.

La Sue de mentira no respondió a aquello. En su lugar, interrogó:

—¿Qué vamos a hacer? No puedo hacer la entrevista.

—Le diré a Sean que te encuentras mal y que no puedes hacer la entrevista.

—¿No protestará?

—Se quejará, pero no creo que le importe. De hecho, creo que será un alivio para él: he visto sus caras con cada respuesta que daba Sue en las anteriores entrevistas.

La chica que tenía frente a él no dijo nada ante aquella clara muestra de que el director de la película odiaba a su doble.

—¿Te quedas aquí y me esperas? —no era una pregunta, sino más bien una propuesta.

—Lo más lógico sería que pidiera un taxi y me largara, ¿no? Ya que estoy indispuesta.

—La verdad es que me gustaría hablar contigo.

—¿Conmigo, para qué?

—Pues… no sé, todavía estoy en estado de shock por… bueno… —la señaló con un gesto

—Eres calcada a ella. Es impresionante.

—De acuerdo, te esperaré aquí. Si te preguntan, no puedo despegarme del váter.

—Sí, buena idea —asintió James, y sabiendo que le esperaban, se dirigió hacia la puerta, aunque antes de salir, se giró hacia ella.

—Por cierto, ¿cómo te llamas? Que en mi mente te estoy diciendo «la falsa Sue». —Emma, mi nombre es Emma.

—Estupendo, pues ahora vuelvo, Emma. No te vayas.

James se dirigió hacia la zona VIP y al encontrarse con Sean, le contó que Sue no se encontraba en condiciones de responder a la entrevista.

Éste maldijo la poca profesionalidad de aquella niñata, pues obviamente se había emborrachado entre entrevista y entrevista, pero apremió a James a entrar en el reservado donde los periodistas tuvieron que conformarse con entrevistar al protagonista masculino de la película y al director. Durante casi diez minutos contestaron preguntas sobre el rodaje y los personajes, además de algunas cuestiones personales.

Cuando le preguntaron qué tal se llevaba con su compañera de reparto, la conocida Sue Johnson, James pensó inmediatamente en Emma, que le esperaba en el baño, y después, forzando una sonrisa que le salió muy creíble dijo que era muy interesante trabajar con alguien como ella.

Cuando terminó la entrevista y se despidieron de los periodistas, James solicitó en la barra que le pidieran un taxi y después se dirigió al baño para encontrarse con Emma y sacarla de allí rápidamente. No obstante, en el aseo de señoras ya no había nadie.

Luces, camara ¡corazon!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora