Quería desviar mi mirada de la suya pero no pude, era imposible, sus ojos no eran grandes pero si muy profundos, tenían un brillo especial, sentía una fuerte conexión, ahora entiendo cuando dicen que de la vista nace el amor. Necesite vivirlo para entenderlo, es como dice Ari, el mundo se te detiene, se crea un corazón alrededor de su imagen y el resto del mundo desaparece, sientes que lo amas y que lo conoces de toda la vida. Sientes que es tu alma gemela. Su mirada volvió a perderse en el suelo. Su silencio me intimidaba, no sabía que decirle, estaba nervioso.—

Y...—vacilé— ¿quien es esa persona? Digo... si se puede saber...

—Claro —levanto la mirada pero no me miró— tu la conoces — giró para mirarme nuevamente— es... —suspiró y justo en ese momento sonó el timbre— luego te digo, adiós.

—A...diós... —logré decir.

Inmediatamente se paró y se fue. Dejando la duda en el aire, me quede como tonta sentada en el suelo, seguía recargada en la pared, cerré los ojos y coloqué mis manos en la cabeza...Todo fue tan extraño, sus palabras seguían dando vuelta en mi cabeza y me quede pensando por un buen rato hasta que gracias a Dios, Meli interrumpió mis tontos pensamientos.

— ¡¿En que piensas?! —exclamó en voz alta.

— ¡Mel! —le grité molesto en respuesta.

— ¿Qué? —inquirió inocente— ¿Que hice?

—Me asustaste —le acusé.

—Perdón, te vi pensativo —dijo y se sentó a mi lado—, ¿En que pensabas?

—Tonterías... —vacilé— ¡Sí! Tonterías —reafirmé.

— Que raro de ti —dijo con sarcasmo y le fulminé con la mirada—, olvídalo, mejor vámonos. El profesor no llegará y tenemos la hora libre —me avisó.

—Genial —dije, sin ánimos.

— ¿Y ese ánimo?

—No sé qué me pasa —hice un gesto de desagrado.

—Cuéntame —insistió ella—, ¿fue por qué la profesora te saco? O ¿qué?

—No lo sé, son tantas cosas... —suspiré— mejor olvidemos eso.

—Como quieras.

Teníamos una hora libre, me quede con Meli, quería distraerme con sus ocurrencias pero me era difícil, en mi cabeza seguían dando vueltas sus palabras, sus miradas y tengo que admitirlo, era atractivo. Me parecía ilógico que apenas hace horas tenía a Alexander —el chico de mis sueños— en mi cabeza y así de la nada, ¡salió! ¿Cómo un chico que apenas conozco, está ocupando el espacio de ¡EL CHICO DE MIS SUEÑOS!? Lo estoy reemplazando sin querer, Alexander ya no quiere entrar en mi mente y Aristóteles no se quiere salir.

¿Será que me esté enamorando de Ari? ¡NO!

Dear, dear, diary -AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora