Dear, dear, diary -Aristemo

8

Al día siguiente.

Aun no llegaba el profesor, pero todos estábamos dentro, la mayoría estaba platicando, yo no, me encanta platicar con Melissa pero a veces me gusta estar solo y en silencio, era algo que respetaba Meli, ella ya hacia miles de nuevas amistades, yo, no muchas. Estaba sentado en mi pupitre haciendo garabatos en mi cuaderno, Ari no estaba en su pupitre, sino a un lado, sentado en el piso, solo, tenía dos amigos y se veía que eran muy unidos pero imagino que Ari es de los que quieren estar a solas de vez en cuando, así como yo.

—Hola —dije mientras me deslizaba para sentarme a su lado.

—Hola —dijo sin despegar la mirada de un punto muerto en el piso.

—¿Te pasa algo?

—Mmm... son solo cosas que tengo en la cabeza —suspiró.

—Oh.

No volvió a pronunciar ni una sola palabra pero no sé por qué motivo no me fui de ahí, el silencio no era incomodo, creo que a ambos nos gustaba estar en silencio. Me sorprendió cuando volvió a hablar y a tener contacto visual conmigo.

—Temo —pronunció mi nombre e hizo una pausa sin despegar su mirada de la mía— ¿quieres ser mi amigo?

Evite reír ante tal proposición, fue gracioso, no todos los días alguien te pide su amistad, fue un gesto muy agradable y tierno, pero sumamente gracioso. Me contuve para no reírme.

—Claro —esbocé una enorme sonrisa.

—Genial —su sonrisa fue más tímida.

—Oye, ¿te puedo preguntar algo?

—Sí, claro —respondió atento.

—¿Te gusta Yolo? —pregunté, lo sé, fui directo.

—¿Soy muy obvio? —inquirió sorprendido y abrió sus ojos como dos platos.

—Sí —suspiré.

—¿Ayer me viste, ¿verdad? —hizo un gesto de desagrado— que vergüenza —bajo la mirada.

—¿Por qué vergüenza?

—No me gusta que me vean haciendo estupideces por amor.

—¿Ah...? —fue lo único que pude pronunciar.

—Hablamos un momento fuera de su salón —comenzó a contarme— después le pedí su número y no me lo dio, fue tan vergonzoso. Ayer no fue mi día.