—No voy a aceptar que me la rechaces —advirtió, tomó de mi muñeca, sólo me quedó mantenerla en el aire para que la amarrara. En realidad no creía en esto, así que pedí algo imposible:

Que Ari me llegue a amar tanto como yo a él.

Cerré los ojos mientras pedí el deseo e imaginé cómo sería mi vida si ese deseo se cumpliera... Ari me sacó de mis pensamientos.

—¿Ya pediste el deseo?

—Ya —dije en voz baja y sin abrir los ojos.

—Ahora, abre los ojos.

—¿Y cuando los abro se cumple el deseo? —pregunté sólo por curiosidad.

—Obviamente no —rió

—Arruinas el momento —me quejé, abrí los ojos sólo para fulminarlo con la mirada.

—Y, ¿Qué pediste? —preguntó pero disimulando interés.

—¿Si te lo digo se cumple? —dije de forma divertida, obvio no se lo iba a decir.

—Mmm no, pero puedes decírmelo —guiñó un ojo.

—Olvídalo Ari. Mejor hay que ir al salón, porque no quiero perder más clases —lo jalé de la muñeca haciendo que caminara.

—¿Seguro que quieres entrar a clases? —dijo no muy convencido de caminar.

—Sí Ari, y tu también entrarás aunque no quieras —pronuncié con tono maternal.

—De acuerdo —comenzó a caminar por si solo.

Subimos las escaleras de nuestro modulo y nos quedamos en el pasillo, faltaba poco para que acabara la primera clase, así que entramos hasta la segunda hora de clases. Obviamente entramos juntos y en cuanto cruzamos la puerta, todas las miradas se dirigían hacia nosotros, eran miradas llenas de curiosidad, podía imaginar sus pensamientos, los mismos que siempre han tenido; los compañeros de mi clase piensan que somos novios.

—Odio que nos vean así —susurró cercas de mi oído mientras caminábamos hacia nuestro lugar— sus miradas hablan por si solas.

—Que no te importe, tú sabes muy bien que nada de lo que piensan es verdad —repliqué en voz baja.

—Cierto —dijo, esta vez sin susurrar.

Sólo fueron unos pasos más y nos sentamos en nuestros lugares, los dos últimos de la última fila, el mismo lugar de siempre. Al instante en el que me senté, Meli, quien siempre se sentaba en el pupitre de al lado, corrió la pequeña distancia hasta mi lugar.

—¡Te saliste de la clase! —exclamó realmente alterada.

Dear, dear, diary -AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora