Suspire profundo y cerré mis ojos, las lágrimas me vencieron, lágrimas tenues que limpie con mis manos, no lo pude evitar, suelo ser muy sentimental y ante esta situación era normal que reaccionara así.

Intento sacarlo de mi mente pero ¡no puedo! ¿Será que ya es demasiado tarde?

Limpié mis lágrimas y salí de ahí, fingiendo que todo estaba bien, Meli no era tonta pero tampoco quiso cuestionarme.

Regresamos al salón de Yolo y yo tenía miedo, miedo de encontrarme con algo que no quiero ver pero que es muy posible que esté sucediendo. Subimos las escaleras y solo miraba mis pies, no podía tener la frente en alto, por mas que lo intenté no pude.

Llegamos, tome valor y mire a mi alrededor, no se encontraba la situación que había imaginado. Sin duda todo lo que pasaba en este día era inesperado.

Nos esperamos afuera y en unos segundos, chicos comenzaron a salir, incluyendo a Yolo, quería hacerle miles de preguntas pero resultaría ser muy obvio, así que, no dije nada.

— ¿Nos vamos? —dijo Yolo.

—Sí —respondió Meli— vámonos.

Caminamos juntos de regreso a casa y entonces decidí hablar.

—¿Y que tal tu día? —le pregunté a Yolo.

—Bien. —respondió.

Sin duda era una mujer de pocas palabras.

—¿Nada nuevo? —insistí.

—Mm... no.

Y bastante reservada.

—¡Por Dios, Yolo! ¡Me desesperas! —exclamó Meli un poco alterada y a la vez divertida. Yolo rió.

—Es que, ¿qué quieres que diga? —frunció el ceño.

—Cuéntanos algo nuevo, sólo eso, estás en confianza —pronunció cálidamente.

—De acuerdo ¿Recuerdan a Aristóteles? uno de los chicos que se sentaron con nosotros en cafetería, el del cabello rizado —describió ella y el solo escuchar el nombre "Aristóteles" me hizo enfocarme en las palabras que salían de su boca.

—Obvio, era lindo como su amigo —comentó Melissa. Yo no dije nada.

—Me pidió mi número —dijo de pronto.

—¿En serio? —inquirí con interés.

—Sí, pero no se lo di.

—¿Por qué no? —pregunté, tratando de que mi interés no fuera muy notorio.

Dear, dear, diary -AristemoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora