Cap. 12 La hacienda

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Reich despertó confundido y adolorido, todo su cuerpo se encontraba entumecido, como si no se hubiera movido por un largo rato. Intentó encontrar un sentido a lo que estaba pasando pero no podía. Respiró profundamente encontrando que el aire tenía un aroma suave, distinto al olor de la casa de Oaxaca.

Escuchó ruido de pasos acercándose a la habitación, abrió los ojos lentamente haciendo una mueca por lo brillante que estaba el cuarto. Debe ser por la mañana o por la tarde si está entrando por una ventana, supuso con lo intensa que era la luz natural.

-Finalmente despierto- dijo aliviado México, haciendo que Reich lo volteara a ver, no había escuchado la puerta abrirse.

-{Así... parece...}- su garganta parecía hecha de papel lija. Una ligera tos hizo mucho peor la sensación.

Inmediatamente el mexicano se encontraba a su lado con un vaso de agua en su mano, Reich no estaba acostumbrado a esa clase de atención pero no iba a negar la ayuda; tomó del vaso notando que él se encontraba conectado a varios equipamientos médicos. ¿Qué tan grave había estado que tuvieron que ponerle esas cosas?

México notó su mirada y suspiró dejando el vaso en el buró al lado de la cama.

-Después de tu conversación con Alemania... tu salud empeoró, era similar a cómo te había dejado mi madre pero esta vez no estabas despertando, tuvimos que ponerte suero por intravenosa y apenas ayer te quitamos un tanque de oxígeno pues no habías estado respirando correctamente- explicó Mexico preocupado.

-Te trasladamos de emergencia a la hacienda vía helicóptero, fue todo un pedo el hacerlo sin que el presidente se metiera en el asunto pero GN y Cruz Roja fueron excelentes en su trabajo y nadie, que no debiera, se enteró de nada- el latino se levantó revisando el equipo médico, murmuró un par de cosas ante de continuar -OMS vino esa misma tarde pues algunos de tus síntomas eran demasiado delicados pero parece que ahora estás estable-

-{¿Y los demás?}- el alemán parecía decidido a no seguir pensando en su salud por el momento.

-Ellos llegarán luego, con todo lo qué pasó con el helicóptero, y el secretismo de lo que sucedía, algunos grupos criminales se pusieron activos pensando que era una emboscada o algún pedo similar y no habían dejado pasar entre los estados a nadie, tuve que cobrar un par de favores y hacer otras llamadas para que se calmaran pero finalmente abrieron las carreteras y aeropuertos- respondió México con una ligera mueca preocupada.

-{Lamento las molestias que he causado}- dijo Reich suspirando, desde que se encontró en presencia del mexicano muchas cosas comenzaron a cambiar.

México le observó con tristeza, era difícil ver a alguien que alguna vez había sido tan fuerte en ese estado, Reich parecía perdido, sin saber que hacer con su vida. No era como que lo quisiera ver de nuevo en su estado de demente, psicópata y expancionista, pero... había algo trágico en verle de esa forma. Tan derrotado.

-Tú no te preocupes por nada- dijo el latino con una sonrisa -Me gusta ayudar y he de admitir que me estaba empezando a sentir solo, mis hijos tienen sus propias vidas y el tener amigos entre mis ciudadanos es algo extraño, a veces olvido que algunos de ellos ya están muertos y pues los otros countries tienen sus propios pedos que arreglar en sus casas, es raro verlos fuera de las reuniones-

La voz del mexicano era suave, Reich lo agradecía internamente mientras lo escuchaba hablar, era agradable el que México lo tratara de esa forma, como si fuera sólo otra persona más. Lo escuchó mientras divagaba y le quitaba el equipo médico.

-{¿Dónde estamos?}- preguntó el alemán finalmente mientras se levantaba con ayuda de México, sus fuerzas aún no habían vuelto por completo.

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