CAPITULO 22

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¡Atención! Este capítulo contiene lemon (sexo explicito). Leerse bajo su propio riesgo jajaja


*Jessica*


Su mano empezó a acariciar mi torso por debajo de la blusa, conforme el calor de los besos y las caricias subían, también sus manos lo hacían. Frotó y estrujó suavemente mis pechos, logrando que un leve suspiro de placer saliera de mis labios.

Mi cuerpo empezó a tener esa necesidad que solo ella había podido despertar, esa necesidad de tener más cerca, de hacerla más mía de lo que ya era; Sus besos bajaron lentamente a mi cuello, provocando que me estremeciera por cada dulce toque de sus labios. Introduje mi mano debajo de su blusa, con movimientos suaves y serpenteantes acaricié con la yema de mis dedos su espalda, dejándome llevar por esa nueva sensación que ella despertaba con cada beso y caricia.

La ropa se estaba haciendo cada vez más estorbosa, así que empecé a subir su blusa y a desabotonar su pantalón cuidadosamente, para no verme demasiado salvaje. Entendió perfectamente mi punto y ayudó a que llevara mi idea acabo, se separó un poco de mi cuello para que pudiera deshacerme de sus prendas;  deslicé sus jeans y su blusa poco a poco por su cuerpo y los lancé a algún lugar de la habitación, en cuanto dirigí mi vista de nuevo a ella me encontré con esas preciosas perlas negras mirándome, la pasión y la lujuria se podían ver reflejadas en el brillo de sus ojos, los cuales me observaban cual depredador mira a su presa. Su mirada solo logró que el calor en mi cuerpo subiera dramáticamente. Mordí mi labio inferior y la miré de la misma manera, enseguida sus labios se apoderaron de los míos, dejándome apenas responder a los rápidos y salvajes movimientos que estos producían.

Sus labios empezaron a temblar, lo cual me dio a entender que estaba demasiado nerviosa o…  asustada. Cambié de posición sin dejar de besarla, y así logré sentarme en su cintura y acariciar su rostro delicadamente con mis dedos

-Todo estará bien, mi vida- Susurré en su oído – Si están insegura, podemos detenernos- La miré y sonreí lo más dulce que pude… Aunque en esta situación, era demasiado pedir.

-No- Negó con la cabeza y empezó a subir mi playera- Quiero hacerlo, es solo que… Temo lastimarte. Podría ser demasiado brusca  y no quiero hacerte daño- Me quitó mi prenda por completo y lanzó a un lado de la cama.

-No te preocupes, no me harás daño- Me volví a acercar a su oído para susurrarle- Además… Me encanta lo salvaje- Solté una risita y mordí suavemente su lóbulo.

Acaricié su perfecto abdomen, al mismo tiempo que besaba y mordía su cuello. Los sonidos que sus labios emitían solo lograban que el deseo y la lujuria aumentaran, me resultaba tan excitante
escucharla gemir en mi oído. El deseo me estaba consumiendo y sus caricias estaban nublando mi mente, era como si por un momento dejase de ser un ser vivo inteligente y razonable, para dejar que mi naturaleza animal y salvaje apareciera y tomara posesión de mis acciones.

Acaricié sus senos sutilmente y a pesar de que mi cuerpo quería moverse de una manera salvaje y brusca, lo único que quería era darle confianza.

Sentí como su mano acarició lentamente mi espalda, hasta llegar al broche de mi sujetador el cual fue separado con sus dedos de un tirón. Se incorporó en la cama; Su lengua tocaba suavemente mi cuello y hombro, mientras que quitaba mi sostén cuidadosamente. Empezó a frotar mis pechos con suaves movimientos, sentía que mi piel ardía en llamas con cada toque suyo.

Esta mujer me estaba llevando a un nuevo mundo, a un mundo completamente nuevo para mí, en el que la lógica y el razonamiento no existen, en el que mis sentidos se agudizan, en el que los besos ya no son suficientes para demostrar todo el amor que siento por ella.



*Yuri*


Lamía y mordisqueaba ligeramente su cuello, al mismo tiempo que mis manos jugueteaban con sus pechos ahora desnudos, estrujándolos y acariciándolos de una manera ya no tan amable.

De alguna manera, logré recostarla y de esa forma, pude quitarle los jeans con facilidad. Empecé a recorrer su cuerpo, bajando cada vez un poco más, deteniéndome para darle atención con mis labios, lengua y dientes a esa pequeña parte endurecida de su seno que demostraba que se sentía a gusto con mis movimientos. Sus dedos se enredaron en mi cabello y sus suspiros pasaron a ser leves gemidos. Pase a darle el mismo trato a su otro montículo, pero esta vez necesitaba más de ella. Resbalé mi mano por su abdomen, bajándola poco a poco, dándole pequeñas caricias en el camino y empezando a frotar su centro sobre su ropa interior. Su pecho empezó a subir y bajar,  gracias a la respiración agitada que mis caricias estaban provocándole, eso ayudaba a darle mejor entrada a mi boca, introduciendo su pecho en ella y succionando su rozado pezón de manera suave.

¿La confusión? Mi mejor amigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora