La vecina de los Granger

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Era cerca del mediodía. Maurice McLaggen acababa de llegar a una calle de un tranquilo suburbio en la ciudad de Mánchester, buscando la casa en la que alguna vez había habitado la familia Granger.

La noche anterior le había quedado más que claro que Sirius Black era un tipo del cual había que cuidarse y encajaba perfectamente con la descripción de "criminal peligroso" que Dave Spencer había encontrado en los archivos de la Policía de Londres.

Además no parecía muy devastado por la muerte de la joven a la que fue a reclamar como "su prometida". Seguramente la hermosa pelirroja que lo acompañaba era su nuevo juguete y a estas alturas Aurora ya no figuraba en sus pensamientos. Maurice decidió que sería mejor no informarle a ese hombre que Hermione Granger estaba con vida en Kosovo.

Varias teorías habían surgido en su cabeza, una tan probable como la otra... y todas apuntaban a que ella salió huyendo de Londres por una razón muy poderosa. Decidió ir al que alguna vez fue el hogar de Hermione para ver si lograba averiguar algo más que le fuera de utilidad.

Después de casi cinco horas de trayecto, Maurice estacionó su Mini Cooper azul justo frente a una casa de dos pisos que tenía un letrero que decía "En venta. Propiedad del banco". Según la información proporcionada por Dave, ése era el domicilio que aparecía en la licencia de conducir de los desaparecidos Hugo y Jean Granger.

Sigilosamente se dirigió a la puerta principal y trató de mirar a través de la ventana que había junto a ésta. Tras la ventaba colgaba una cortina blanca lo suficientemente transparente como para que Maurice pudiera percibir que en lo que alguna vez había sido la sala de estar, todos los muebles estaban cubiertos con sábanas blancas. Trató de girar el picaporte de la puerta principal pero obviamente ésta se encontraba cerrada con llave. Decidió rodear la casa para ver si había una puerta trasera o alguna ventana no asegurada para poder ingresar al inmueble. Antes de hacerlo volteó a mirar sobre sus hombros para asegurarse de que nadie lo veía. Pero estaba equivocado: una mujer de aproximadamente unos setenta años de edad lo miraba fijamente desde el otro lado de la acera.

Maurice se sobresaltó un poco al ser descubierto. La mujer levantó la mano en forma de saludo y él contestó de la misma manera.

- ¿Buscabas algo?- preguntó ella alzando la voz para que Maurice pudiera escucharla a la distancia. Aún azorado, el joven médico caminó hacia ella.

- Hola, qué tal... estoy buscando a los Granger. No sabía que se habían mudado- dijo tratando de sonar despreocupado. La anciana lo examinó con la mirada y él se apresuró a añadir:- mi nombre es Maurice McLaggen. Los conocí hace algún tiempo en un congreso de odontología, ya sabe... hace un par de meses me enteré de la muerte de su hija y envié una carta con mis condolencias a su consultorio pero nunca recibí respuesta. He intentado llamarlos un par de veces y no he podido localizarlos. Tuve un mal presentimiento, por eso me tomé el atrevimiento de venir hasta acá.

La mujer asintió con la cabeza, al parecer había creído el cuento que Maurice se acababa de sacar de la manga

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La mujer asintió con la cabeza, al parecer había creído el cuento que Maurice se acababa de sacar de la manga.

- Soy Dorothy Miller, vivo ahí- dijo señalando una casa a unos cuantos metros de donde estaban parados.

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