Regresa a mí

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Una oleada de pánico comenzó a apoderarse de ella al ver a Black, a quien aún creía un peligroso criminal, persiguiendo a Maurice varita en mano. ¿A caso no le había bastado con el daño que ya le había hecho tiempo atrás, cuando asesinó a Remus?

- "Remus"... -ese nombre retumbó en su cabeza con gran fuerza- "Remus Lupin"

¡Remus Lupin! Su gran amor, ¿cómo había podido olvidar su nombre? ¿Y cómo había podido olvidar que estaba esperando un hijo suyo?

- ¡Aurora! ¡Abuelo! ¡No bajen del carruaje!- la voz desesperada de Maurice proveniente desde el exterior sacó a la chica de su ensimismamiento, regresándola súbitamente a la realidad. Vio a su prometido interponiéndose entre la puerta del vehículo y Sirius Black.

- Apártate de ahí- le ordenó éste a Maurice apuntándolo con su varita mágica. Aunque en el fondo sabía que ya no podía atacarlo; suficiente había sido con haberlo puesto bajo el efecto de la maldición Imperius para obligarlo a decirles lo ocurrido con Hermione. Si alguien en el ministerio de magia descubría que había usado una de las maldiciones imperdonables contra un muggle, estaría en graves problemas. Después de la Segunda Guerra Mágica el ministerio se tomaba demasiado en serio cualquier ataque hacia los muggles.

- ¡Déjalo en paz, Black!- gritó la castaña desde el interior del carruaje, asustada ante lo que podría suceder. No quería pasar por lo mismo nuevamente, no quería que Maurice sufriera el mismo destino que Remus.

Entonces de la nada se escuchó un plop y junto con ella y Sir Ferdinand apareció un hombre de cabellos castaños y cicatrices en el rostro. Hermione se quedó sin aliento al verlo, completamente paralizada por la impresión.

- ¿Tú

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- ¿Tú...?- alcanzó a mascullar con un hilo de voz. ¿Cómo era eso posible? Un escalofrío recorrió su cuerpo. Una de las pocas cosas de su pasado que estaba segura de recordar con claridad era precisamente el momento de la muerte de Remus a manos de Sirius.

Desde afuera se escuchó a Sirius soltar una risa triunfante y exclamar:

- ¡Así se hace, Lunático!

Maurice volteó y también quedó atónito al ver que Remus Lupin sostenía la mano de Aurora y le hablaba mirándola de manera suplicante. Intentó abrir la puerta del carruaje pero Sirius había sido más rápido y con un hechizo bloqueó la cerradura.

- Hermione...- repitió Remus en voz baja pero con un dejo de ansiedad, sin dejar de mirarla a los ojos- te lo suplico, ven conmigo... regresa a mí.

- ¡Aurora!- gritaba Maurice desde afuera golpeando el vidrio de la ventana, sintiéndose aterrado por la presencia de Lupin, tratando desesperadamente de abrir la puerta del carruaje- ¡abuelo, haz algo!

Una gran angustia embargó a la novia. Aurora, Hermione... ¿quién quería ser ella en realidad? Para ella todo estaba ocurriendo en cámara lenta, los segundos transcurrían con extrema lentitud, tal como si estuviera bajo los efectos el hechizo arresto momentum. Su mente y su corazón se debatían entre los vagos recuerdos que comenzaban a llegar a ella sobre su amor por Remus y la enorme gratitud y el cariño que le nacieron por Maurice en los últimos meses.

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