El secreto de Sir Ferdinand

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Tanto Aurora como Sir Ferdinand se dieron cuenta de que estaban ya a unos cuantos metros de llegar a la iglesia. Entonces él le tomó la mano y se apresuró a decirle:

- Maurice me contó sobre las cosas que comenzaste a recordar cuando aún seguías en el hospital y quiero que sepas que no son locuras... son tan reales como todo esto que nos rodea. Ese mundo que Maurice se ha encargado de decirte que únicamente está en tu cabeza, en verdad existe, sólo que él no lo sabe. Maurice es un excelente hombre... te ama y confío en que se aceptará tu naturaleza mágica.

Ahora Aurora no estaba muy segura de querer caminar hacia el altar; no después de lo que se acababa de enterar durante el trayecto desde la mansión McLaggen hasta este lugar.



********** Flash Back **********

El carruaje se puso en marcha. Aurora aún se sentía un poco abrumada ante la hospitalidad con la que era tratada a pesar de ser una perfecta desconocida para los McLaggen. No pudo evitar cuestionar al respecto.

- ¿Por qué son tan buenos conmigo, Sir Ferdinand? Ustedes apenas me conocen...

El anciano la miró a los ojos.

- Yo siempre he apoyado las decisiones de mi nieto. Y si él te eligió como esposa, no hay motivo para no hacerte sentir parte de esta familia.

-...- los ojos cafés de Aurora se humedecieron un poco ante estas palabras.

Sir Ferdinand las había dicho con toda sinceridad. Aurora le agradaba bastante, era una chica fantástica y de buen corazón. Y por esa razón sabía que no podía permitir que su nieto le siguiera ocultando una verdad muy importante. Sabía que Maurice no lo hacía a propósito pero no permitiría que le quitara a Aurora su derecho a la verdad. Entonces decidió hablar:

- Encontré tu diario en la biblioteca.

- Oh...- las mejillas de Aurora adquirieron un notorio rubor. "Qué vergüenza", pensó. Lo único que atinó a decir fue:- con todo esto de los preparativos para la boda a penas y supe dónde tenía la cabeza esta semana. Olvidé por completo que lo dejé ahí. Pero no es mi diario, propiamente dicho. Son solamente ideas que tengo para una pequeña historia que planeo escribir.

- Pues son geniales- respondió Sir Ferdinand en tono tranquilizador. Y cuando Aurora pareció relajarse un poco, añadió:- aunque creo que más bien son recuerdos. ¿No es así?

Aurora clavó su mirada en el anciano un tanto confundida. No entendía por qué le decía eso. ¿A caso querría jugarle una broma?

- No sé qué decirle...- titubeó.

- Puedes decirme la verdad. No temas. Jamás te juzgaría. Al contrario, sería muy agradable poder charlar con una bruja. Tiene mucho que no lo hago.

Aurora decidió mirar por la ventana para tratar de disimular su nerviosismo.

- Sir Ferdinand, las brujas no existen...- murmuró sin mirar al anciano.

- ¿Eso es lo que mi nieto te dice?- inquirió él.

- ¿Eso es lo que mi nieto te dice?- inquirió él

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