Momento de la verdad

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Abrió los ojos y descubrió que la pesadilla continuaba. La habían regresado a aquella pequeña habitación de paredes blancas mugrientas, eso significaba que ese lugar era real... aquél lugar en el que la trataban como si fuese una loca, en donde se burlaban de ella cada vez que un recuerdo de su vida llegaba a su mente... aquél lugar lleno de gente rara que le hacía pensar en aquella visita que alguna vez hizo a San Mungo y vio a los Longbottom en un estado francamente deplorable... ¿sería que ella estaba sufriendo el mismo destino que ellos? ¿A caso también fue capturada y torturada hasta la locura por los mortífagos? Pero si era así... ¿por qué la seguían torturando en este lugar lleno de muggles? ¿Dónde estaban los demás? ¿Cuánto tiempo llevaba ella ahí? Había perdido por completo la noción de los días.

A juzgar por el sol que entraba a través de la pequeña ventana, seguramente pasaba del medio día.

El sonido de la puerta de su habitación abriéndose la sobresaltó y se puso en guardia.

- Ya despertaste- le dijo una mujer alta de aspecto atemorizante que vestía un uniforme azul marino- bien, hay que vestirte.

- ¿Qué me van a hacer ahora?- preguntó ella con voz temblorosa- por favor no me lleven con el doctor Luarasi...

- Jovencita, debes tranquilizarte. No nos obligues a sedarte de nueva cuenta. Quítate esa bata y ponte tu ropa- le ordenó la enfermera- te tengo buenas noticias: tu abuelo ha venido por ti.

Ella la miró sin comprender.

- ¿Mi abuelo?

- Date prisa.

¿Había escuchado bien? ¿Alguien había venido por ella? Obedeció y se dejó guiar a través de los horribles pasillos de ese lugar.

- Oye, ¿te doy un consejo?- le dijo la mujer casi en tono burlón mientras andaban- si no quieres que te vuelvan a encerrar en un lugar como este, es mejor que dejes de contar esas historias de castillos encantados y hechiceros malvados

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- Oye, ¿te doy un consejo?- le dijo la mujer casi en tono burlón mientras andaban- si no quieres que te vuelvan a encerrar en un lugar como este, es mejor que dejes de contar esas historias de castillos encantados y hechiceros malvados. Lo único que conseguirás con todo eso es que te encierren de por vida. Te lo digo en serio.

Al cabo de unos minutos llegaron al hall de recepción.

- Muy bien, señor Wayne. Aquí está su nieta- dijo un hombre alto de bata blanca, quien era el director de ese hospital- lamentamos mucho los inconvenientes y le recuerdo que a partir de este momento el Instituto Robert Schumann para Desórdenes Mentales de Kosovo se deslinda de toda responsabilidad sobre el estado de salud física y mental de la señorita Aurora Wayne.

La enfermera hizo pasar a la chica a través de una reja para que se reuniera con el hombre de edad avanzada que aguardaba al otro lado.

- Hola querida...- la saludó suavemente al tiempo que se aproximaba a ella- es hora de irnos a casa. Todo estará bien...

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