To Be So Lonely | Armanway

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“I need to say, hey
It's all me in my head
I'm the one who burned us down
But it's not what I meant
Sorry that I hurt you
I don't wanna do, I don't wanna do this to you
I don't wanna lose, I don't wanna lose this with you
I need to say, hey
It's all me, just don't go
Meet me in the afterglow”

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Habían pasado ya un par de días desde aquella noche en la que amenazaron a Armando, pero ese parecía ser el problema, Armando no había querido hablar con Jack sobre lo sucedido, simplemente evadía el tema diciendo que no recordaba muy bien los acontecimientos. Jack presentía que no estaba siendo del todo sincero, otra vez.

Armando tenía miedo de hablar, no por las amenazas, sino porque era su familia de quién estaban hablando, el volver a ver a sus hermanos había despertado en él nuevamente ese sentimiento de culpa con el que cargó por años, nuevamente sentía que en gran parte era culpa suya que sus hermanos fueran de esa manera, él hubiera podido llevarlos con él y habrían salido adelante juntos... Cómo si no lo hubiera pensado miles de veces durante su adolescencia.

Jack se sentía frustrado, sabía que él sentimiento de traición no se iría de su pecho y de su mente sino hasta que hablara con Armando, pero mientras eso sucedía él se quedaba en comisaría trabajando hasta que necesitaba un descanso o se emborrachaba, para evitar llegar a dormir.

Se perdían tanto en sus pensamientos como en sus problemas que, sin darse cuenta se estaban evitando a más no poder, pero no podían evitarse para siempre.

Naturalmente, ese día llegó, Armando lo supo cuando aquella tarde vio a Jack esperándolo fuera del taller recargado en su Porsche color negro, lucía desaliñado como pocas veces se le podía ver.
Él no era tonto, sabía que llevaba días sin llegar a dormir a casa y sin pararse en el taller.

Armando no quería hacer una escena en medio de todos sus clientes, así que informó a sus empleados de su pronta retirada y se dirigió a dónde se encontraba Jack. Cuando se acercó a él, pudo percibir el olor a alcohol en su ropa.

—¿Por qué estás manejando así? —Preguntó el mecánico intentando no reprenderlo ahí mismo por no haber llegado a casa en días, el de cabello negro sólo se encogió de hombros indiferente. Armando suspiró intentando ser paciente—. Dame las llaves —Estiró la mano, pero Jack negó y el ojiverde las arrebató de sus manos—. Súbete al auto.

El auto no olía mejor, podía ver por el retrovisor las botellas vacías y otras a medias en el asiento trasero. Quería sobrellevar la situación con templanza, pero el estado de Jack y su terquedad se lo estaban complicando bastante.

Sintió que Jack subió al auto y lo vio marcar un punto en el GPS que reconoció conforme seguía la ruta que marcaba el artefacto: el muelle. Manejó en silencio hasta el lugar que indicaba el GPS y una vez ahí, apagó el motor del auto.

El silencio llegaba a ser incómodo, ninguno de ellos hablaba, sus miradas se evitaban, el ambiente se sentía como una bomba de tiempo que en cualquier momento estallaría, ellos sólo estaban a la espera.

Armando comenzó a hablar—. ¿Por qué estás bebiendo de esta manera?

—¿Que significa para ti el anillo en tú dedo? —Interrumpió Jack.

Armando suspiró—. Jack, estás ebrio.

—No, no lo estoy, dime, ¿Qué significa para ti el anillo? —Preguntó nuevamente, pero esta vez cruzando miradas por primera vez.