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"You know I want you
It's not a secret I try to hide
I know you want me
So don't keep saying our hands are tied
...
But you're here in my heart
So who can stop me if I decide
That you're my destiny?"

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Armando despertó y, como siempre, antes de hacer cualquier cosa, fue a buscar a sus pequeños a su habitación, era un poco tarde, pero aún deberían seguir dormidos.

Al llegar a la habitación se puso un poco nervioso al no ver rastro de sus pequeños. Respiró.— Tal vez están en la cocina. —Era muy raro, si hubiesen tenido pesadillas habrían ido con él... O con Jack. A paso intranquilo, se dirigió a la habitación principal, donde dormía Jack, y sintió un vacío al no verlos tampoco ahí, ni siquiera a su esposo.

Con el alma en un hilo, bajó a la cocina, el silencio le parecía tan abrumador, entró a la cocina y sólo se encontró a Jack de espaldas preparando el desayuno tranquilamente, no había cereales de colores, no había chocolatada. Esto era muy extraño. Además del mero hecho que Jack estuviera ahí en horario de trabajo.

—¿Y los niños? —preguntó un poco temeroso.

—Me cago en... —Jack se asustó por la presencia de Nando por lo que derramó un poco de café en la mesa.

—Lo siento. —Rápidamente Armando se acercó a ayudarlo a limpiar.

—Fue mi culpa, estaba distraído —murmuró Jack, se sentía abrumado por la cercanía de Armando—. Uhm, los niños están con Michelle.

Armando respiró aliviado —Joder, ya me estaba pensando cosas raras.

Jack le tendió una taza de café, Armando la cogió—. Gracias —Bebió un sorbo—. ¿Por qué están con Michelle? —Preguntó curioso, no le molestaba en absoluto, pero no solían llamar a la pelirroja a menos que fuera necesario.

Jack estaba jodidamente nervioso, había planeado algo para disculparse, pero no sabía cómo proponérselo, justo como si fuera la primera vez que le pedía una cita...

...

Jack no sabía cómo se actuaba en estas situaciones, no tenía experiencia en esto, seguro lo hacía mal como todas las veces anteriores. Era un parguela... no debió tirar las flores.

Cuando se dio cuenta, ya estaba en el mecánico, ese día había realizado un 10-10 demasiado pronto, lo que extrañó a sus policías, pero nadie dijo nada al respecto.

Llevaba unos meses ya como superintendente y desde el principio se dio a respetar. Nadie esperaba que el Superintendente fuese "un crio", que no tenía quince años, vale, pero creían que un puesto tan alto merecía una persona con experiencia reflejada en arrugas; muy pronto entendieron que ese "crio" podía ser el mayor hijo de perra que hayan conocido en su vida y, con ello, entendieron también que la experiencia no se reflejaba en la edad, sino en la manera de ser... y ese crio tenía más experiencia que todos en esa puta malla.

Conway sabía de sobra, que día a día se comentaban mil rumores sobre su vida privada, pero para él, eso era lo de menos, le daba igual.

Al ver al joven mecánico de espaldas, se acobardó, incluso se dio la vuelta dispuesto a regresar a su trabajo, pero ya era demasiado tarde, lo habían pillado.

—¿Jack? —Esa voz, instintivamente se giró con una media sonrisa.

—Eh... Hola —saludó. Armando sonrió y fue todo lo que Jack necesitó para tener un buen día.

To Be So Lonely | ArmanwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora