Capítulo 37. Conocernos

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Llegó al hotel con un alegre, cariñoso y relajado hombre de copiloto. 

- Christian es tarde, no hagas ruido. - digo cuando tropieza con una maceta y ríe sin control. 
- Me dolió. 
- ¡Tonto! Mañana ni lo recordarás, bueno solo si se te hace moretón. ¡Vamos lobito camina!. - lo empujó con ambas manos en su espalda. 
- ¿La pasamos bien no? 
- Si, mucho, entra - digo cuando se abren las puertas del elevador. 
- ¡Buenas noches! - nos saluda una pareja de unos 50 años que también parecen contentos. 
- Que guapo es tu chico, niña. - Christian le sonríe. 
- ¡Gracias! - digo, supongo. 
- Ya mujer deja a estos niños, perdón, casi llega a los 60 y resulta que le gustan los jovencitos. 
- Es solo un piropo holgazán, es una criatura. - sonrió y abrazó a mi chico. - disfruten su juventud se va más rápido de lo que uno imagina. 
- ¡Ves! - me dice - ¡Nos obliga a dormir en dos habitaciones! - dice inclinándose a la señora que lo toma del brazo. 
- ¡Christian! - lo golpeó y se abre el elevador, ellos salen. 
- ¡Suerte chico! ¡Cómetelo hija!. - Christian se carcajea. 
- ¡No puedo creerlo!. - lo reprendo. 
- Por favor hazle caso - dice y me acorrala en la esquina del elevador. 
- ¡Christian! Estás borracho. 
- Te pongo nerviosa Ana, más que eso, ¿por qué no? - dice y besa mi cuello mientras toca mi trasero, la sensación me estremece. - ¡Lo ves!. He estado loco por esto toda la noche. - me toca con ambas manos y las puertas del elevador se abren nuevamente. 
- ¡Christian! - respira frustrado y me safo. Uff, gracias a Dios no hay nadie. - ¡Camina! Controla eso - digo al observar el bulto en su pantalón. 
- Camina cerquita. - dice y se pone detrás de mí. 
- Retírate - se carcajea. 
- Mmmmm - niega con la cabeza - te tienes que acostumbrar a eso, me lo provocas todo el tiempo y si estamos en público me tienes que ayudar a ocultarlo. 
- ¡Loco! 
- Hablo en serio. 
- Retírate un poco quieres, déjame abrir. 
- No y tú no quieres eso, no quieres que me retire Ana, tus orejas están rojas, tu pulso se aceleró - besa mi cuello. 
- ¡Déjame abrir! - avienta la puerta. 
- No voy a irme. 
- Puedo irme yo. 
- ¿Qué tengo que hacer? 
- No estar borracho para empezar. 
- ¡Ana! Tienes que cuidarme. 
- Es un chantaje bajo ¿sabes?. ¡Bañate!. - trató de salir, pero me acorraló en la puerta. Pienso que va a besarme pero se saca la camisa y se acerca a mi sin tocarme. 
- ¿Dime que no? - me respira en el cuello y Dios, eso va directo a mi entrepierna. 
- Tienes tierra en el cuello y está todo sucio, yo también necesito un baño. 
- Sudas aquí - safa dos botones de mi blusa y pasa su dedo entre mis senos. 
- ¡Lobito! - baja su cabeza y pasa su lengua por el sitió que señaló. 
- ¿Me quieres decir que no? - dice mientras muerde mi oreja y pone su mano en mi cadera. 
- ¡No! - digo y me cuelgo de su cuello, mientras me levanta y enredo mis piernas en su cintura. Camina conmigo rumbo a la cama y pienso que va a bajarme pero se apoya del respaldo y avanza de rodillas sin soltarme. - Estamos sucios. - digo cuando me recuesta y cae sobre mí. 
- Tenemos dos camas, dormimos allá  - por alguna extraña razón eso me da mucha risa. - ¡Ana!. 
- Lo siento, eres gracioso borracho. - No tengo idea en qué momento desabrocha mi pantalón y mete su mano dentro de mis bragas. - ¡Ah! - digo cuando siento sus dedos abrí mis labios - ¡Christian! 
- Lave mis manos, no tengo tierra. - vuelvo a reír. 
- ¡Ah! - siento uno de sus dedos acariciarme - Eres el diablo 
- Y tu una bruja, me vuelves loco Ana - dice y chupa su dedo alejándose para desnudarme por completo de forma impaciente, mi pulso se acelera y se acerca a mi cara sin besame, pone sus manos en mis nalgas y las masajea, no se como rayos se apoya en sus rodillas y me toca con ambas manos. Es de las cosas más atrevidas que ha hecho, ¿creo?, ahora no recuerdo ninguna otra, la sensación es placentera. - No estoy muy seguro de dejar que uses ese tipo de pantalones, esto se ve muy bien allí. 
- ¡Christian! 
- Me gusta mucho esto Ana - toca descaradamente mi trasero - si no estuviera un poco mareado me gustaría verlo, pero bueno tengo que planear mis movimientos. - no puedo evitar reír. 
- No eres muy romántico grandulón. 
- Igual te tengo desnuda - dice el muy cabrón - Ayúdame con esto ¿quieres? - trata de desabrochar su cinturón. 
- ¿No vomitaras verdad? 
- ¡No Ana!, concentrate - trato de evitar reír. - Ayúdame pues - desabrocho su pantalón. 
- Rayos creo que si estoy un poco borracho -¿Qué? - beso su cuello y lo muerdo un poquito. 
- Haz eso otra vez - sabes salado y a tierra.
- ¡Ana! - eso sonó a regaño y lo beso lo más sexy que puedo, mientras siento que su erección crece y de su garganta salen pequeños jadeos.
- ¡Sí! Gracias muchacho.
- ¿Qué? 
- No hablo contigo, pensé que me iba quedar mal - no puedo parar de reír al entender a que se refiere - ¡Ana! Deja de reír - dice arrastrando las palabras. 
- Tú tienes la culpa Christian, Christian ¿qué vas hacer...me? - pregunto al sentir que baja regando besos por mi vientre y se acomoda entre mis piernas jalando un poco tosco mi cadera - me haces cosquillas, basta - él sigue bajando ¡Oh Dios! Hoy sude como nunca y quiere hacer esto hoy - ¡Christian no! 
- ¡Ana! 
- ¡No!, necesitamos un baño para esto 
- ¿Entonces si quieres que lo haga? - dice sonriendo y me mira. Dios sí, le respondo mentalmente. 
- Necesito un baño y tú también. 
 - A mi no me importa. 
- A mí, sí. 
- ¡Greñuda! 
- Podremos hacer otra cosa si no quieres bañarte ahora. 
- ¡Ana! 
- Sudamos todo el día Christian, sería incómodo.
- Mmmm - gruñe molesto, pero se frota ligeramente en mi centro - tu cuerpo es mío - toca mi trasero y se mueve sobre mi, haciendo que me mueva a su ritmo - Me bañaré terminando esto, ¿puedo? - no le contesto y solo abro más mis piernas, me sonrojo al instante - Eres mia Ana y yo soy tuyo, nada está mal, confía - dice mientras me penetra despacio, estoy relajada y la sensación es deliciosa - estás muy húmeda, se siente bien - apoya su frente en la mía, empuja un poco más y lo siento completamente dentro. 
- ¡Christian! - se mueve despacio y aprieta los ojos. 
- ¡Diablos!
- ¿Ahora que? 
- Estoy mareado - me río nuevamente sin poder evitarlo. 
-¿Quieres que dejemos esto para otro día muchachote? - sale y me estremezco, no quiero que pare. 
- Hieres mi orgullo y no ¡Ven! - se acuesta boca arriba y básicamente me sube sobre él - ¡Oye! 
- Lo siento, lo mismo de la cabaña pero así amor - me ordena y bajo mi cabeza a su pecho riendo. 
- Deja de reír Ana.
- ¡Christian! Eres... ¡Ay! - me penetra de una y no me lo esperaba. 
- ¡Vamos nena! - tengo las manos sobre su pecho y me muevo un poco, demonios, siento como se clava en mi interior y un jadeo sale de mi boca.
 - ¿Te gusta? - pregunta y se mueve - quiero verte -  extiendo un poco mis brazos sobre su pecho. - ¡Demonio! 
- ¿Ahora, ahora qué Christian? - digo casi riendo, pero él hace la cabeza hacía atrás y aprieta los ojos. La imagen de apreciar su cuerpo así es increíble, me muevo un poquito y me ayuda con sus manos, el movimiento genera una especie de rebote y Dios es genial. - ¿mareado? 
- ¡Sigue! 
- ¡Christian! - digo al ver que no abre los ojos - Trato de no vaciarme Ana - dice aún arrastrando las palabras y me gana la risa.
 - Deja de reírte. 
- ¿Quiere que paremos vaquero? 
- ¡Quiero que me tomes vaquera! - sus palabras y la sensación me gustan, bajo mis labios a su boca, tenerlo dentro de esta forma es extraño, me muevo hacia delante y él sale. 
- ¡No! - se empuja en mí de nuevo y me besa, baja una mano a mi trasero y se mueve. No se si soy yo o es él quién me mueve pero marcamos un ritmo. - ¡Vamos nena! - dice y muerde mi cuello, me hace bajar y se empujan fuerte - No puedo más Ana - dice y siento esa presión caliente en mi interior. Se convulsiona violentamente bajo mi cuerpo y yo me apoyo es su pecho extendiendo mis brazos, lo siento temblar y levantar la cadera.
- ¡Ah! ¡Christian! - y no puedo más, nuestros cuerpos tiemblan por completo y él cierra los ojos otra vez y tira su cabeza hacia atrás, creo que pequeños espasmos aún lo hacen moverse en mi interior y siento una electricidad en mi centro que intentó sacarlo pero me inmoviliza con ambas manos sobre mis caderas. No dice nada, solo me deja verlo así, hasta que poco a poco se queda quieto, puedo sentir su agitado pulso. 
- ¡Estoy muerto! - abre los ojos  
- ¡No! ¡Christian! Me incomoda un poco - digo deshaciendo nuestra unión, santo Dios esto fue muy intenso. 
- No puedo estar despierto. 
- ¡Eso no!, al baño lobito. 
- Me van a temblar las piernitas. 
- Lo prometiste. 
- No puedo Ana - dice y se estira sobre la cama, cierra los ojos y sé qué está apunto de dormir. 
- Christian necesitamos un baño. ¡Grandulón! No te lavaste los dientes - se acomoda estirando su cuerpo por completo. Siento el impulso de tocarlo, pero debo ir al baño. 

Regreso después de unos minutos regreso y se qué está profundamente dormido. 

- ¡Christian!. - acaricio su rostro con mi nariz y le doy pequeños besos - ¡lobito despierta! 
- Mmmm - gruñe. 
- Vamos despierta, si despiertas nos bañaremos juntos. - creo que dije eso pensando que no despertará, pero el cabrón abre los ojos. 
- y dices que no eres terca - suspira adormilado. 
- ¡Levántate dormilón!. 
- Está bien, pero te metes conmigo. 
- Solo a bañarnos. 
- ¡Vemos!
- Eres un descarado Christian - digo al verlo pararse desnudo sin ninguna vergüenza. 
- Me llevas dentro, ¿qué tiene de malo?, ven acá - me carga y camina a la regadera. 
- Vas a tumbarme. 
- Nunca, no tan caliente. - dice cuándo abro la llave. 
- Ana está caliente. 
- ¡Ya! Eres muy gruñón cuando tienes sueño. 
- Creo que estoy dormido. 
- ¿Así? Lástima - digo regulando la regadera y besando sus hombros. 
- ¿Qué? ¡lástima! ¿por qué?  - paso mi lengua por el lugar y lo siento tragar saliva. 
- ¡Bruja! 
- Cierra los ojos y agáchate un poco. - lavó su cabello y se deja sin protestar. 
- ¿Qué es eso? 
- Una esponja. 
- ¿De dónde la sacaste? Mi cuarto no tiene. 
- ¿Con que te tallaste cochino? 
- Con un calcetín, bien lavado no empieces. - me río. 
- Esas toallitas son para eso si no traes esponja - señaló - pero yo siempre cargo con mi esponja, levanta los brazos. 
- Sigo yo, damela. 
- Yo ya me bañe, esto es solidaridad.
- Me gusta esto Ana. 
- También a mí- digo y tallo su abdomen, estoy por bajar mi mano, pero no lo hago, me pongo nerviosa y esquivo su mirada. 
- Supongo que no quieres tallarme con tu esponjita aquí. - toma mi esponja con su mano libre y me sujeta la mía bajando a su miembro. 
- ¡Christian! 
- Me gusta que me toques Ana. - una idea pasa por mi cabeza, pero no me atrevería a hacer eso aún. Muevo mi mano y parece disfrutarlo, guía mi mano con la suya y lo siento ponerse duro. 
- Te dejaré para que te talles completo. 
- ¿Qué? 
- Christian acabamos de hacerlo. 
- No te vas - me acorrala con sus brazos y su cuerpo contra la pared, empezando a besarme. 
- ¿No tenías sueño? 
- ¡Tenía! - responde y muerde mis labios. - quiero más de ti, pero aquí no. Se talla rápido y cierra la regadera, toma una toalla y la envuelve sobre mi cuerpo. Me carga y camina conmigo en brazos. 
- Si vamos a esa cama mojados vamos hacer lodo - el suelta una carcajada. 
- Abre esa puerta. 
- No se donde pude dejar la tarjeta, bajame. - camino y tira de mi toalla dejándome desnuda. - ¡Christian! 
- Por Dios Ana, agáchate - eres un sucio - de repente soy consciente de la escena, estamos ambos desnudos a mitad de la habitación. - tienes que acostumbrarte a estar así conmigo - recoge mi bolso y me lo da. 
- Esto es... 
- Endemoniadamente sexy Ana - me interrumpe y yo saltó a su cuello y enredo mis piernas como nos es costumbre 
- ¡ Ymejora! - le muestro la tarjeta. 

Te quiero a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora