Capitulo 165. Miedos

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Estoy agobiada, fue un día largo y solo quiero ir a casa. Hoy trabajé en la fundación, seguimos con la firme idea de mejorar la escuela y con ello aumentar el nivel educativo de la primaría y secundaria de este lugar. Sé que hemos logrado mucho, pero no estoy conforme. Esa es mi obsesión, no dejo de pensar que yo tal vez logre convencer a Christian de irnos en verano a Guadalajara para que Teddy entre a cursos de verano, pero tampoco me voy a cruzar de brazos, puede que nosotros tengamos esa posibilidad, pero la mayoría de los niños de este lugar no la tienen. Me siento mal conmigo misma por no preocuparme por esto antes, y que ahora el motor para mejorar las condiciones y elevar el nível de nuestros maestros sea mi hijo, pero no dejo de pensar que Teddy en poco más de dos años estudiará aquí. Papá, el abuelo, Christian y todos apoyan mi proyecto, se que me apoyan con donativos y trabajadores, pero sin duda también serán necesarios otros recursos, pienso realmente en construir y brindar las condiciones necesarias para tener un programa deportivo, cuidar todo aspecto intelectual, afectivo y social de nuestros niños, mis sobrinos también pueden estudiar aquí y los hijos de nuestros trabajadores.

- ¡Lo vas a lograr Ana! Yo no tengo duda de eso.

- ¡Christian! No te sentí - respondo asustada - ¿Te vas a quedar allí? - no se mueve está recargado en el marco de la puerta.

- Yo iría a cualquier lugar donde tú me dijeras, pero para este pueblo también fue una bendición que tú te enamorarás de mí.

- ¡Ven acá grandulón! - me levanto y camino a un costado del escritorio, él avanza hacia mí - Me encanta cuando me mirás así - le doy un besito y pongo mis dos brazos sobre su pecho mientras él me envuelve entre los suyos y se recarga en el escritorio.

- ¡Me encantas Ana! - me besa y muerde mis labios - Cada gesto que haces, como mueves tus manos, los ojos - me da besitos - como juegas con tu cabello - vuelve a bésame y habla despacito - ese gesto que haces cuando rascas tu nariz y toda.

- ¡Lobito!

- Estos pósitos - besa la comisura de mi boca.

- Promete que vas a seguir diciendo esto en diez, quince y veinte años más.

- Toda mi vida - nos besamos y meto mi lengua en su boca, pero él me besa lento - ¡Tus pequitas y estás arruguitas de aquí cuando sonríes! - me sonroja y sonrió agachando la cabeza. Él se encorva y busca mi mirada, me besa sonriendo mientras cruzo los brazos alrededor de su cuello.

- ¡Te amo! No me dejes de mirar así nunca.

- Podría quedarme todo el día viéndote, pero también me gusta tenerte así, muy cerquita.

- ¡Así, yo te alcanzo! - sonríe y busco sus labios, pero no me deja volver a besarlo.

- ¡Chulada de ojos! - dice ronquito y con acento.

- ¡Christian! - me sonroja aún más.

- ¡Cásate conmigo! - dice pegado a mi boca y me besa, se que sonrió como boba.

- ¿Puedes creerlo? ¡Vamos a cumplir cuatro años!

- ¡Cinco! Para que el abuelo no haga cuentas.

- ¡Tonto! - no puedo dejar de besarlo.

- ¡Mmm! Como te me acomodas ingrata - estoy apoyada en su muslo izquierdo y me abraza por la cadera - para no caerle bien a tu mamá al principio, te hizo bien exactamente para mí.

- ¿Bien exactamente?

- Sí, a la media.

- ¡Ya vamos! ¿Y tú crees que ya te quiere tu suegra? - sonríe.

Te quiero a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora