Capítulo 126. Alacena

726 60 8
                                    

Tengo sueño, pero sé que Teddy despertará en menos de una hora y estará desesperado por comer algo más que solo su biberón. Me levanto de la cama y dejo a Christian profundamente dormido, anoche fuimos al teatro, esa era su sorpresa, vimos una hermosa obra que nos conmovió hasta las entrañas. El retrato de Dorian Gray, de Óscar Wilde, me encantó ese detalle de mi marido, pero me conmovió tanto la actuación de cada uno de los personajes que llore como Magdalena en el tercer acto. Tenía que traducir parte de la obra a Christian cerca de su oído, eso me conmovió más, ver a mi lobito aportando los dientes para no mostrar debilidad y ser conmovido por completo por un buen relato literario, sin duda compartir el teatro con Christian me encanto.

Después fuimos a cenar y a caminar un poco por el pintoresco y pequeño poblado. Este lugar sin Christian era insoportable, frío, nostálgico y superficial, pero de su mano es romántico, acogedor y sumamente afrodisíaco. Lo sé, estoy loca, pero no puedo mantener las manos lejos de él, de todo él. Anoche, de regreso a casa lo hice parar a un costado del desolado camino para amarnos, me resulta sumamente encantador ver sus ojos con las luces de la ciudad, lo rojizo de sus mejillas y su creciente barba me hicieron perder el pudor y le pedí detener el auto y que me tomará. Me subí a horcajadas sobre él y mi necesidad era demasiada, hicimos el amor en medio de la nada, empañamos los vidrios y dejamos enciendo el auto, hacía un frío horrible mientras montaba a mi marido y él disfrutaba de mis besos, del movimiento de mi cuerpo y mi entrega. ¿Qué rayos me pasa? Soy una descarada, pero bueno no escucho quejas de Christian.

Bajo las escaleras y se que todos duermen, me dirijo a la cocina decidida a preparar un rico desayuno para Teddy y Mía, junto con la papilla de Caty. Espero Teddy coma algo, pero no creo, mi pequeño hombrecito ya salió de la etapa de la comida licuada y estoy segura amara destrozar y comer su tortilla de pollo y cubitos de zanahoria. Ayer preparé mini galletas de chispas de chocolate, pero con Christian y mi hermano el bote está vacío, pienso en hacer algo dulce y rápido cuando unas conocidas manos se sujetan a mi espalda y rodean mi vientre.

- ¿Qué haces aquí? - le digo a Christian qué parece adormilado, no responde. - ¿También tienes hambre? Ted no tarda en despertar. - sigue callado y me hace a un lado el cabello para besar mi cuello. Su respiración eriza mi piel y soy consciente que muerdo mi labio. - ¡Lobito! - me voltea y apaga el fuego de la estufa. Me sujeta de la barbilla y me besa, me besa no muy tierno y pasa su lengua por mis labios, me resisto a abrir mi boca pero siento su mano libre apretar mi trasero. - ¡Christian! - junta su erección a mi vientre y hace eso que él hace, básicamente me sienta sobre sus piernas. - ¡Grandulón basta! Va a venir alguien Christian. - digo casi jadeando. - ¡Lobito!.
- No pienso tardar mucho, ni hacerte tarda mucho a ti. - me dice al oído.
- ¡Mmmm! Eres un vanidoso, me muerde el cuello - ¡Christian no podemos! - toma uno de mis senos - ¡Ahhh! Va a bajar alguien Christian - me cuelga a su cintura y el cabrón camina a la alacena.
- ¿Armario? - dice entre mis labios con una sonrisita.
- Alacena. - mi respiración se acelera. - ¡Lobito! De verdad, no. Va a bajar Laura o Gaby - mete mano separando mis pliegues - ¡Ammm! Eres diablo. - golpea mi clítoris y lo mete un poco. - ¡Ahhh!
- ¡Abre allí Ana! - dice con esa voz ronquita y estoy perdida, me cuelgo de su cuello y él nos hace entrar a la alacena, respiro agitada cuando sobre la tela de mi pijama chupa mi sensible pezón y da un masaje lento con su lengua, succiona despacio y demonios, estoy ardiendo. - Vamos nena, dime que estás lista para mí. - hace a un lado mis bragas y saca su miembro del sexy pantalón deportivo que lleva puesto.
- ¡Christian! - roza mi entrada y siento como mi cuerpo se humedece - ¡Ahhh! Lobito - se empuja, pero solo entra un poco.
- ¡Ana! - abro un poco más mis piernas y él entra, me apoya sobre la estantería y hacemos que algunas cosas caigan al piso, reinos, cuando una caja de no tengo idea que golpea la cabeza de Christian. - ¡Te amo nena!
- ¡Odiaba este lugar Christian! ¡Esta casa! - digo jadeando cuando empieza a moverse lento - mi madre la usaba para no ir a la hacienda ¡Aaha!, y ahora amo sus armarios. ¡Lobito!.
- ¡Amor! - baja su cabeza y muerde mis senos.
- ¡Auuu! - mete mi pezón a su boca, lo muerde despacio y succiona. - ¡Son mías! No de Ted, toda tú eres mía Ana.
- ¡Tonto! Soy su mami - sigue sus caricias y me sujeto fuerte de su cuello, le jalo el cabello cuando duele. - ¡Christian!
- ¡Vemos nena! - se clava un poco más profundo y aumenta el ritmo. - ¡Eres el cielo Ana! Soy adicto a qué me lleves dentro. ¡Ahh! - jadea ruidoso y levantó su cara poniendo mi mano en sus labios.
- ¡Shhh! Últimamente es usted muy ruidoso Sr. Grey - presiono sus labios con mi mano y disfruto como se mueve. - ¡Christian! Rápido.
- ¡Greñuda! - mi marido marca un ritmo y escondemos mutuamente la cabeza uno en el cuello del otro, evitando gritar o hacer mucho ruido.
- ¡Ahh! No dejes marcas - aprieta los labios en mi cuello y lo siento succionar - ¡Amor! - hace un movimiento en círculos con su cadera y se empuja. - ¡Christian! Siempre se te ocurren cosas cuando no podemos ...
- Tenemos que usar la alacena de casa mi niña, cabe tu trasero. - dice el cabrón y se clava hasta el fondo, me tiene totalmente expuesta y aumenta el ritmo.
- ¡Annie! Escucho todo desde acá afuera.
- ¡Es Laura! Te lo dije. - golpeó a Christian que con todo descaro se sigue moviendo. - ¡Christian! ¡Basta! - escucho que Laura sonríe.
- ¡Ok! Vuelvo en 5 minutos, pero ojo, papá y el abuelo están en el estudio.
- ¡Christian! - quiero sacarlo y el cabrón me lo impide.
- ¡Tenemos 5 minutos!
- ¡Christian! ¡Bájame! - me cuelga a su cintura y apoya su mano sobre la pared.
- ¡Vamos nena! No puedes dejarme así.
- ¡Christian Lau!
- ¡Ya se fue!
- ¡Papá! El abuelo ¡Ah! - sale solo un poco y se empuja duro. - ¡Eso me encanto! ¡Christian! ¡No! - lo hace de nuevo.
- ¡Shhh! Ana - dice con tono algo molesto.
- ¿Qué? - él muy cabrón - ¡Oye! - extiende la mano en mi trasero haciéndome caer sobre él. - ¿Esto es una violación?
- ¡No cuando te gusta! - dice arrogante y sonríe de ladito.
- ¡Ahh! - me hace arquear mi espalda- ¡Demonios es delicioso!
- ¿Verdad qué sí? No puedo parar mi amor. - se apoya en la puerta, apoya su espalda y dobla un poco la piernas, el carbón sabe, que esto y así me gusta, me gusta sentir sus muslos en mi trasero.
- ¡Ahh! - dejo de pensar y me concentro en él, está más que rojo, sudando y tiene los ojitos cerrados, beso su cara y jadea, sentir su aliento me hace apretar, apretar fuerte allá abajo y lo siento correrse.
- ¡Ahhh! - sello sus labios con mi boca y
sonrió al escucharlo maldecir, pero no entiendo lo que dice.
- ¡Vamos nena!
- ¡Christian no voy a poder! ¡Bájame!
- ¡Ana! Christian ya nos escucharon, tengo miedo que venga alguien.
- ¡Yo quiero que te vengas, tú!.
- ¡Muy gracioso! ¿Quieres qué sea papá? ¿Mi abuelito? ¿Mamá? ¡Sal no puedo! ¡Suéltame!
- ¡Ana! ¿No?
- ¡No! ¡No puedo!.
- ¡Annie! - mi madre.
- ¡Lo ves! Suéltame - lo veo asesina y sonríe - ¡Voy! Digo acomodando mi ropa.
- ¿Dónde estás?
- ¡En la alacena! - la escucho acercarse y salgo rápido. Se qué estoy roja y Christian me ve diciendo necesita unos segundos. - ¡Te traes también esos Christian! Los de arriba, haremos más galletas - digo lo primero que se me ocurre - preparó el almuerzo de los niños. - Estoy nerviosa y mamá solo sonríe.
- ¡Peinate hija! Yo vengo a preparar café para llevarlo a tu padre y al mío.
- ¡Te ayudo!. - Me arregló con las manos el cabello y siento las piernas temblar, pero ¿Quién es esta mujer y qué le hizo a mi madre? Me agrada.
- ¡Iré por Ted! - dice Christian saliendo por fin de la alacena y pone una lata de elotes en la barra.
- ¿Para las galletas? - dice mamá.
- ¡Mmm! - no sé qué decir y solo muerdo mi labio. Gracias a Dios el sonido del llanto de Teddy por el monitor nos da una salida.
- ¡Ve por él y traelo aquí! - digo y Christian sale como rayo, no puedo evitar reír nerviosa. - Tortillas de pollo, con cuadritos de zanahoria.
- ¿No está frío?
- Nop.
- ¿Ya? - entra Laura.
- ¿Café? - le digo rogándole con la mirada cierre la boca.
- ¡Con leche! ¿Tú? - maldita. - ¿Qué activa la de esta mañana verdad?
- ¿Qué haremos siempre hoy? ¿De cena?
- ¡Tu padre contrató algo! Nos quiere dar una sorpresa. - En mi familia es tradición que los hombres se encargan o cocinan la cena de fin de año.
- ¡Ana! - Christian entra con Teddy llorando.
- ¡Mam! - mi niño se lanza a mis brazos.
- ¡Café Chris! - dice Lau - ¡Linda mañana no!
- ¡Muy linda! - le sonríe el muy cabrón y yo lo veo asesina consolando a Teddy.
- ¿Ton? - niega con la cabeza, lo sabía. - ¿No ton? ¿Esto? - le muestro su platito y a mi comelón hombrecito le brillan los ojos.
- ¡Mira! ¡Le gusta comer temprano como a su papá!
- ¡Fhhh! - Christian casi escupe su café. - ¡Perdón! Es mijo. - dice con una risita.
- ¡Eres una maldita! - le digo a mi hermana sin aguantar una sonrisa. Siento a Teddy en su pequeña silla y me sigue con la mirada, tal como lo hace Christian, mientras le sirvo en su pequeño platito.
- ¡Genética! - dice mi madre.
- ¡Ete! - señala Teddy.
- ¡Ete! - le digo y lo pongo frente a él.
- Yo le doy - dice mamá.
- Querrá comerlo con sus manos, intentara usar el tenedor, pero lo va aventar. - Ted es atendido por su abuela mientras me recargo entre las piernas de Christian, qué está sentado en un banco, apoyado en la barra.
- ¡Te amo! - me dice al oído y le quitó de las manos su taza de café, dándole un sorbo.
- ¡Mam! ¡Mi! - dice Teddy, pero se concentra en su abuela. ¿Qué fue eso? - ¡Mi! - le dice a su abuela y le ofrece su comida. Mi mamá se derrite porque intenta darle con el tenedor, se desespera y lo arroja, le da con la mano. - ¡Ta! ¡Mi!
- ¡Dijo abuela mamá! - le digo a mi madre. - ¡Dijo abuela!
- ¿Dijiste abuela Teddy?
- ¡Ta! - le ofrece más comida y a mamá se nublan los ojos.
- Para Mía soy ¡Lala! Y para ti ¿Ta?
- ¡Ete! ¡Mi! - Teddy come. - ¡Ta! - y trata de alimentar a su abuela.
- ¡Los dejo! - dice Lau.
- ¡No! ¡Vamos a desayunar! ¡Muero de hambre!
- ¡Pues sí! Buscar comida en las alacenas, da hambre. Voy por mis hijos y Mateo, bajo para que preparamos algo.
- ¡Eres odiosa!.
- Eres un diablita, te amo pequeña.
- ¡Tonta!
- Iré con tu padre, nos encargaremos de la cena. - dice Christian. - solo esperamos a Mateo.
- ¿Saldrán? ¡Debes cambiarte! ¿No puedo ir? - le digo al oído, no quiero más burlas.
- ¡Creo que es cosa de hombres! Voy a cambiarme. - hago un puchero y me da un tierno beso - ¡Señora! Buenos días, compermiso.
- ¡Buenos días Christian! - mi sonrisa me parte el rostro.
- ¡Abrígate! ¿Irá al abuelo?
- ¡Sí! Yo lo abrigo.
- ¡Gracias amor! - le doy un pequeño beso y mi madre nos observa.
- ¡Ta! - Teddy le sigue ofreciendo comida y mi mamá me extiende la mano para qué me acerque.

Te quiero a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora