XVIII

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A veces me pregunto como pudo ser

Que alguien como tu quisiera a alguien como yo

Y estoy aqui esperando tu amor

He estado despierto por la noche

Escuchando el canto de los aves en la oscuridad

Y sigo esperando tu amor

Podríamos estar sujetándonos más fuerte

Tuve que aprender a dejar ir a medida que subíamos

Durante aquellas semanas la mansión Son se convirtió en una cápsula de paz y silencio para la paciente y la criatura en su vientre, al menos eso parecía a la luz del día, pues en la noche si se prestaba atención se podrían escuchar pasos descalzos...

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Durante aquellas semanas la mansión Son se convirtió en una cápsula de paz y silencio para la paciente y la criatura en su vientre, al menos eso parecía a la luz del día, pues en la noche si se prestaba atención se podrían escuchar pasos descalzos amortiguados por la alfombra, puertas abriéndose y cerrándose, susurros, suspiros y uno que otro gemido. ¿Qué se podía esperar de unos cuantos adolescentes hormonales explorando sus cuerpos y sentimientos?

En las últimas semanas Dong Myeong y Ki Wook habían retomado su rutina de vivir enganchados el uno al otro, se diría que incluso se habían vuelto más cercanos, cosa que parecía imposible, y ya hacía que Sun Mi y Jang Hyun levantaran una ceja al verlos caminar por el pasillo rumbo a la sala de ensayo.

El siempre recatado Dong Ju no estaba excento de las actividades nocturnas, pues era el principal infractor de las normas sobre empleados en la casa, al continuar escabullendo a su guardaespaldas en su habitación, aún sabiendo de los sentimientos que aquel albergaba por él y siendo consciente de la reacción que el mayor provocaba en él, había pasado de marcar una línea clara entre ambos a jugar descaradamente con fuego.

Viéndose los hermanos en riesgo de ser descubiertos decidieron recurrir a la iniciativa de Sun Mi sobre irse de campamento, esperando que un fin de semana alcanzara para calmar su ardor juvenil, lo sorpresivo fue encontrar a los adultos siendo reticentes al respecto.

— No sé si sea bueno —dijo el hombre, recostándose en el respaldo del asiento con los brazos cruzados sobre su pecho.

— Fue idea de tu esposa —replicó Dong Myeong— ¿Vas a llevarle la contraria en su delicado estado?

Sun Mi negó con la cabeza.

— Ni intentes usarme para chantajear jovencito.

— Sun Mi~ —lloriqueó el rubio con un tono de voz lastimero.

— Okasama~ — Ki Wook lo imitó, añadiendo sus ojos de cachorrito.

— Siento que todos ustedes están tramando algo —dijo la mujer con los ojos entrecerrados—, asusta verlos tan de acuerdo.

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