XII

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Si te vas estaré muy solo.

Si te estás yendo, cariño,

Déjame caer lentamente.


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Dong Ju quería huir, su primo parecía tener al fin un día libre y sin embargo lo que el castaño menos quería era verlo, tomó su celular con la intención de pedirle a Geon Hak que lo sacara con prisas de ahí, quizá ir al centro comercial a beber algo y hacer compras, pero el mensaje que encontró lo hizo bufar de frustración, su guardaespaldas se había tomado un día libre también ¡Y sin avisarle previamente! ¡Le avisó a su padre, pero no a él! Indignante, absolutamente irrespetuoso de su parte desaparecer en un día como ese, intentó cocinar, pero Ha Rin intentaba desesperadamente ayudar y Dong Ju estaba tan molesto que terminó arruinando por completo el pastel que pretendía preparar. ¡Todo era culpa de Geon Hak por abandonarlo! ¡Lo despediría! ¡Definitivamente lo despediría por no estar cumpliendo con su labor en ese momento!

Lanzó con descuido la loza sucia a la lava—vajillas, ignorando el estremecedor sonido de la porcelana al romperse, e inició a picar los vegetales para la cena.

— ¿Estás bien Junie? —preguntó el pelinegro. Dong Ju se giró hacia él sosteniendo un cuchillo.

— ¿Qué te hace pensar lo contrario Ju Ha Rin?

Ha Rin retrocedió dos pasos con las manos en alto, el menor suspiró y continuó en su labor.

— Desde ayer estás extraño, pareces molesto ¿ese chico que te gusta te esté causando problemas?

El castaño giró los ojos, no existía una situación más irónica que esa.

— No —espetó—. Todo está bien.

— Vamos, cuéntame. Incluso despejé mi agenda hoy para acompañarte.

— Pues no debiste hacerlo, no necesito que me cuides como si fuera un niño, no lo soy.

— Ya, ya, sé que no lo eres, no tienes que enojarte.

— Me enojo porque te comportas como si fuera un infante que no puede sobrevivir sin ti, no te necesito, no necesito que te quedes a cuidarme por lástima.

— ¿Qué locuras estás pensando? —preguntó estirando una mano hacia la cabeza de Dong Ju, el menor esquivó el gesto— Te cuido porque eres mi familia, te quiero como a un hermano.

— Pues yo no —alegó Dong Ju haciendo un movimiento brusco con la mano que le consiguió una cortada, soltó el cuchillo y revisó la herida de la que ya emanaban las primeras gotas de sangre.

— ¿Dong Ju qué...? —El pelinegro vio la sangre y se apresuró a tomar la mano herida de Dong Ju para revisar— ¿Estás bien?

Si era sincero; no, no estaba bien, luchaba entre querer rogarle a Ha Rin que no se fuera y querer demostrarle que no debía frenar su vida por él, quería que fuera feliz y no creía que esa vida de ver por otros antes que por él mismo pudiera hacerlo feliz, sus ojos empezaron a sentirse calientes y eso no era bueno, llorando solo haría que el mayor quisiera cuidarlo más, limpió las lágrimas con el dorso de su mano sana y se liberó del agarre con más fuerza de la que quería.

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