ღ Capítulo 7 ღ

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—Bien... veamos qué hay por aquí— Balbuceaba nervioso Volkov, rebuscando en su armario algo de ropa para prestarle a Horacio. —E-eh...comencemos por esto, ten— dijo tendiéndole un bóxer nuevo, evitando mirarle. Mientras se lo colocaba, el ruso fue dejando prendas sobre la cama, esperando que le quedaran bien. Una vez listo Horacio, el peligris notó que aún aquella elasticada prenda parecía quedarle demasiado ajustada, pues sus piernas y glúteos eran más voluminosos.

Tomando un par de jeans, el moreno intentó vestirse, sin embargo, el pantalón no subía más allá de sus muslos, haciéndole bufar totalmente frustrado.

—¿Y si intentas con este pantalón de tela más suave? — intentó ayudar Volkov, recibiendo una molesta mirada de Horacio.

—Lo voy a romper...— murmuró bajito, intentando ahora colocarse la camisa de mayor tamaño que vio. —Esto es incómodo ¿Por qué querrías andar así? Además no me cruza— La tela no podía estirar más alrededor de sus marcados brazos y prominente pecho. Volkov no respondió, su mente se había detenido momentáneamente, pues aquella escena no hacía más que remarcar la llamativa musculatura del de cresta, notando también las incontables marcas y cicatrices que adornaban su piel.

—Me rindo, no voy a vestirme— los ojos del peligris se abrieron de par en par ante las decididas palabras de Horacio, aterrado y nervioso ante la idea de tenerle paseando por su hogar sin ropa puesta —Me quedo como vine y ya está, como un lobo—

—B-bien...— respiró más tranquilo el ruso —Intentaré conseguirte algo de ropa cómoda para estos días de todas maneras—

—¿Estos días? ¿Cuánto tiempo pretendes tenerme aquí? — preguntó curioso el moreno.

Aquello dejó pensando a Viktor, pues había llevado a su hogar a quien pensaba era un lobo, un animal que necesitaba ser cuidado, pero si en realidad no era tal cosa, poco sentido tenía retenerle allí junto a él.

—P-pues, hasta que mejores de tu herida— soltó sin más —digo, así no haces ningún esfuerzo peligroso mientras sanas, pero si quieres te llevo de vuelta a tu hogar— murmuró cabizbajo.

Horacio se lanzó a la cama, suspirando con fuerza. Siendo sincero consigo mismo, había sufrido de heridas mucho peores a lo largo de su vida, sin embargo, le hacía ilusión la idea de tener a alguien que se preocupase por él, cosa que jamás había ocurrido antes. Cerrando los ojos, decidió seguir sus instintos, entregándose por completo a ello.

—Me quedaré hasta estar mejor, pero que te quede claro que no soy tu puto perro— amenazó con total seguridad, recibiendo el asentimiento de Volkov, quien levantó ambas manos en señal de paz. Dicho esto, fue que el verdadero caos comenzó para Viktor, pues aquel lobo de rojizo pelaje y enorme tamaño no pasaba desapercibido en su casa, siendo la actividad favorita de Horacio el desafiar constantemente al ruso, volviéndole loco.

"Horacio ¿Qué haces sobre la mesa? No puedes dormir ahí"

"¿Podrías dejar de lamer tu pierna? Estás mojando el suelo"

"Tercera vez que botas las cosas por estar en la encimera de la cocina, es más fácil si me dices directamente que quieres algo"

"no es necesario que me sigas por toda la casa, puedes ir al patio trasero si quieres"

"¿Era necesario arruinar así el césped?"

"¡Estás lleno de tierra y polvo! Ahora todo está sucio"

—Por favor... — suspiró Volkov —ve a bañarte, pero en forma humana y te quedas así, para poder limpiar mejor tu herida, no queremos que se infecte— Pese a sonar cansado, su voz estaba cargada de preocupación y suavidad.

Tras la ducha, y vistiendo el bóxer que le había dado, Horacio se asomó con extraña timidez, pensando que estaría molesto con él, pero le encontró calmado en el sofá, esperándole con lo necesario para tratar su herida. Con torpeza procedió a ello Viktor, admirando en secreto el bonito tono de piel que poseía el de cresta, contrastando absolutamente con la palidez suya. —Quédate aquí, ya vuelvo— ordenó el peligris una vez finalizó.

Al volver, traía consigo una toalla más pequeña y seca, sentándose junto a Horacio, quien comprendió de inmediato sus intenciones, bajando la cabeza obediente. Con sumo cuidado Volkov frotaba su larga cresta para secarla por completo. Los ojos del moreno se cerraban poco a poco. Sentía como si le estuviesen mimando, disfrutando de aquella tranquilidad y protección que jamás podía sentir en el bosque. Por primera vez sentía que podía bajar la guardia por completo, comenzando a dormirse.

—Descansa...— susurró el ruso, recostándole en el sofá y colocando una manta sobre su cuerpo.

Ya en su cama, Volkov suspiró agotado, dejando escapar una sonrisa, pues en realidad había disfrutado de tener a Horacio a su alrededor pese al desorden y la locura que ello significaba.

Su puerta, que se encontraba entreabierta, se abrió a los pocos segundos —¿Qué estás...? No, no puedes hacer eso— La voz del Viktor fue ignorada por aquel ahora enorme lobo que entraba a la habitación, acostándose a los pies de la cama y quitándole todo el espacio.

🐺🏹• Cuídame  • Volkacio AU [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora