Horacio apenas baja del vehículo comienza a sentirse débil, nauseabundo. Busca el camino hasta su hogar, pero sabe que aquello no es lo que necesita, pues esa herida del pasado había vuelto a abrirse, y requería ayuda para sanarla. Sus pasos se aceleran dirigiéndose a otro camino, entre torpes zancadas comienza a correr como si fuese perseguido, sintiendo su vida en peligro, traicionado por su propia mente en medio de aquel ataque de pánico.
Cae de rodillas frente a una puerta, sollozando y temblando aún. Golpea la puerta gritando por ayuda, su voz rota y desgarrada despierta a la mujer que allí vive, quien siempre cuidó de él. Apenas abre la puerta, Horacio eleva su rostro, dejando ver sus llorosos ojos completamente aguados. La anciana es capaz de ver el dolor que éstos reflejan, apresurándose a abrazarle con fuerza, susurrando tiernas palabras.
Los minutos pasaban y poco a poco el moreno comenzaba a calmar el tormento que en su interior daba vueltas, regularizando su respiración, aunque no del todo. Fue entonces llevado al interior de aquella choza, mientras la abuela preguntaba por lo ocurrido. Entre algunos sollozos que aún se le escapaban, el moreno le contó a grandes rasgos lo sucedido, oyendo su propia voz romperse al mencionar el anillo. Sus ojos se posaron en un punto específico, quedando completamente estático. Aquella mujer sabía perfectamente la clase de traumáticos recuerdos que estaban invadiendo la mente de Horacio, sintiéndose culpable de no haber detenido eso a tiempo, pues era algo que arrastraba desde hacía años.
El clan que siempre había traído problemas a los suyos, solía traerle pequeños regalos al de cresta cuando él era tan solo un cachorro, con el fin de ganarse su confianza y que no les viese como enemigos, pues sabían que era especial.
Fue en una ocasión que ellos dijeron tenerle un regalo importante, uno que podría cambiar su vida, le hicieron ir hasta su territorio sabiendo que era pequeño, y el regalo prometido resultó ser una joya de oro, un llamativo anillo. Embelesado se acercó para tomarlo entre sus manos, atraído por el poderoso brillo de éste, mientras les oía decir que si lo aceptaba, estaría firmando un trato para no hacerles daño jamás y protegerles a ellos también, podrían ser todos una familia. Aquello detuvo a Horacio, pues sabía que no era lo correcto y por ello se niega, dejando la joya donde estaba. Viéndose rodeado de aquellos temibles adultos de oscuro cabello, siente el miedo recorrer su cuerpo, siendo notorio para ellos.
En un intento por calmarle, le ofrecen una infusión de hierbas. Dicha bebida de extraño color poseía un aroma y sabor asquerosos. Apenas la bebió comenzó a sentirse débil, asustado, notando apenas por su mente nublada como le ataban los brazos. Todo comenzaba a verse oscuro, le faltaba la respiración... estaba en peligro, y estaba solo. Ahogado en terror intentaba gritar, siendo imposible, causando un desgarrador dolor en su propia garganta. Estaban quitándole su libertad.
Ellos no querían una alianza, nadie jamás le querría por quien era sino por lo que su existencia significaba, por su poder. Días pasaron mientras era maltratado, aún era un cachorro, los de su comunidad le buscaban, pero no lograban encontrarle. A diario intentaban convencerle, si él aceptaba el regalo y la alianza de clanes, le dejarían salir con vida, confiados en que jamás encontrarían al pequeño niño de rojo pelo. Golpeaban sus extremidades y le lanzaban basura, humillándole.
Con el pasar del tiempo, su desesperación aumentaba, deseaba ver la luz del sol una vez más, oír la naturaleza, correr libre... pero sólo se hacía más y más débil, enfermando prontamente.
Fue allí cuando, sin comprender realmente qué ocurría, se vió rescatado por sus progenitores, presenciando el inicio de la batalla que puso en peligro la vida de ellos a manos del clan enemigo, donde Horacio descubrió la existencia de su poder, y donde, debido a su estado de decaimiento físico y a su corta edad, no fue capaz de salvar a sus propios padres, viéndoles perecer frente a sus ojos. Sabía que no podía confiar en nadie que no fuese de su familia, no podía dejarse atrapar y cazar, pues estaría en peligro.
No debía aceptar pequeños presentes que le dejasen en deuda con alguien. Horacio jadeaba respirando irregularmente, su corazón galopaba, volviendo al presente luego de rememorar aquellos recuerdos que su inconsciente había bloqueado.
—Tranquilo pequeño... estás aquí, todo está bien— susurraba la anciana calmándole. En las manos del moreno dejó una infusión caliente para apaciguar su estado. Sabía que debían arreglar aquello, pues no sanaría sus traumas de la nada.
—¿Recuerdas por qué no querías aceptar aquella alianza con el clan? — preguntó ella, sabiendo el origen de su malestar.
—Porque querían usarme, quitarme mi libertad para aprovecharse y hacernos daño a todos nosotros. — balbuceaba bajito Horacio.
—Y... ¿Te ha hecho algo malo Viktor en algún momento? ¿Te ha traicionado a propósito? ¿Crees que su intención es hacerte daño? —
—No... Pero... Cuando vi el anillo en su mano... sentí la misma desesperación de aquel momento en que estuve aprisionado, los golpes sobre mi piel, la desesperanza. Tuve miedo, y...y le hablé feo a Vik —murmuró con tristeza.
—puedo ver la forma en la que siempre han brillado tus ojos al verle, la forma en que tus pasos se vuelven livianos cuando estás junto a él, y la forma en que él cuida de ti—
Su ceño se frunce —Pero si yo no necesito que me cuide, sé defenderme solo, siempre lo he hecho—
Una suave risita es soltada por ella —Eso lo sé, pequeño... Me refiero a que veo su esfuerzo por cuidar esto— dice apuntando directamente al lado izquierdo de su pecho —¿A qué le tienes tanto miedo? — pregunta curiosa.
—Ya lo sabes... —
—¿Y piensas que él quiere amarrarte y quitarte algún tipo de libertad entonces? —
—¿Acaso no se tratan de eso las relaciones? De estar siempre con la otra persona...? Y, quiero decir... sí me gusta pasar tiempo con él, y me siento bien a su lado, y no me obliga a nada pero... pero...—
—¿Pero? — preguntaba fingiendo inocencia, sabiendo que él mismo había desenredando aquel lío en el que se había ahogado sólo. —¿Por qué no hablas con él? Podrían aclarar todo esto, dudo que te juzgue— dijo acariciando su mejilla con suavidad.
Horacio negó suspirando, jugueteaba con sus dedos —No creo que quiera verme en realidad...y no me siento listo para hablar de esto, no quiero— Necesitaba cerrar una vez más aquella herida abierta, calmar sus dolores.
—Bien...puedes hablar con él cuando te sientas listo pequeño, pero dudo que no quiera verte— la seguridad en su voz llamó la atención del de cresta, quien volteó a verle fijamente, casi exigiendo una explicación. Con una sonrisa ladina, ella continuó,
—¿De verdad crees que Viktor te va a dejar ir así de fácil por un malentendido? Date un tiempo para sanar, y si él no viene hasta aquí, vas a ir tú mismo a disculparte y hablar con él ¿Entendido? — ante esto, Horacio asintió obediente, con la vista en el suelo.
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🐺🏹• Cuídame • Volkacio AU [Terminada]
Fanfiction~Peligros acechan en aquel solitario bosque, cuyos profundos secretos podrán ser revelados tras un inesperado encuentro~ 🏹🐺 Horacio - Híbrido de lobo/arquero 🥼📸 Volkov - Científico/Fotógrafo [Originalmente posteada en mi cuenta de Twitter, aquí...