—No debiste haber saltado de esa manera Horacio, abriste tu herida nuevamente y va a tardar todavía más en sanar por completo— advirtió Volkov con voz suave mientras se tomaba su tiempo para limpiar cuidadosamente aquella lesión, evitando hacerle doler más.
Horacio le observaba en silencio, se había vuelto adicto a ver su rostro de absoluta concentración, la manera en que su ceño se fruncía ligeramente y el hecho de que pareciera incluso que aguantaba la respiración para evitar un mal movimiento, le parecía fascinante. El moreno se reconocía a sí mismo como alguien inquieto, por lo mismo admiraba la interminable paciencia de Viktor. Recordaba las horas de quietud del ruso, escondido entre la vegetación de aquel bosque, evitando importunar la vida de los animales que fotografiaba.
—Listo, ahora sí podemos irnos— interrumpió Volkov, sacándole de sus cavilaciones. Habían decidido que iría como lobo, pues no tenía aún nada de ropa y sería más cómodo.
Ya entrando en aquel bosque, Horacio pidió que le acompañase a su pequeño hogar a fin de poder vestirse antes de hablar con su comunidad. Sentían algunas miradas sobre sus siluetas, incomodando al peligris. Sin embargo, los ojos bicolores de Horacio buscaron los suyos, y aun siendo un lobo logró transmitirle la calma y confianza que necesitaba. No corría peligro, él estaba allí para protegerle.
Apenas salió de su choza ya vestido, Volkov lo notó. Estaba en presencia de un Horacio totalmente diferente al que había estado cuidando en su hogar. Éste desbordaba seguridad y madurez, con el mentón en alto paseaba su mirada entre el boscoso territorio. Su impresionante vestimenta de colores marrones y verdosos, y el arco colgado en su espalda transformaban su aura a una de poder y liderazgo. Viktor volvía a sentirse pequeño a su lado, buscando ser resguardado por él.
—Si quieres después te doy una foto mía, que esas duran más, pero deja de mirarme así— rió el moreno, trenzando habilidosamente su larga cresta.
—Me gustaría fotografiarte la verdad...— balbuceó casi inaudible el peligris en un ínfimo arranque de confianza.
Grande fue su sorpresa al observar el rostro con enrojecidas mejillas de Horacio, quien rehuyendo de su mirada, nervioso, dio media vuelta e inició sus pasos adentrándose al bosque.
—E-espérame aquí, i-intentaré ser breve y volver p-pronto ¿Si? —
Ya en completa soledad, Volkov suspiró pesadamente, dejando escapar una sonrisa al recordar lo recién ocurrido. Aquello había sido para él como una pequeña victoria, considerando que normalmente quien solía reaccionar de esa manera no era Horacio.
Decidido a esperar se sentó junto al pequeño lago que allí se posaba, deleitándose en la calidez de cada sonido proveniente de la naturaleza; el calmado movimiento del agua, el danzar de la vegetación por la brisa...y unos extraños pasos que parecían acercarse. Volkov observó a su alrededor, tenso y asustado sin saber exactamente qué hacer. Su respiración comenzaba a irregularizarse y un escalofrío recorrió su espina dorsal.
—Pequeño...— Una dulce voz detrás de él le hizo sobresaltar, aterrado llevó su mano al pecho sintiendo el salvaje galopar de su propio corazón. Una débil mujer de gran edad y arrugado rostro era quien le estaba saludando cordialmente. Se sentó a su lado con tranquilidad, dirigiéndole una sonrisa sincera a Volkov. —Por fin puedo conocerte, Horacio jamás nos permitió acercarnos a ti para evitar molestarte o incomodarte, pero ya que todos están en la asamblea, vine en cuanto pude—
—Ustedes... ¿No me odian? — preguntó cabizbajo el peligris, su voz sonaba cargada de tristeza recordando la última vez que había visitado aquel lugar —Digo, por mi culpa fue que...—
—No, pequeño...no te odiamos— le tranquilizó la anciana —De hecho, lo primero que hizo Horacio ahora que nos reunió fue explicar la situación y calmar las tensiones. Nadie, al menos de esta comunidad, desea el mal para ti—
El sonido de un aliviado suspiro soltado por el ruso, hizo reír a la mujer de canoso cabello, quien quedó mirándole con la sonrisa aún en sus labios —Sí que eres guapo, un apuesto joven, ahora comprendo a nuestro polluelo de ojos bicolores— dijo cariñosamente.
—¿C-cómo? ¿A qué se refiere? —
—Apenas Horacio dejó de ser un cachorro llamaste su atención. Él podía pasar horas observándote desde lejos y jugando a las escondidas contigo pese a no conocerte. Supongo que a medida que él crecía esto se transformó en preocupación real por ti, intentando alejar posibles peligros de ti. Ninguno de nosotros en la comunidad decíamos palabra alguna de esto, pero en silencio sabíamos que tenías su autorización para rondar nuestros territorios. Creo que le agradas mucho— rió la mujer.
Con una tímida e incipiente sonrisa, Volkov pensó en aquel moreno.
—Creo que... comienzo a sentir algo parecido...— murmuró, percibiendo una suave calidez que crecía en su pecho, y anhelando ver el brillo de su mirada una vez más.
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🐺🏹• Cuídame • Volkacio AU [Terminada]
Fanfiction~Peligros acechan en aquel solitario bosque, cuyos profundos secretos podrán ser revelados tras un inesperado encuentro~ 🏹🐺 Horacio - Híbrido de lobo/arquero 🥼📸 Volkov - Científico/Fotógrafo [Originalmente posteada en mi cuenta de Twitter, aquí...