ღ Capítulo 28 ღ

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Menos de una semana había pasado, pero tanto para Horacio como para Volkov, aquella separación se estaba sintiendo como la eternidad misma. Y mientras el de cresta estaba usando ese tiempo para sanar con ayuda de aquella anciana, Viktor intentaba darle espacio. Sin embargo, ya no aguantaba la distancia. Creyó que mandando a enmarcar la fotografía de Horacio en su forma de lobo y colgando el cuadro en su living podría sentirse mejor, pero había causado el efecto contrario, haciéndole extrañar a su compañero aún más.

Tal vez enfrentarlo de frente para aclarar lo ocurrido volvería a hacer sentir mal al de cresta, y eso era lo último que deseaba, pero quería al menos saber que estaba algo mejor, incluso si eso significaba verle a de lejos. No pretendía presionarle a nada, pues tras calmar su malestar inicial debido a las crudas palabras que Horacio le había dicho, el peligris recapituló lo sucedido, analizando a fondo su comportamiento, y comprendiendo que allí había algo más que sólo un capricho de 'libertad'.

Viktor preparó todo, subiendo las cosas a su vehículo y partiendo en dirección al ya conocido territorio boscoso, esperando al menos alegrar un poco al moreno con ello.

Por su parte, Horacio había decidido usar su día en practicar con el arco. Viendo extrañado el movimiento de animales a lo lejos y decidiendo ir a ver qué ocurría. Preparó en sus manos una flecha, listo para disparar a quien estuviese merodeando por allí. Sin embargo, apenas llegó allí, con un ahogado jadeo volvió a ocultarse tras el enorme tronco de un árbol. «¿Qué hace él ahí?» se preguntaba confundido, colocando la mano sobre su propio pecho para calmar sus desbocados latidos.

Se asomó una vez más, esperando no ser visto. Allí estaba Volkov de rodillas junto al camino, con un cajón lleno de flores de diversos tamaños y colores, trasplantándolas cuidadosamente en la tierra del bosque. Un pequeño sentimiento de desesperación y ansiedad le invadió, recordando lo sucedido la última vez que se vieron, pero tal como le había dicho la mujer mayor, puso su mayor esfuerzo por regularizar su respiración y visualizar el presente.

Volvió a observar al peligris, quien con parsimonia usaba las pequeñas herramientas de jardinería para remover la tierra, tomaba entre sus manos con delicadeza las florecitas, y las colocaba allí de tal manera que sus colores contrastaban hermosamente.

Viktor lo había recordado, había guardado en su memoria aquella vez que el moreno expresó su deseo de tener más flores a lo largo del territorio, y estaba allí voluntariamente dispuesto a hacerlo por él, sin pedirle nada a cambio.

Suspiró aún escondido tras el árbol, sabía que debía disculparse y explicarse ante lo sucedido, sin embargo, aún no se sentía listo, aunque le extrañaba mucho. ¿Por qué aquellas horribles sensaciones debían tomar control de su cuerpo y mente?

Perdido en su blanca piel y hermosas facciones, Horacio no dejaba de mirarle en silencio, sonriendo sin darse cuenta al ver que el ruso elevaba las comisuras de sus labios, y sintiendo su mundo detenerse al encontrarse con aquellos grisáceos ojos mirando en su dirección. La tierna sonrisa que Viktor le dedicaba fue acompañada por el sutil vaivén de su mano, en forma de saludo. Hecho esto, continuó en lo suyo, evitando perturbar al moreno, quien yacía nuevamente escondido, sintiéndose estúpido de pensar que no le habría visto antes.

No supo cuánto tiempo había permanecido allí sin moverse, evitando aún todo contacto con el peligris, pero cuando decidió salir de su escondite, él ya no estaba allí. Únicamente estaban las hermosas flores que había trasplantado, junto a una florecilla extra, que seguía dentro de su bolsita original. Nervioso, Horacio se acercó allí, asegurándose de que nadie le viera, y recogió aquello.

Era un hermoso lirio azul, bastante más grande y llamativo que el resto de flores, y de éste cayó una notita. Con sus latidos acelerados, se agachó a recogerla, leyendo su contenido: "Este lirio es para ti..." Inquieto, dejó la planta en el suelo. No quería, no podía aceptarla, pero parecía no ser capaz de alejarse de allí. Luchaba internamente entre lo que deseaba y el miedo que seguía apoderándose de él.

Sentándose en el suelo, frente a aquel lirio, abrazó sus propias piernas. «Es solo un regalo, no me está pidiendo nada a cambio, no me hizo daño, está todo bien, no es un enemigo» repetía en su mente una y otra vez, repirando con calma. Horacio tragó con dificultad, juntando algo de fuerza y valentía, para ponerse de pie y tomar entre sus manos la azulada flor, llevándola entonces hasta su hogar, mientras seguía repitiendo mentalmente aquellas palabras para darse ánimo.

Nervioso, cavó un pequeño agujero en la tierra, trasplantando el lirio justo en la entrada de su hogar, sonriendo entonces ante la idea de tener a Viktor cerca suyo, aunque sea indirectamente, y sintiendo un tierno calor invadir su interior... quería volver a verle.

🐺🏹• Cuídame  • Volkacio AU [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora