Capitulo Diez

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Capitulo Diez.

Atenea

Pumba.


Escucho música suave que me relaja y me permite disfrutar de mi nuevo tratamiento con el inhalador, mi celular me desconcentran sonando como loco, veo en la pantalla el nombre de Mikhaelo y lo dejo pasar porque estoy ocupada.

Me veo obligada a parar el tratamiento cuando insiste tantas veces, las personas a mi alrededor en la clínica me mira raro porque el sonido de mi celular los desconcentra.

—Estoy ocupada, cuando quería hablar tu no quisiste.

— Que te den Atenea— ruedo los ojos y estoy a punto de cortar —Es Eros.

— ¿Que dijiste?

Lo escucha atentamente a lo que dice y sin medir nada el teléfono se me cae de las manos cuando escucho lo grave que podría estar, reacciono cuando una anciana del lugar me menea para que despierte.

—Joven ¿Se encuentra bien? — reacciono toando el teléfono mientras salgo corriendo con la doctora Lexie detrás de mí con el inhalador.

— ¿Dónde estás?

—Estamos en el callejón de la perdición detrás del cementerio.

Me volteo frenando en seco, la doctora choca contra mi cabeza dándome un golpe.

—Señorita ¿qué le pasa? — me reprende mi doctora.

—Ayúdeme por favor— ella me observa asustada —Eros está mal y no sé qué tenga ¿Puede venir conmigo?

—Tengo una operación dentro de quince minutos baje solo a verte pero puedes llamarme cuando estés con él, ahora ven conmigo— me jala del brazos entrando de nuevo a la clínica, cruzamos la recepción cerrando la puerta de lo que parece ser la despensa de medicina.

—Toma, debes llevarte esto— empieza a meter de todo tipo de cosas en mi mochila —Cuando tenga tiempo voy a verlo peor mientras debe intenta controlar lo que sea que lo tenga débil.

Me le tiro encima abrazándola —Muchas gracias doctora.

La dejo sola y salgo corriendo escapando de los guardias de seguridad de la entrada, el aire empieza a faltarme pero lucho un poco más perdiéndome de la vista de los guardias que corren por donde quiera para atraparme.

Subo al primer taxi que encuentro y le doy la ubicación, se estaciona en el callejón de la perdición cinco minutos después.

—Rápido Mikhaelo debemos llevarlo a otra parte— me tiro al lado de Eros observado el pésimo estado de sus brazos.

Entre Mikhaelo y otro hombre lo suben en el taxi y todos entramos con rumbo a mi casa.

—Es una pésima idea Atenea— pelea Mikhaelo, quizás tenga razón pero es la única idea que tengo, además mis padres están de viaje. —Si Zeus nos ve

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